Tras aceptar todos, Víctor avisó a Sandra que jugarían afuera y ella accedió con la condición de que no se fueran lejos de la casa, ya se encontraban todos reunídos en el jardín delantero.
— ¿Quién cuenta esta vez?— Preguntó Víctor.
— A mi no me míren, yo lo hice la última vez— dijo Abram.
— Yo lo hago. — se ofreció Miguel.
— Bueno, entonces empecemos, la taima va a ser donde siempre. — Miguel asintió y se dirigió hacia un árbol entre la acera y el patio en el que le tocaba contar.
Cuando empezó, todos corrieron a esconderse, Sebastian no sabía dónde ocultarse y seguir a Víctor o a alguno de los otros hasta sus escondites no sería buena idea, no quería que pasase lo de la vez anterior, pero entonces debía pensar rápido, su tiempo era extremadamente escaso. Miró a todos lados y se le ocurrió una idea brillante. Corrió hasta el lado del garage, sabía que Sandra había dejado el carro con la alarma puesta, siempre lo hacía al bajarse, así que usaría aquello a su favor. Tenía un plan, pero debía ser muy rápido. Se ocultó tras el carro, de manera que no lo viese Miguel, aunque estaba seguro que comenzaría a buscar por el otro lado del patio, que era el que le quedaba más cerca. Esperó pacientemente un largo rato, cuidando que no lo descubriésen hasta escuchar que ya habían atrapado a la mayoría, para entonces solo faltaban él y Abram, fue en ese momento cuando puso en marcha su plan.
El chico de mirada dorada abrió la puerta del carro, haciendo sonar escandalosamente la alarma, lo que sabía que llamaría de inmediato la atención de Miguel y lo buscaría. Aprovechando su pequeño tamaño, se escabulló rápidamente por detrás de la casa entre la maraña de arbústos y monte. Escuchó unos pasos acercarse corriendo al garage que había dejado a sus espalda, pero sin prestarles atención siguió su caminmo. Al otro lado de la casa, Miguel tenía una buena racha al buscar y encontrar rápidamente a sus amigos, las escondidas era unos de sus juegos favoritos, era muy bueno en ello.
— ¡Uno, dos, tres por Abram!— exclamó Miguel al haber atrapado al chico de cabellera risada cuando intentaba tocar la taima para ganar, había escuchado la alarma del carro y dedujo que uno de los chicos la había activado por accidente, así que corrió a ver de quién se trataba y en eso descubrió a Abram queriendo escabullirse.— Veamos, veamos, me falta Sebastian, ¿dónde se pudo haber metido...? Un momento, si yo estoy aquí significa que...— Miguel no tardó en darse cuenta del plan de Sebastian y salió corriendo a proteger la taima y efectivamente, cuando llegó al otro patio, Sebastian estaba escabulléndose en dirección a la taima.
— ¡Espera ahí, no vas a escaparte!— Gritó Miguel corriendo en dirección a Bastian, quien al percatarse de que había sido descubierto, se echó a correr tan rápido como pudo, pero Miguel fue más rápido y por lo rápido que iba, embistió al niño sin querer justo antes de llegar a la taima. Miguel no midió su fuerza y Bastian cayó al piso revolcádose por completo en un charco de barro que había quedado de las lluvias de los días anteriores, el rubio también patinó y se cayó en la orilla del pozo muy cerca de Bastian, pero estaba tan inmerso en el juego que por un momento, solo pensó en su objetivo.— Uno, dos, tres, por Sebastian. — aprovechó la oportunidad para terminar el juego.
Fue entonces cuando todos se acercaron, para ellos era normal ese nivel de brusquedad, pero para Bastian no. Él era mucho más pequeño y frágil que ellos. Víctor se acercó a ver cómo estaba su hermano, quien se levantó como pudo, estaba completamente cubierto de barro, desde la punta de los pies hasta la cabeza. El menor trató de limpiarse la cara, había tragado algo de agua de charco dejándole una sensación desagradable en su naríz y boca, se sentía repugnante. Toció producto de agua que había entrado por sus fosas nasales dejándole una desagradable experiencia. El niño trató de levantarse e hizo una mueca al apoyar la mano izquierda, le dolía mucho.
— Sebastian, ¿Estás bien?— preguntó Víctor preocupado, si le pasaba algo Sandra lo mataría.
— Perdón, Perdón, no fue mi intención. — Se disculpaba Miguel tratando de ayudar al chico a levantarse, pero él lo repelió.
— ¡Me empujaste a propósito! — sentenció Sebastian enojado, aún con las gotas de agua cayendo por su rostro.
— Vamos, no te pongas así, solo es un juego y esto fue un accidente— Trató de minimizar Pedro, lo que hizo enojar aún más a Bastian, se sentía avergonzado y le dolía el cuerpo tras la caída, sobre todo su mano y tendón, posiblemente se golpeó con alguna piedra al caer.