Juegos Prohibidos

Capítulo 15

El sonido hace eco en mi cabeza. Abro los ojos con lentitud, de a poco dándome cuenta de que no me encuentro en mi cama, en mi habitación. Me incorporo percatándome que no llevo ropa, eso me coloca alerta ¿Qué demonios me ha pasado? ¿Acaso me embriague y termine en la cama con algún desconocido? Busco mis pertenencias por todo el lugar tratando de recordar que es lo que ha pasado, las dichosas cosas las encuentro en donde menos se me ocurre buscar, el armario.

 

Rogando que con quien estuve no tuviese alguna enfermedad contagiosa a mi mente viene el recuerdo de Callie; lo cual me provoca mareos. Terminando de vestirme salgo de la habitación con el menor ruido posible, al terminar en pequeño pasillo primero asomo mi cabeza viendo si no hay muros en la costa, por una vez en mi vida tengo suerte y no hay nadie; llego a lo que parece una mini sala, cruzando esta parece y hay una puerta, espero que mi salida.

 

Me detengo de golpe al escuchar voces, me acerco a la pared escondiéndome, asomo una vez más mi cabeza viendo a un chico de espaldas conversando con una chica que al voltear en mi dirección reconozco, Lillian. Una sonrisa cruza sus labios antes de besar al chico frente a ella, cuando ambos se colocan de perfil reconozco también al chico, Matt ¿Acaso están juntos nuevamente? ¿Lo que me ha dicho acerca que le gusto fue mentira? ¡Que putas sucede! ¿Ese chico no sabe más nada que mentir? Una lagrima de enojo rueda por mi mejilla, con la misma rabia la limpio

 

— Liee… — dándole una mala mirada, con la cabeza en alto atravieso la casa para salir de ahí, efectivamente la puerta es la salida que da a un pequeño jardín que atravieso veloz — Liee déjame explicarte— me detengo dispuesta a enfrentarlo, gracias por recordarme querido Matt que soy Liee, volteo viéndolo con cansancio

 

— No me debes explicaciones, no las quiero tampoco — toma mis manos y las aparto de inmediato

 

— Yo quiero dártelas, porque te amo, eres la mujer ideal para mi Liee — niego dando unos pasos hacia atrás. Díganme que esto no dañara nuestra amistada por favor, quiero llorar por no poder corresponderle, sé la excelente persona a pesar del defecto que posee, pero es una palabra muy grande. No lo quiero como él a mí.

 

Perdiendo la razón, por lo saber qué hacer ante eso, volteo iniciando a correr lejos de Matt. Con mi cabeza hecha un caos, llego a un pequeño parque donde tomo lugar en una banca; cubro mi rostro calmándome para así poder ordenar mis pensamientos, mis sentimientos. Sé que el amor no es un libro que coloreas de rosa, las palabras equivocadas pueden dañar hasta al más valiente.

 

Minutos después, mi teléfono vibra en el bolsillo de mi chaqueta, no le tomo importación, pero termino viendo que trata de Ryan, no tardo en leer el mensaje, uno donde se lamenta de nuestra mala suerte ya que en el sitio hubo un homicidio. Un escalofrió que me deja helada recorre mi cuerpo entero ¡Diablos! El disparo no ha fue producto de mi imaginación, si fue un asesinato y no soy yo la muerta ¿Quién? Los nervios me matan, temblando, con el corazón latiendo rápidamente logro llamar a Daniel, al tercer tono levanta

 

— ¿Liee?

 

— ¡Dan! ¿Cómo están todos? —  soy directa, pero es que no puedo con la angustia de mi pecho

 

— Bien, ¿Todo bien? ¿Ha pasado algo? ¿No estas con Matt? — suspiro aliviada — ¿Liee?

 

— Sí, bueno, desacordamos y me marche, no quiero hablar de él

 

— Sabes que te quiere ¿Verdad?

 

— Y yo a él, pero como amigo — me acomodo en mi lugar, con Dan en silencio del otro lado del teléfono, por poco creo que me ha colgado, pero pronto habla

 

— ¿Tu...?

 

—Yo creo querer a alguien más— ríe sin ganas

 

—Es ese chico, con el que desapareciste ¿No? — el nombre de Ryan sale de mis labios sin pensarlo, la verdad ni sé que siento realmente — ¿Por qué no le das una oportunidad a Matt? Él te quiere…

 

— No Daniel, no puedes obligarme amar alguien. Me comunicas con Joss por favor

 

— Ella está en clases — y cuelga, veo la pantalla del teléfono con odio, demonios solo esto me faltaba.

 

Guardo el teléfono maldiciendo, las chicas deben de estar en McGastón, y yo aquí jodiendo más mi miserable vida; cierro los ojos descansando la cabeza en el respaldar de la banca. Estoy perdiendo el juego, me estoy atrasando demasiado, necesito terminar con esto ya. Necesitaba despegar mi mente también.

 

— Sabía que ese cabello negro solo podía pertenecer a una persona, Liee — me acomodo en mi sitio, viendo a Brayden acomodarse junto a mí, cuando pregunta la razón por la que me encuentro acá respondo vagamente ya que ni yo tengo puta idea de eso. El castaño amable se ofrece a llevarme a casa, y luego a McGastón, al escucharme hablar de trabajo. Le agradezco feliz. Lo único bueno en lo que va del día.



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En el texto hay: mentiras, amor, dinero

Editado: 26.01.2023

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