Juegos Peligrosos

XVII: Venganza

Agar:

Una semana... ¡Una maldita semana!

Me paro y tiro todo lo que tengo en mi escritorio nuevamente. Esto me está cabreando aún más. Ellos no aparecen. Primero Jana, ahora Sonia y Owen. Acá hay gato encerrado pero... no puedo saber el por qué.

Saco el libro de uno de los cajones de mi escritorio.
 

"Juegos Peligrosos: Nuestro fin es ganar, pero sin romper las reglas"
 


Encontré esto en la habitación de Jana. Aún no lo ha leído y en parte me alivia porque... son las respuestas y salidas de los juegos.
Es algo raro pero a la vez está bien y mal. Explico:

La historia de los Juegos Peligrosos, comienza con un chico que siempre ha vivido encerrado en su casa, un día se perdió, los padres se fueron pero él mágicamente apareció. 
Crea esto con el fin de dar venganza por todo lo que los padres le hicieron y descargar su odio a los demás. Al iniciar todo esto, era obvio que crearían un libro con las respuestas de los juegos. Porque cada juego tiene su respuesta, sino, sería un juego vacío que solamente se hace sin tener fin y sin tener ganadores o perdedores... o sea, no sería un juego completo.

La cuestión es, el que escribió este libro, no es el mismo que creó el juego. Este libro fue escrito por una víctima, una jugadora. ¿Cómo lo sé? Fácil...

—Agar tendrías que descansar un poco —Alicia entra a la oficina y su voz suena triste.

—No puedo, debo trabajar, hacer bastantes cosas —respondo sin mirarla.

—Así no lograrás nada...

—No me importa.

—Te ves mal —giro y la miro neutral. Luce como siempre, con su porte formal como nos enseñó nuestra familia, quien nos viera diría que somos iguales pero tanto la actitud como nuestros ojos, "iguales" no sería la palabra—. Sí, me preocupo por ti.

—Viniste a ayudar, a colaborar un poco. No a dar consejos y ponerte sentimentalista.

—Hermano... —hace una mueca al decir eso, es obvio que aún le doy asco—. Por favor.

—Dije que no...

—Escucha... —levanta la mano cortando lo que quería decir—. Ve a descansar, Agar. Yo me ocupo de lo demás. No es tan difícil, puedo hacerlo.

Suspiro frustrado y asiento. Enserio necesito descansar, llevo días durmiendo solamente una hora.

—Y tendré que ordenar aquí —señala todo lo que tiré—. Ve. Descansa.

Salgo de ahí y voy a mi habitación que está al final del pasillo. Al llegar, solo me tiro a la cama y a penas cierro los ojos, el sueño me reclama en el instante.

Realmente necesito descansar para estar bien o no lograré nada si sigo así.

 

Owen:

Me separaron de Sonia. Estuvo hace tiempo conmigo pero escuché como se la llevaban, parece que la sedaron porque la llevaban arrastrando.

Luego de que nos atraparon, no volvimos a ver a Jana. Que por cierto estaba muy distinta, no era la Jana de siempre, no sabemos lo que le ha pasado pero...

Escucho que abren una puerta y me sujetan. Trato de poner resistencia pero es imposible, los que me llevan son personas mucho más fuertes que yo. Contando en que no me he alimentado lo suficiente.

—Quieto —es la voz de un hombre, es rasposa e intimida un poco.

Cuando llegamos a... no se dónde porque me han vendado los ojos y a mis manos las ataron hacia mi espalda, me tiran fuerte y puedo escucharla.

—Owen... —su voz débil hace que me desespere e inútilmente busque a Sonia.

Pasa un momento en silencio hasta que me quitan la venda. Por unos minutos no veo nada, la luz me sega y los ojos comienzan a arderme.

—¿Segura que son ellos? —un hombre mayor parece preguntarle a alguien.

—Sí —la voz de Jana.

Una vez que logro ver, miro a todas partes buscando algún indicio sobre este lugar. He estado por todo el pueblo, ya no me falta conocer nada... o tal vez sí.
El lugar parece ser una sala abandonada, hay una mesa con unas sillas a lo lejos, un pequeño foco alumbra todo. Las paredes son grises y el piso negro, es un lugar muy cerrado tiene mucho olor a suciedad y encierro.

—Aquí tenemos a nuestros colaboradores actuales. ¿Qué tal? —observo al hombre, es un poco mayor, con bastante barba canosa como su cabello, alto, moreno y ojos negros que pueden ser tu peor pesadilla gracias a su mirada diabólica, logra todo eso.

—¿Quién eres? ¿Jana? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué no contesta?

—¿Ya terminaste de hacer tus preguntas? —suspira negando y mira a Sonia—. Parece que alguien me reconoce.

—Lawrence —el hombre asiente marcando más su mirada diabólica y burlesca.

—¿Cómo lo conoces? —pregunto preocupado.

—Él... él es el creador de... —levanta una mano y corta lo que iba a decir.

—Tartamudeando no se entenderá, querida. Me presento —lleva una mano a su pecho y se inclina como saludo hablando con voz socarrona—, soy el creador de Los Juegos Peligrosos.

¡¿QUÉ?!

—¿Cómo? —no logro entender...—. ¿No era...?

—¿Una leyenda? —termina la frase y asiento—. Lo soy... pero la parte de que he muerto, es mentira. Yo lo inventé.

—¿Qué... quiere de nosotros? —pregunta Sonia aún impresionada.

—A ustedes —comienza a caminar de un lado a otro en frente de nosotros—, ustedes son colaboradores. ¿Verdad?

Asentimos y él se sujeta el mentón con los dedos, pensativo aún.

—Pues me harán mucha falta.

—¿Pero para qué? —ya estoy empezando a desesperarme.

—Venganza —nos miramos de reojo con Sonia y volvemos a mirarlo—. Les contaré.

—Todo —insisto pero me ignora.

—Mentí sobre mi muerte porque pensaba alejarme un tiempo sobre el tema de los juegos y quería ver cómo reaccionaba el pueblo. Pero un día, una joven curiosa fue al bosque y encontró la mansión. Se adentró y encontró los dos libros que escribí sobre los juegos. Uno sobre cómo son los juegos y sus normas, y el otro sobre mi historia, como lo llaman muchos hoy: "La leyenda sobre los juegos".



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En el texto hay: peligros, reglas, verdades ocultas

Editado: 11.02.2021

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