Jueves 6 de agosto

Capítulo 15: Del mismo bando

—¿Tal parece que estar unos días en la cueva te subió el ego? —Alicia reía sarcásticamente —digo no, más de lo que ya lo tienes querido Derek.

—Me tienes en tu poder, pero aun así no diré nada —acomodaba su posición en la silla.

—Sí, sí, ya sé que no te interesa tu vida —movió su muñeca hacia abajo no dándole importancia —quizás no te importa lo que te pueda pasar a ti, pero si a tu mascota. Se llama Dusty, ¿no?

—Por favor no le hagas daño a Dusty.

—Nos vamos entendiendo. Dime entonces ¿Dónde está lo que robaste?

—Lo perdí en la cueva mientras escapaba de los Belicosos.

Alicia se acercó a él y lo miro directamente a los ojos —no te creo ni una sola palabra imbécil.

Yo estaba escuchando toda la conversación y mis ojos se movían de un lado a otro. No obstante, me mantuve pensando cuando nombraron la palabra “Belicosos” mi mente recordó que eso era lo que leí en la carta. Ese era el nombre de las criaturas, Belicosos y Obcecados.

Derek decía que no con su cabeza —no te miento Alicia, te lo juro.

—¿Piensas que soy una idiota? —pasaba la mano por su cabello —ya que no quieres cooperar tener que obligarte… ¡Dusty! ¡acércate estúpido perro!

Dusty estaba debajo de la silla ocultado entre las piernas de Derek. Él le gruñía mostrando sus dientes e intentaba morderla cuando ella acercaba su mano. Sin embargo, Alicia con ayuda de los otros militares lograron sujetarlo con una correa y le pusieron un bozal. Luego llevó el canino afuera de la habitación y se escuchó un disparo, al momento en que lo oí di un pequeño brinco y cerré los ojos.

Derek comenzó a llorar y a gritar —¡desgraciada! ¡no tienes alma!

Entró de nuevo a la habitación, limpiaba sus manos con un pañuelo y observó a Derek —ahora dime, ¿Dónde está lo que robaste?

—¡Ya te lo dije! —respiraba carraspeando su nariz.

—¡Estás acabando con mi paciencia! —pasó su mano deslizándola desde su frente hasta el mentón —dejen entrar al perro —señaló la puerta —pensé que hablarías, pero eres más duro de lo que creí.

—¡Dusty! —el rostro de Derek se iluminó con una sonrisa. El perro en un gesto de alegría fue en dirección de su dueño moviendo la cola y lamiendo sus manos, luego se ocultó de nuevo debajo de la silla.

—Quizás no he logrado sacarte información, pero sé que tú —lo apuntó con su dedo índice —y el prepotente de Cooper trabajaban juntos. Tendré que obligarte a hablar de otra manera. ¿Ves a estos chicos?  —asintió y nos señaló con la mano —si no me dices lo que quiero saber los voy a torturar.

—Si nos haces daño, juro que te arrepentirás —dije con un tono seco al mismo tiempo que abrí mis ojos y pensé ¿Qué estás haciendo?

—¡Cállate estúpida, no te he dado el permiso de hablar! —se acercó y estampó su mano en mi mejilla —entonces Derek, sé que no soportas que hagan sufrir a alguien. Aunque te has vuelto algo blando porque recuerdo lo que hacías antes con los prisioneros de este lugar.

Alicia tomó el martillo que había usado para golear a Nick. Lo sostuvo con una mano mientras golpeaba con ligereza la palma de la otra, la herramienta aún estaba llena de sangre y algunas gotas caían al suelo. Se acercó a Enrique y alzó el brazo hacia atrás para golpearlo en la cabeza.

—Teniente Piers —Arthur entró de nuevo por la puerta —lamento interrumpirla de nuevo, pero…

Bufó, bajó el martillo y volteó a observarlo —¿siempre tienes que interrumpir en el mejor momento? ¿Qué quieres?

—Disculpe teniente, pero es que las cosas en las instalaciones se salieron de control.

—¿A qué te refieres? —arrugó la frente.

—Los Belicosos y Obcecados han entrado a las instalaciones, algo les pasa. Están muy agresivos y frenarlos ha sido casi imposible —la voz le temblaba mientras hablaba.

—¡Diablos! —Alicia se caminó hasta la mesa y la pateó —nada me sale bien. Iré a organizar las tropas, no podemos permitir que avancen más. Arthur quédate aquí y cuida de estos prisioneros.

Arthur se quedó con nosotros y caminaba de un lado al otro mientras mordía las uñas de sus dedos.

—Arthur —dijo una voz por la radio que llevaba sujeta en su cadera —debemos irnos de aquí, si nos quedamos vamos a morir. Los Belicosos han acabado con todo a su paso.

Él tomó ña radio y la acercó a su boca —no puedo, estoy vigilando a unos prisioneros muy importantes.

—Olvídate de eso. Ya nada importa, tenemos que cuidar de nosotros mismos e intentar salir vivos de aquí —Arthur nos observó a todos y se preparaba para salir de la habitación.

—¡Por favor! —grité llamando su atención —¡no nos dejes aquí! ¡libéranos! ¡danos una oportunidad de vivir!

—¿Ahora si soy confiable? —alzó las cejas —lo siento, pero prefiero que me atrapen los Belicosos antes que la teniente se dé cuenta que los dejé escapar.

—Por favor —Derek habló —estos chicos son inocentes, no ensucies tus manos de sangre.

Arthur respiró profundo —está bien.




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