- Vamos a dos equipo de tres personas, yo me voy con George y Michael, el equipo que pierda va dar una ofrenda al equipo ganador, para hacerlo interesante, ese algo tiene que ser importante para la persona - dijo Tobías.
- No me parece justo - dijo Ángel.
- ¿Tienen miedo? - Tobías preguntó con un tono hilarante.
- Déjalo así - Nicolas le dijo a Ángel.
- Las reglas del juego serán muy simples, valen todas las calles, hasta donde pasa la pista principal, ese es el límite, se vale correr, el equipo que tarde más en encontrar a los otros, gana - concluyó Tobías.
El cielo parecía nublarse en aquella noche, las calles del vecindario estaban hechas de concreto, algunos faroles alumbraban los caminos.
En un muro, empezaba a contar en voz alta, Tobías, a la vez que su equipo cerraba los ojos mientras recostaban su cuerpo en el muro. Al cabo de contar hasta diez, Tobías en compañía abrieron los ojos, voltearon a ver alrededor sin encontrar pista alguna de los chicos.
- Nos dividiremos, ustedes toman las calles de los lados y yo tomaré la calle central - dijo Tobías antes de que partieran.
***
Mientras Tobías empezaba a contar, Katherine y los demás corrían para alejarse de ellos, una vez que estaban lo suficientemente lejos, se detuvieron.
- Tenemos que separarnos - dijo Nicolas
- Tengo una mejor idea, yo me conozco un buen lugar, voy a ir con Katherine y tú te escondes lo más lejos posible - dijo Ángel
- ¿Te refieres al barranco? - preguntó Nicolas
Ángel asintió con la cabeza, seguido de esta acción, se alejó con Katherine mientras Nicolas corría en dirección contraria.
Katherine y Ángel llegaron a un barranco, lo bajaron y luego llegaron a una pequeña cueva, entraron y Ángel tapó la entrada con un arbusto y encendió una vela, adentro había un pequeño espacio con algunas cosas de Ángel y Nicolas como cuadernos, latas de comida, entre otras cosas. Más adentro había unas mantas, las cuales Katherine tendió para que se sentaran.
- Entonces aquí es su guarida - dijo con curiosidad Katherine.
- Podría decirse que sí - respondió Ángel.
- Me gusta - dijo Katherine mientras miraba a su alrededor
De pronto, Katherine desvió su atención a un pequeño libro que se encontraba entre las cosas de Ángel.
- No creo que te guste - dijo Ángel.
- ¿Por qué? - preguntó Katherine.
- Es de terror - respondió mientras sonreía.
- Léemelo - dijo Katherine mientras mostraba curiosidad.
- ¿Segura? - preguntó Ángel.
Katherine asintió con la cabeza, Ángel se dispuso a leer el libro.
Cuenta la leyenda, que una vez, en una sombría cárcel, debajo de un palacio, yacía un hombre que había perdido la cordura, con una gran joroba y ojos desalineados, sin dientes y con garras en lugar de uñas. Nadie conocía el pasado de aquel sujeto y pocos sabían de su existencia, su nombre se había convertido en un mito, familiar de la realeza. Nadie soportaba siquiera verlo, y cuando un caballero tenía la encomienda de llevarle la comida, el prisionero no daba un sólo bocado y se alteraba, era tal el miedo que impregnaba, que no había caballero que durara una semana. Hasta que una vez, una doncella bajó a su calabozo, sin esperar que su primo lo reconociera se acercó, al mirarlo, un silencio se hizo, puso el plato en el suelo y lo acercó para luego marcharse. Mientras la doncella se alejaba, su primo, se alteraba, de pronto, el sujeto empezó a golpear los barrotes con una fuerza descomunal. Los barrotes no resistirían tanto, y cuando salió, empezó a perseguir a la doncella mientras gritaba, gritos que eran indescriptibles. Unos caballeros que cubrían la entrada salieron en su auxilio, mientras la doncella subía las escaleras, los caballeros luchaban contra el sujeto sin lograr siquiera herirlos, el monstruo tomó la cabeza de uno de los caballeros con su mano y la hizo explotar, el otro caballero clavó su espada en el pecho del monstruo pero no logró hacer nada, él levantó al caballero y lo abrazó con tal fuerza que quebró todos sus huesos. La doncella llegó donde su padre, el rey mientras su primo corría por el castillo en su búsqueda. El rey dijo "No podrán detenerlo, es una maldición que nos lanzó una bruja, un demonio que cuidará este castillo por siempre, nuestra familia está encadenada, y lo único que podemos hacer es detenerlo". El monstruo llegó hacia el salón del rey, con sangre en todo su cuerpo, calmándose sólo al ver a la doncella. Con el pasar del tiempo, la maldición fue pasándose de generación en generación, hoy en día no se sabe dónde yace la criatura, pero su maldición es eterna, y espera siempre a su doncella.
- ¡Bu! - exclamó Ángel.
Katherine se asustó por un momento, después ambos se rieron. De pronto, un ruido en los alrededores pone a Ángel en alerta.
- Deben estarnos buscando, tengo una idea, escóndete con las mantas y yo saldré, si me encuentran, voy a llevarlos lejos de aquí - dijo Ángel.