Juegos Peligrosos

XVI: Desesperación (parte II)

Primer día...

Segundo día...

Tercer día...

Cuarto día... y aún no hay señal de vida de Jana.

—¿Seguro que no se habrá ido del pueblo? —pregunto por décima vez a Agar.

Puede ser una posibilidad.

—Hay colaboradores allá, la habrían agarrado rápido.

—Pero...

—Pero nada, Owen —frustrado, pasa sus manos por su cabello desordenándolo nuevamente—. Estoy seguro que ella no ha salido del pueblo.

—Entonces ya no sé.

No sabemos ya dónde más buscarla. Han hecho lo necesario y...

Suena el teléfono de la oficina. Me alejo un poco y Agar lo toma.

—¿Qué?... deben... no... —su mirada es seria, me da la espalda y mira hacia afuera—. Hola... hola... habla por favor...

¿QUÉ DIJO?

Este no es el Agar que conozco... este es otro. ¿Pero quiero el anterior?

—Nos vemos... —corta la llamada y suspira—. Ya está.

—¿Ah? —frunzo el ceño sin entender.

—Ya viene en camino.

—¿La investigadora que dijiste y que por lo que veo, también te tiraste a ella?

—Es... —me mira por un rato, no sé cómo interpretar su mirada... ¿confundido?—. No es de tu incumbencia.

—Entonces te tiraste a la investigadora o te vas a tirar a ella cuando llegue.

—No sabes nada... vete.

—Te dejo. Debo cuidar a personas que sí quiero, especialmente a Sonia —hay cierta melancolía en sus ojos cuando la nombro.

Salgo de ahí y escucho como tira los muebles.

—Ay hermano, ya no puedo ayudarte —susurro mirando la puerta—, vos elegiste un camino nada tuyo, y ahora, las consecuencias aparecen.
 


Agar:

Owen me saca la poca paciencia, es igual de terco que Sonia.

Todos estamos mal porque ya hace cuatro días que no aparece. No está en el centro del pueblo, ni en el bosque... ¿Entonces dónde? De escondida, está. Ya han preguntado por las otras mansiones si por casualidad la vieron, pero seguimos en ceros. Tampoco está escondida por ahí, cada mansión tiene una cámara que nosotros podemos ver lo que hacen en la parte de la entrada y parte trasera. 
Aún no sabemos a dónde pudo ir. Hay solo una salida en este pueblo, ella aún está aquí.

Jana... Jana... Jana...

En mi cabeza sólo se repite ese nombre, Jana. La chica nueva del pueblo y que por desgracia, es la nueva víctima.

Sus ojos marrones que me llamaron la atención porque en ellos sólo hay... tristeza. Y eso me huele a un pasado feo.
Su cabello castaño claro, su cuerpo curvilíneo pero sin exagerar, su mirada, sus expresiones...

Me volverá loco en sólo poco tiempo.

—Se nota que babeas mucho por ella —dice Sonia detrás mío—. Se ve especial...

—Y parece que lo es... —ahora habla Owen que está al lado mío.

—¿En qué sentido? —pregunto mirándola caminar con libros en las manos.

—Parece que oculta algo...

—Owen, para ti siempre es eso.

—¿A caso no la ves, Sonia?

—Parece simpática, no lo sé.

—Oculta algo—susurro entrecerrando los ojos.

—Owen... —dice en tono amenazante.

—Sonia... —responde él, pero burlón.

—Cabrón.

—Enojona.

—Idio...

—¡Callense! —suspiran frustrados y puedo ver cómo se lanzan miradas asesinas—. Basta.

—Iré a hablar con ella, tal vez pueda empezar a sacar información.

—Ve —Sonia asiente y se va por donde se fue Jana.

Si es lo que pienso... habrá un giro de la historia, aquí.
Sólo debo esperar un poco más.
 

Salgo de mis pensamientos al escuchar que tocan la puerta de la oficina. 
Me arreglo rápido y cedo el paso.

—No está —veo a Owen que vuelve.

—¿No está qué?

—Sonia...

—¿Qué? —me levanto de golpe y corro hacia su habitación que está todo desordenado—. ¡Sonia!

Se escapó... y tal vez fue a esa mansión... ¡Maldición!

 

Sonia:

Lo hice... salí de ese maldito lugar.

Sé dónde puede estar Jana, aunque el cobarde de Feder no quiera aceptarlo. Ella debe estar ahí, no creo que esté... muerta...

No. No lo está.

No quiero perder de nuevo a alguien importante para mí.

Debo descartar esa idea.

Sigo corriendo adentrándome a lo profundo del bosque.
No queda tan lejos la mansión, solo a unos minutos.

Ya es de noche, mucho no puedo ver, la luna no alumbra mucho el camino. Espero no caerme por aquí. Cada paso que doy, ramas y hojas en el suelo se escuchan. 
Hace tiempo que no vengo por aquí, parece como la primera vez, me asustan los árboles y sonidos de animales que por ahí desconozco, dando todo eso un aspecto intimidante y aterrador del lugar, contrario a lo que es de día.

Escucho pasos cerca mío. Ya me encontraron los otros. Corro lo que más puedo pero alguien se tira arriba mío.

No puedo hablar, solo trato de que no me vuelvan a apretar el cuello. Logra agarrar mis manos, me muevo dejando debajo mío el que me quiere atacar. Ahora soy yo la que logra sostener sus manos y piernas inmovilizandolo completamente.

Muevo mi cabeza y la luz de la luna justo da con su rostro y... ¡Lo sabía!

—¡Suéltame! —trata de volver a moverse—. ¡Fuera!

La sacudo un poco para que me vea pero está diferente, parece perdida.

—¡Sonia! —la voz de Owen se escucha cerca—. ¡Sonia!

Levanto una mano para que me puedan captar con las linternas. Mala mía. Logra safarse dándome un rodillazo en mi estómago y se escapa.

—Sonia, ¿qué...? —me levanto rápido ignorando el dolor para poder seguirla pero me agarra de la mano y no me deja—. No te vas, es muy tarde. ¿Qué pasó?

Y se fue nuevamente. Ahora cómo le explico...

—¿Qué hacías? —tiro de su mano para que me siga—. No. Es muy tarde.

Suplico haciendo gestos pero vuelve a negar.

—No. Agar está muy cabreado. Te fuiste de la nada y... —se queda mudo mirando detrás mío—. ¿Qué?



#12561 en Thriller
#5134 en Suspenso
#7183 en Misterio

En el texto hay: peligros, reglas, verdades ocultas

Editado: 11.02.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.