¿jugamos?

Ven conmigo... (Precuela) Parte 2

Sebastian se encontraba acostado en su cama mirándo al techo y jugando con el llavero de osito q le había regalado aquel chico cuyas intenciones todavía no le eran claras. Habían pasado ya tres horas desde que se había marchado, siendo para ese momento las ocho de la noche. El castaño se había duchado y puesto su piyama azúl con un estampado de un auto de carreras en la camiseta, era su favorita, pues se la habían obsequiado el día de su cumpleaños. Inspeccionaba la habitación con la mirada mientras meditaba lo sucedido en la tarde. La habitación contaba con dos camas individuales, una con cobertor de color azúl, que era la de Víctor y una color rojo, que era la de Sebastián. Frente a ambas camas y junto a la puerta se hallaba una cómoda vertical de tres gabetas sobre la que reposaba un televisor pantalla plana pequeño y un DVD. En medio de las dos camas se encontraba puesta una mesita de noche de madera clara y tras ellas un enorme ventanal cubierto por una sutíl cortina blanca. Y sobre las paredes color crema estaban pegados como decoración algunos posters y calcomanías de distintos temas y series.

Durante el tiempo que llevaba recostado se le hizo extraño que el amigo de su hermano mayor prefiriese tratar con su hermano pequeño que con él, había algo en ese chico que no le cuadraba, ver tanta amabilidad en una persona que a penas trataba se le hacía sospechoso. Sacudió la cabeza en una negativa, quizás solo estaba siendo amable por lo ocurrido en la tarde. Sí, quizás solo había sentido lástima de él por la brusquedad con la que lo trató su hermano, quizás lo estaba atacando la paranoya y por eso estaba viendo fantasmas donde no los había. Más sin embargo, por más que lo intentaba, no podía quitarse esa idea de la cabeza.

En ese momento, hizo acto de presencia en la habitación Víctor, quien traía una camiseta blanca con mangas y cuello en negro y unas bermúdas de cuadros amarilla. Su cabello aún se veía húmedo por la ducha que se había tomado minutos atrás, una toalla blanca se encontraba rodeándo sus hombros evitando que su camiseta terminase empapada aunque su cabello ya no gotease. Miró a la cama de Sebastian y sin decir nada se acostó en la suya. Eso era señal de que seguía enojado. El niño de ojos miel dio un suspiro, quizás se le pasaría si dormía bien esa noche, aunque tampoco iba a estar mendigando su perdón. Ya se había disculpado y no podía hacer nada más. Ambos ya habían cenado así que Víctor no tuvo problemas en instalarse en su celular hasta que fue hora de irse a dormir.

Mercedes entró en la habitación como hacía cada noche sin falta. Los chicos estaban ya arropados y en sus respectivas camas. Se tomó un momento para observarlos arrecostada en el marco de la puerta, ese era su momento favorito del día, ver a sus hijos esperándola para dormir. Se acercó a ellos y se sentó en la cama de Sebastian con una sonrisa entre sus labios. Ambos la observaban atentos. 

—¿Cómo les fue hoy chicos? ¿Se divirtieron?

— No mucho en realidad.— respondió Víctor— Sebastian se la pasó molestando todo el día. 

— Eso no es verdad...— se defendió Sebastián— Bueno lo que pasó fue que estabamos jugando...

— ...Estábamos jugando a las escondidas y Sebastian no dejaba de perseguirme y por su culpa me descubrieron.— Sentenció el mayor con enojo.

— Entiendo, pero era solo un juego Víctor no deberías enojarte tanto cariño, ya pasó.

— ¡Es que no es solo cuando juego con mis amigos, es todo el tiempo mamá!— exclamó cruzándose de brazos. 

— Está bien, hagamos una cosa, te lo compensaré mañana.— miró al otro niño con una sonrisa cómplice, lo que le despertó la curiosidad— Mañana saldré con Sebastian y tu podrás invitar a tus amigos a jugar después de la escuela, ¿está bien?— El chico sonrió y aceptó el trato. Mercedes tenía planeado llevar a Sebastian al cine mientras Víctor jugaba con sus amigos. La mujer se despidió de ambos con un beso en la mejilla para cada uno y se marchó de la habitación. 

Víctor fue el primero en quedarse dormido, pero Sebastian por más que lo intentaba no podía conciliar el sueño. Había algo que lo inquietaba mucho, sentía una incomodidad terrible en la habitación, como si alguien lo estuviese observándo detenidamente. Se sentó en la cama sin desarroparse las piernas, el lugar estaba oscuro y apenas alumbrado por la tenue luz que provenía de la calle. Sus sentidos estaban alerta, tenía miedo de que algo llegase a salir de las sombras a asustarlo. El aire acondicionado tipo split de la pared a penas estaba en el mínimo, pues Víctor era muy friolento, pero a percepción del niño, estaba haciendo más frío de lo normal. Examinó cada rincón del cuarto con suma atención para asegurarse que no había nada fuera de lo normal y así era, todo estaba en aparente órden. Pero él no se sentía seguro.  Siseó a su hermano en un susurro para llamar su atención, éste dio un par de vueltas en su cama sin despertarse aún.

— ¡Hey!, Víctor. — llamaba el castaño menor hasta que logró captar su atención.

—¿Qué quieres...? Déjame dormir.— habló con voz somnolienta mientras dirigía una mirada fastidiada a su hermano.

— Víctor, ¿no sientes algo raro en el cuarto?

—¿Qué...?,¿algo como qué?— el mayor se acomodó en la cama y echó un vistaso al cuarto aún adormilado—Aquí no hay nada, deja de ser tan cobarde y vete a dormir, ya es tarde y tenemos escuela mañana. No pretendo llegar tarde otra vez por culpa tuya. — Sentenció girándose y volviéndose a arropar.



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En el texto hay: misterio, historiacorta, juegosdiabolicos

Editado: 01.07.2019

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