Jueves

Martes 24 de febrero

 

Ana despierta a su hora habitual, le da de comer a Marco, se da una ducha rápida y se coloca lo primero que encuentra, dedica mucho tiempo a arreglar su cabello y por primera vez en meses se aplica un poco de maquillaje. Se dirige a la estación del tren, con la esperanza de cumplir la meta trazada el día anterior, conseguiría el nombre de ese chico que se estaba metiendo en sus pensamientos.

Dylan se despierta exhausto, el día anterior no había terminado de comunicarse con todo los clientes y debía entregar el informe al llegar a la empresa. Sale directo a la estación del tren, y compra el mismo boleto del día anterior, Ana lo observa desde la taquilla, en una posición estratégica para pasar desapercibida, una vez comprados los boletos Dylan se dirige a un lugar silencioso para adelantar un poco de trabajo, no puede evitar desviar la mirada y buscar a Ana, necesita verla, no había dejado de pensarla en todo el día, sentía miedo de no volver a encontrarse con ella, pero no sospechaba que ella estaba justo en el lugar en el que no fijó su mirada, tras él, caminando con paso firmé y decidido.

Cuando por fin encuentra un lugar poco concurrido saca su teléfono y marca un número de la lista de clientes, deseando que le conteste Y resuelva todo antes de subir al tren.

—Buenos días señor Rodríguez, le habla Dylan, soy su vendedor asignado.

Ana, que como se lo había propuesto el día anterior siguió al chico sin llamar su atención escucha atenta la conversación, al final conseguir su nombre fue mucho más fácil de lo que pensó, pero no menos satisfactorio.

Dylan, Dylan, se repite Ana una y otra vez, pensando cuán lindo es su nombre, tan lindo como él .Ella sube al tren, encuentra su lugar, el de siempre y mira con ilusión el asiento vacío frente a ella, que minutos después es ocupado por Dylan, quién siente su corazón desbocado al visualizar frente a él a la hermosa castaña y como un imán que lo atrae y una trampa que lo atrapa la mira, pero en cuanto sus miradas se cruzan, nervioso la desvía rápidamente.

Ana juega con sus dedos nerviosamente, con la mirada baja, pero no puede evitar dirigirla a Dylan, quiere fotografiar su rostro en su mente, para tenerlo siempre presenté, aunque no parecía necesario, pues el chico aparece cada minuto por sus más íntimos pensamientos, cuando menos lo espera ¿se estaba enamorando de un completo desconocido? No lo sabía, tampoco lo creía, pero se sentía muy bien. Desde hace mucho tiempo no se sentía viva, su vida se había vuelto una simple rutina, su personalidad tímida pero arrolladora podía engañar a cualquiera, tan introvertida, pero siempre irradiando felicidad con su enorme sonrisa, desde que había visto por primera vez a Dylan, su sonrisa tenía un motivo, guarda cada gesto, cada movimiento que el realiza en el viaje y lo reproduce durante todo el día, sonriendo como una tonta e imaginando una historia juntos, estaba imaginando una vida con un completo extraño, alguien que conoce hace menos de una semana, no imagina un matrimonio y mucho menos una enorme familia, por su mente cruza tomar un café, ver una película o simplemente sentarse juntos en el tren cada mañana.



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En el texto hay: amor, terrorismo, 11m

Editado: 23.08.2020

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