—¿Ya subiste todo en el carro?— Preguntó Mercedes a Ivan, mientras, se miraba en el espejo de la sala para arreglar el cuello de su camisa a rayas y aplicarse maquillaje. Ya estaban afinando los últimos detalles de su viaje, por suerte una de sus amigas estaba dispuesta a cuidar a sus chicos unos cuantos días, entendiendo la gravedad de la situación.
— Si, ya está todo listo, ¿no falta ninguna maleta?— habló Ivan desde la puerta, sacando un par de maletas de mano al porche.— Listo, ¿Lleva todo?¿Identificaciones, efectivo, comida para el camino, agua...?
— Si todo está listo.— Dijo Mercedes saliendo al porche— Solo falta que llegue Sandra y podremos irnos, ya no debe tardar, dijo que venía en camino.
— Bueno, aunque conociéndola, seguro ni siquiera se ha duchado, ni hecho la maleta y seguramente cuando salga le faltaría pasar quince semáforos en rojo. Pero en serio, ¿está segura de que puede acompañarme, es un largo viaje?, recuerde que está embarazada y no puede hacer grandes esfuerzos.
— Si, Ivan, ya me lo has preguntado como cien veces hoy, y eso que solo son las ocho de la mañana, como si las náuseas y sus pataditas no me lo recordásen veinticuatro siete.— soltó una sonrisilla y se volvió para entrar nuevamente a la casa a buscar su cartera— en serio, pobre de la chica que llegue a ser la madre de tus hijos, no le darás tiempo ni de respirar.
—Por cierto, hablando de niños ¿Dónde están Víctor y Sebastian?
— Están arriba recogiéndo unas cosas que les pedí del baño y arreglando el cuarto para Sandra, aunque ya lo había arreglado en su mayoría esta mañana, pero ellos insistieron en ayudar. Déjame ver qué falta, siento que se me olvida algo.— Dijo acariciando su mentón y moviendose de un lado a otro, pensando detenidamente qué detalle se le saltaba.— ¡Dios, que boba soy! Casi se me olvida la tarjeta de crédito.— Corrió escaleras arriba esquivando a Víctor quien venía de bajada con una bolsa llena de cremas de distintos tamaños y formas.
— ¡Eh Ivan¡, ¿Dónde pongo todo esto?— preguntó el niño acercándose al mayor.
—¿Para qué es todo eso?—inquirió Ivan agarrando la bolsa extrañado. Víctor se encogió de hombros.
— Ni idea, mi mamá mandó a recogerlos del baño y me dijo que te los diera.— Ivan arrugó el ceño inspeccionando el contenido superficial de la bolsa.
— ¡Dios!, las mujeres tienen una crema para todo— murmuró el moreno metiéndo la bolsa en la maleta del carro. Víctor se encogió de hombros desinteresadamente y volvió a la casa esquivando a Mercedes quien regresaba apresuradamente con una tarjeta de crédito azúl entre manos.
— ¡Ya la tengo!, ahora si está todo listo.— anunció la rubia.— Solo falta que...— Sonrió ampliamente al ver un carro blanco entrando en el garage y estacionando junto a su camioneta— ya llegó Sandra —anunció dirigiéndose hasta el carro al tanto de que una mujer pelinegra se bajaba de él.
— ¡Hola Sandra corazón! ¿Cómo has estado?— se dieron un beso en la mejilla y un fuerte abrazo— Valla, como has crecido, estás bellísima— dijo observándo a la muchacha. Y Mercedes no exageraba, Sndra era muy atractiva, tenía el cabello negro, liso y largo, un rostro fino y de facciones hermosas y un esbelto cuerpo. Traía una camiseta blanca con el logo de la famosa banda de rock "Linkin Park" que sin lugar a dudas era la favorita de la chica, acompañada de unos jeans ajustados y unos zapatos deportivos blancos. Era la hija mayor de una amiga de Mercedes a la que le pidió ayuda y que al no estar disponible, le pidió el favor a su hija.— Ven, ¿ya conoces a mi sobrino Ivan verdad?
— Si, tú me lo presentaste en aquella fiesta de Sebastian, hace unos meses si mal no recuerdo.— Sandra cerró el carro y activó la alarma.— ¿es el morenito de ojos marrones de aquella vez verdad, el hijo de Marta?
— Si, si, ese mismo.— Contestó Mercedes
— Si, lo recuerdo .Por cierto, Lamento lo de Marta. Quedé impactada cuando me lo comentaste por teléfono, ¿qué fue lo que pasó? — preguntó con expresión seria. Mercedes dió un profundo suspiro.
— Fue un accidente. Una falla eléctrica inició un incendio que fue a parar a la bombona de gas, ésta explotó y ella quedó atrapada en su cuarto hasta que llegaron los boberon, pero el humo y las llamas ya la habían alcanzado parcialmente cuando la sacaron, murió en el hospital anoche de una insuficiencia respiratoria. Ivan está destrozado, pero lo discimula porque está con los niños— relató Mercedes.
— Ya veo y no es para menos, ¿y cómo están los chicos?— Preguntó comenzando a caminar hacia la casa.
— Súper emocionados, Sebastian tiene un itinerario planeado como para un mes— Sandra sonrió— ¿Me pregunto si sabrá que solo me voy por una semana?
— Veámoslo por el lado bueno, por lo menos se organiza.— bromeó la chica sacándole una sonrisa a Mercedes. Llegaron donde estaban Ivan y los niños subiendo la última maleta a la camioneta.
—Ya está todo listo. — anunció Ivan a Mercedes.
— Excelente. Ivan, ¿Te acuerdas de Sandra?, te la presenté en la fiesta de Sebastian.
—Cómo olvidarla. Un placer volver a verte Sandra.— dijo sonriente Ivan. Desde que Mercedes se la presentó en la fiesta, Ivan se había vuelto amigo de Sandra y hasta de vez en cuando salían a comer o a tomarse un café y es que Sandra con veintiocho años era una mujer independiente y hermosa, cosas que llamaban la atención del moreno, pero no eran más que amigos en ese momento.
— Igualmente Ivan. Lamento lo de tu mamá. — dijo con pesar la muchacha. Ivan dio un suspiro.
— Si, fue algo demasiado repentino y es un sentimiento que de verdad no le deseo a nadie. Nos damos cuenta de lo valioso de las cosas cuando ya las perdimos.
— Si tienes razón.
— ¡Sandra!— gritó Sebastian desde la puerta emocionado y corrió a abrazar a quien sería su niñera. Tras de él iba caminando Víctor quien también saludó a la mujer.