Juegos Peligrosos

XXII: Elección

Agar:

¿Qué quería hacer Sonia con los archivos? Se que no fue casualidad que encontrara el archivo de ella. Mentirosa.
No debería estar sospechando de ella pero... ha estado actuando raro últimamente, bueno, ella siempre ha sido así. A lo que me refiero es que sus acciones parecen más fingidas cada día, ya no se la ve relajada, ni abierta. Es cierto que aquí debemos tener límites y bla bla bla, lo de siempre. Esta vez es más reservada aún. 

La alarma suena y sé que eso no significa nada bueno.

—¡Señor! —entran algunos colaboradores—, los jugadores no están.

—¿Todos? —asienten—. Vayan a buscarlos por todas partes.

Salgo corriendo para mi oficina donde se ve todo lo que muestran las cámaras de seguridad. Entro y busco por todas partes si hay algún movimiento raro, pero sólo se ven a los colaboradores.
Tomo el teléfono y llamo a Sonia.

—Atiende —suena y suena pero no contesta—. ¡Atiende!

Entra el contestador. Tal vez esté también buscando y por eso no escucha el teléfono.

—Señor —entra otro colaborador que reconozco, es uno nuevo y tiene la máscara de color amarillo—, Sonia tampoco está.

—Vayan a buscarla, rápido.

Se escapó, lo sé. ¡Me engañó y lo sabía pero no lo quise creer!

Llamo a los colaboradores que están en los límites de la ciudad y ellos tampoco atienden.

¿Qué está sucediendo? Esto no es normal.

Agarro mis armas y me encamino a la salida. Paso por toda la mansión, no hay nadie, mis pasos resuenan por todo el lugar. Llego a la puerta y abro.

—Así que Feder se le dio por aparecer —me paralizo al verlo aquí en la entrada—. ¿No me dejarás pasar?, que mal anfitrión. Aún debes aprender, Agar.

—Lawrence... —mi voz sale en un susurro, no puedo creer lo que pasa.

—Ese soy yo —sonríe lo más fingido posible—. Debemos hablar.

—¿Dónde están todos?

—Espera, espera —levanta la mano haciéndome callar—. Primero hay que hablar y luego lo demás.

—¿Dónde tienes a los demás? —pregunto en un tono de voz más fuerte y duro.

—Así que no quieres hablar —levanta las manos en señal de rendición—. Vos verás.

—¿Para qué quieres hablar? —me acerco un poco más encarándolo—. ¿De cómo me quitaste a todos?

—Mejor dicho, ¿por qué te dio esa curiosidad y decidiste reabrir los juegos?

Me quedo callado.

—¿Por qué quisiste hacer esa maldad que quedó en el pasado? —entrecierra los ojos.

Sigo callado.

—¿Qué pasó por tu cabeza en ese momento cuando decidiste hacer esto nuevamente? —me inspecciona.

No puedo contestarle, no sé qué decir.

—¡Habla! ¿Por qué decidiste matar a más personas inocentes? —parece exasperado al no contestarle.

Los minutos pasan y yo sigo callado mirándolo a los ojos, gesto que lo hace enfurecer más.

Lamentablemente decidí tomar este camino porque primero me dio curiosidad, y segundo porque quería venganza, quería ver cómo sufen los otros de lo que yo sufrí en mi vida.
Fui usado, maltratado, insultado, golpeado. Y ver a esas personas contentas y felices de lo que la vida les ofrece; me hace odiar más a mí mismo y a ellos también. Yo quise siempre ver sufrir a los demás y cuando se me dio la oportunidad, lo aproveché al cien por ciento. 

—¿Por qué hiciste todo esto? —me vuelve a repetir la pregunta, y yo contesto de la forma más tranquila posible.

—Porque tuve las mismas razones que vos para hacer esto.

Su mirada cambia a una muy sorprendida, no se esperaba esta respuesta.

—¿Venganza? —die con voz ahogada.

—Sí —el niega varias veces, se lo ve perdido ahora.

Balbucea varias veces y sigue negando.

—Señor —Owen aparece al lado él—. ¿Está bien?

—Sí... sí —asiente y retrocede—. Es hora.

—Sí, señor —él me mira con lástima y un poco de miedo.

Lo conozco, algo malo ha pasado o va a pasar.

Los sigo hacia la parte de atrás de la mansión y lo que veo, me deja peor. Los jugadores...

Ignis —cierra los ojos Owen y sus manos comienzan a temblar.

Los veo temblar algunos, tienen vendados los ojos también atados de manos y tobillos, totalmente imposibilitados. Todos les disparan. Matan a todos. Sus cuerpos caen con bastante sangre como si fuesen muñecos pesados, y al final, se la ve a Sonia.

—A ella no —reacciono y me desespero—. ¡A ella no!

—Tendrás que elegir —Owen me dice en voz baja.

Traen a los empujones a otra chica, está muy pálida y se ve que no ha comido en días. La observo bien y siento como si todo se derrumbara a mi alrededor. Jana.

—Es una o es otra —ahora Lawrence está más serio, pero parece divertido por la situación. 

Es Sonia o es Jana.

Mi amiga de muchos años y la que confesó hace unos día de que está enamorada de mí; o es Jana, la chica que yo me enamoré desde que llegó.

¿Cuál elegir?

 

***

Ocho años antes...

Agar —estiró su mano para saludar a la joven que tenía en frente.

—Sonia —aceptó y ambos estrecharon las manos.

Ellos se miraron por un rato. Ella lo observaba bien y algo le decía que él era muy peculiar.

—¿Eres nuevo? —preguntó con amabilidad sin mostrar mucho entusiasmo y curiosidad, lo que en verdad sentía. 

—Lo soy —contestó con una sonrisa coqueta.

—Ya me parecía, no te me hacías conocido —sin darse cuenta ella ya había caído.

—¿Hace mucho estás aquí?

—He vivido aquí desde que tengo memoria.

—¡Wow! —ella asiente.

—¿Y qué haces por aquí? —comenzó a caminar por la orilla de la calle donde nadie pasaba y este la siguió.

—Me mudé porque quería un cambio.

—Muchos hacen lo mismo. Este pueblo es muy tranquilo, así que la mayoría aprovecha.

—Eso haré —sonríe de lado.

—Si quieres puedo enseñarte el pueblo —lo miró de reojo.



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En el texto hay: peligros, reglas, verdades ocultas

Editado: 11.02.2021

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