Dusty con sus patas delanteras cruzadas estaba acostado debajo de una mesa y repentinamente se levantó moviendo su cola mientras Derek lo acariciaba. Él nos explicó que lo ocultó en esa habitación para ir y ayudarnos a escapar.
—Continuemos, no perdamos más tiempo —abrió la puerta de la habitación.
El pasillo por donde caminábamos tenía laboratorios a ambos lados, además todo era de color blanco y una luz fosforescente titilaba haciendo que la claridad se perdiera.
—A veces la ira, el egoísmo y la envidia hace que los seres humanos se crean más que los demás —Derek estaba observando por una ventana.
Luego continuó caminando. Yo aproveché para observar a través de la ventana, vi como varios Belicosos estaban colgados en ganchos de reses y sus órganos depositados en frascos. Unos yacían en camillas con el abdomen abierto de par en par y otros no tenían la capa del cráneo pues estaba cortada dejando expuesto su cerebro.
Agité la cabeza y pasé la mano por mi rostro mientras apretujaba mis ojos. Al final de toda esa zona había una puerta doble que tenía un letrero en su cima, este decía “Morgue”. Al parecer era la única ruta de salida de ese lugar.
Al entrar a aquella morgue pude ver muchos cadáveres en bolsas apilados unos encima de otros. Además, había paneles que separaban una zona de otra. Dusty comenzó a ladrar y se adelantó perdiéndose de la vista de Derek.
En ese instante escuché un sonido muy ligero, fruncí el ceño y comencé a seguirle dándome cuenta que cada que avanzaba era más fuerte aquel bullicio. Más adelante el suelo estaba lleno de papelillos de colores iguales a los de una fiesta, los cadáveres cerca estaban llenos de ellos y entonces vi globos amarrados a las camillas y en las esquinas de los cubículos.
La música que sonaba era una sinfonía clásica que me resultaba familiar, sin embargo, luego cambió a una canción de cumpleaños. Fue ahí cuando me quedé paralizada y con los ojos abiertos casi brotando de mis órbitas.
Un pequeño radio emitía el sonido mientras un hombre cantaba entre sollozos la misma canción y se inclinaba frente al cadáver de una chica. Cerca de él había una mesa con un pastel de tres pisos y alrededor platos de vidrios llenos de aperitivos, también estaban dos sillas con cadáveres en ellas, uno no tenía cabeza.
El cadáver de la chica también estaba en una silla y él cantaba mientras acariciaba su cabello.
El hombre alzó la mirada y nos vio regalándonos una sonrisa —¿ves hija? —limpió las lágrimas de sus ojos —el resto de tus amigos vino a la celebración de tu onomástico.
—¿Sr Duane, que hace usted en este lugar y con el cadáver de Sonia?
Sacó un arma de su bolsillo —por favor siéntense, sé que no es la fecha correcta, pero siempre me gustó adelantarme.
—Lo siento mucho Duane —dijo Derek tragando en seco.
—¿¡Qué demonios pasa aquí!? —Luciano los miraba a ambos —¿¡ustedes se conocen?
—¡Cállate y tomen asiento! —Soltó un disparo al techo y luego nos apuntó mientras reía y lloraba al mismo tiempo.
Al sentarnos en la mesa donde estaban los otros cadáveres me di cuenta que eran mis amigos. El cadáver de Orlando tenía todo su abdomen rasgado y el mal olor se esparcía por el lugar a pesar de que el aire acondicionado se sentía con fuerza. Por otra parte, a Mario lo pude reconocer debido a la forma en que estaba vestido mientras que Sonia la habían reconstruido y ni siquiera era la sombra de la chica que yo conocía.
—Como lo habrán notado nos encontramos reunidos en este lugar para celebrar el cumpleaños de mi hija. Sé que por las circunstancias no pudieron traerle un regalo a mi niña, pero lo importante es que estamos todos presentes. Claro con excepción de Sabrina, les juro que me habría gustado que ella estuviera aquí, pero los Obcecados no dejaron cadáver alguno.
—Siento mucho lo de tu hija Duane, yo, yo traté de advertirte y…
—¡Tú no tienes idea de lo que siento! ¡ninguno de ustedes la tiene! —empezó a halar la silla con el cadáver de Sonia hasta que la acercó a la mesa donde estábamos nosotros —¡soy un completo fracaso, no pude salvarla!
—¿Usted trabaja aquí? ¿es parte de toda esta basura?
—No es tan fácil de explicar Andrea, pero en resumen si, llevo toda mi vida trabajando para los dioses. ¿Y para qué?, todo lo que hice no sirvió de nada —volcó la otra mesa que estaba cerca.
—Aún está a tiempo de hacer las cosas bien, aunque sea por la memoria de su única hija —Enrique lo observó.
—Esta vez no puedo ayudarte, todo se cancela. No trates de envolverme en tu labia barata.
—¡Por favor! ¡deje de apuntarnos con esa arma, usted nos conoce desde que somos unos niños.
Respiró profundo —tienes razón, mejor celebremos. Coman algo —señaló la comida en la mesa —relájense y pásenla bien.
Miramos la comida y aunque se veía deliciosa ninguno se atrevió a tomar algo. Duane hizo un espacio y sacó una caja con el juego de jenga.
—Para complacer a mi hija juguemos su juego favorito, igual que lo hacían en sus fiestas cuando eran unos niños.
Armó la torre con las piezas en medio de la mesa luego de apilar los platos unos encima de otros. Duane extendió la mano de Sonia y escogió la pieza, luego jugó Enrique su turno y el de Mario.
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Editado: 20.10.2022