Ya los amigos de Víctor habían llegado y se acomodaron todos en la sala a jugar video juegos como estaba previsto. Jeremy y Pedro habían llevado algunas frituras para compartir, Juan y Luis se habían puesto de acuerdo para entre los dos comprar una botella de refresco y Miguel había llevado unas galletas que hizo su madre esa misma mañana.
—Oye Víctor, ¿y cómo les ha ido en la nueva casa?— Preguntó Juan mientras estaba al mando de los controles y presionaba botones euforicamente. Estaba en medio de una partida intensa de" Shadow Fight 2" Contra Miguel.— He escuchado que en este tipo de casas antíguas salen fantasmas. ¿No te han echado algún susto por la noche?
—No. — respondió el castaño desinteresadamente, estaba recostado en el mueble.— El único que me ha dado molestias a media noche ha sido Sebastian. Anoche me despertó diciendo que el cuarto se sentía raro y que no podía dormir. Resultó que eran puras paranoyas súyas, porque cuando lo mandé a dormir lo hizo y dejó de quejarse.
—¿No crees que podía tener algo de razón?— intervino Pedro— Dicen que algunas personas tienen la capacidad de percibir cosas paranormales.
— No lo ha hecho en toda la vida que yo tenga entendido, ¿por qué cambiaría ahora?— Pedro se encogió de hombros y siguió observándo la partida.
— Me recuerda una historia que me contaron mis hermanos hace tienpo— Habló Luis. quien captó la atención de la mayoría del grupo, a excepción de los que estaban tras los controles, quienes, a pesar de no mirarle, estaban escuchando con atención. El chico solía contar buenas historias y eran aún más interesante cuando incluían a sus hermanos mayores, pues no solía hablar mucho a cerca de ellos.— Esto ocurrió hace unos años, mis hermanos me lo contaron cuando vivía con ellos en mi pueblo natal, antes de mudarme aquí.
— Si es una de esas historias estúpidas que terminan con un " Y su fantasma ahora vaga en pena en busca de incautos" Ahórratela o te patearé el trasero.— Dijo Miguel, moviéndose y presionando botones como loco sin despegar la vista de la pantalla.
— No, no es nada de eso, te lo aseguro. En realidad no es como nada que hubiesen escuchado antes.— explicó Luis— Recuerdo que estábamos en la casa de mis abuelos, que no quedaba muy lejos de la nuestra, en fin, era un pueblo pequeño y todos conocían a todos y como era de esperarse, los chismes corrían como la pólvora. Nos encontrábamos sentados en el patio trasero de la casa de mi abuela, que era de tierra y en el centro del mismo había una enorme mata de mango, recuerdo yo. Estábamos sentados en bloques rojos puestos en semi círculo. Eso hacíamos cuando la abuela tenía que cuidarnos y se hartába de nosotros, ya no nos quería dentro de la casa, más aún si estába preparando la cena— Rio él ante aquél recuerdo.— y no la culpo, de pequeños éramos terribles, la palabra inquieto se quedaba corta con nosotros. Hubo una vez que sin querer soltámos al toro del vecino cuando robábamos ciruelas de su plantación, ese animal tumbó la cerca que separaba las dos parcelas y nos estuvo correteando durante casi media hora, luego por el escándalo salió la abuela y también se unió al rodeo, por suerte logró esconderse dentro de la casa y nosotros nos subímos a un samán jóven en frente de la casa.
Para nuestra desgracia, el vecino no estába y la parcela más cercana quedaba casi a un kilómetro. Estuvimos así una hora completa hasta que llegó mi papá con el abuelo y enlazaron al toro. Nos castigaron todo un mes y además tuvimos que hacer trabajos forzados para pagar los destrozos que hizo el toro en el patio del vecino ... Pero en fín, me estoy desviando del tema...
<<En aquella ocasión, nos pusímos a echar cuentos de miedo, fantásmas y espéctros que se aparecían en los pueblos aledaños o en el mismo pueblo. Estábamos Marco, William y yo. Marco, el mayor de nosotros comenzó a contarnos acerca de algo que vió cuando tenía más o menos nuestra edad. Una noche, mientras iba de la casa de nosotros a la de la abuela para buscar azúcar, vió una sombra negra con la forma de un hombre, pero éste no tenía boca y orejas, pero si se le notában en plena oscuridad de las polvorientas calles unos ojos amarillos como los de una serpiente. Al principio pensó que era algún borracho que se pasó de copas y estaba perdido, pues no se distinguía bien su silueta y cerca de allí se encontrába una licorería muy popular. Bueno, eso creía, hasta que comenzó a caminar hacia él y vió que la luz de un poste cercano lo atravesaba parcialmente, como si estuviese hecho de un humo negro muy espeso y la pequeña maleza a su alrededor estaba ennegrecida y moribúnda.
Marco se paralizó de miedo, la sombra se acercaba a él a una velocidad impresionante, como si se estuviese teletransportando en forma de humo, pero a la vez su paso era errante, como si se encontrase herido por el costado pero no lo estaba . Mi hermano corrió a todo lo que le daban las piernas, pero decía que mirába de reojo a sus espáldas y la sombra lo seguía sin problemas. No tuvo más remedio que llamar a la puerta de la primera casa que encontró, era de una vecina amiga de mi mamá por suerte, quien le abrió rápido al ver la urgencia con la que golpeaba la puerta y llamába. Entró al lugar corriéndo a penas abrieron la puerta, sin saludar, ni nada. La vecina se extrañó también y se asustó por lo pálido y tembloroso que estába Marco.
Entre preguntas asustadas de la vecina y lo agitado que se encontrába, mi hermano miró de reojo la puerta y dice que solo vió a un imponente doberman negro observarlos sentado desde la lejanía, inmóvil, espeluznante y con un porte que en la oscuridad en la que se encontrába lo hacía lucir aún más aterrador. Pero lo que lo asustó de verdad, fue que la totalidad de sus ojos eran de un negro brillante, lo que por supuesto no era ni mínimamente natural. Esa noche la pasó en la casa de la vecina quien después de escuchar lo ocurrido, no quiso dejarlo salir bajo ningún concepto hasta el siguiente día, por supuesto, se puso en contacto con mis papás y le dieron permiso. Menos mal que lo hizo, a la mañana siguiente descubrieron que el doberman de uno de los vecinos de la zona se había escapado y lo encontraron muerto cerca de la casa con un enorme corte en la garganta.