Jugar a las doctoras

Jugar a las doctoras

– Fue entonces cuando el camionero se percató de que su acompañante no estaba – con una voz suave conté eso alumbrando mi rostro con la linterna – Entonces sintió una mano rodearle el cuello y se salió de la ruta cayendo por el acantilado – apagando mi linterna grité con todas mis fuerzas y mis amigas gritaron también muertas de miedo. Los chicos se ríen y abrazan a mis amigas que se esconden entre sus brazos, una risa se me escapa de mi garganta y señalo a mis amigas. – Por favor esta historia ni siquiera da miedo solo los bebés se asustan – comento entre risas ahogadas y le doy un trago a mi cerveza mientras los chicos encienden las lámparas para traer un poco de luz.

– Mejor cambiemos de tema no me gustan las historias de miedo – comenta Eve mi mejor amiga aferrada al brazo de su novio que la abrazaba de manera protectora.

Pensando que eran unas miedosas le entregue mi linterna a uno de mis amigos que comenzó a relatar una historia tonta de como en segundo grado se meo en sus pantalones luego de ver a la niña que le gustaba. Esa noche en la fogata ninguno quiso contar mas historias de miedo no mientras las chicas estuvieran despiertas. Pero en cuento ellas se metieron en las carpas mi novio comenzó a relatar una historia de miedo, una donde desaprecian personas y del otro lado de la montaña se escuchaban tetricos ruidos esa historia ya la había oído antes en videos de internet y era realmente buena. La noche se volvió más fría y apagando la fogata nos metimos en nuestras carpas para dormir.

Por lo general durante el verano nos juntamos con mis amigos para salir a acampar, hacer exploraciones urbanas ir a la feria o ir a la playa cuando el calor se hace muy insoportable. No todo es diversión para mi pues en el verano continuo con mi trabajo de niñera, trabajo de esto desde que tengo doce años y me eh ganado una buena reputación cuidando niños. La gran mayoría se portan bien porque me conocen, pero existen las excepciones que son pequeños monstruos y tengo que contenerme para no matarlos.

Como estaba de campamento con mis amigos decidí darme unas vacaciones del cuidado de niños que es una tarea realmente estresante. Les había dicho a mis padres que no tomaran llamados con relación a mi trabajo como niñera, pero un llamado insistente hizo que ellos me dieran el número de nuestra vecina. Dorothy Santobic nuestra vecina madre de la pequeña Thea de cinco años la cual no sale mucho de su casa y a la cual eh visto pocas veces asomarse a las ventanas de su habitación.

– Señora Santobic no puedo cuidar a su hija yo estoy en un campamento con mis amigos – contesto a las insistencias de la mujer.

Por favor necesito una niñera y tú eres mi último recurso, te pagare el triple y solo será una noche – la insistencia de mi vecina hizo que me pensara dos veces antes de ver a mis amigos. Ellos estaban preparando nuestro almuerzo era nuestro cuarto día de campamento y en dos días volveríamos a casa.

– Esta bien señora Santobic regresare esta tarde, pero quiero el pago triple y en efectivo – le digo a la mujer esperando que con esas palabras ella se arrepienta.

Claro te pagaremos el triple y en efectivo – sin decirme mas nada la llamada se corto y yo me quede con una extraña sensación en la boca. Suspiré para acercarme a donde estaban mis amigos y les dije que debía irme a casa porque me surgió un trabajo que no puedo rechazar. Ellos como es lógico se enojaron, pero al final decidimos que me iría en la tarde cuidaría de la niña y en cuanto los padres regresen yo volveré al campamento.

Mi novio fue el encargado de llevarme de nuevo a mi casa donde tome una ducha y aliste unas cosas para cruzar a la casa de alado y tocar la puerta de la familia Santobic. Apenas me abrieron y entre en la enorme casa sentí el frio pegarme en la cara y me abrace para que se me pase un poco pero el frio era insoportable asiendo que mis dientes castañeen. Fue sumamente extraño eso por lo que termine por preguntarle a la mujer que me estaba explicando donde estaban las cosas en la casa.

– Señora Santobic perdone la pregunta, pero ¿porque hace tanto frío? – pregunto con la voz temblorosa al igual que todo mi cuerpo debajo de mi campera de jean. Mis piernas temblaban ante la desnudes de mi piel contra el frío de aquella casa, ponerme una falda no fue una buena elección.

– A mi hija le gusta el frío además en su estado el frío es lo mejor para ella – la señora Santobic hablo sin la más mínima expresión de sentir frío. Tenía su frente en alto con su moño perfectamente peinado y el vestido negro elegantemente marcando con delicadeza su cuerpo. La señora Santobic destilaba elegancia por donde se la mirase, sus finas joyas demostraban que tenían dinero, pero su modesta casa mostraba que no lo despilfarraban como otras familias.

– ¿Está enferma? – no entendía cómo podían vivir en ese frío tan extraño. Sabía que la niña de la familia estaba enferma pero no entendía cómo podían vivir en este frío y la pequeña no enfermase. La vaga idea de que fueran rusos o descendientes de estos para soportar aquel frío sepultar fue lo primero que se me paso, pero de igual forma porque quieren pasar frio.

– Es alérgica a las altas temperaturas veraniegas – frenando su andar la mujer la mujer me miro para luego abrir una puerta que tenía escrito con letras color rojas "Thea" cuando aquella puerta termino de abrirse pude ver a una niña – Ella es Thea – presentó a la pequeña que estaba jugando con sus muñecas – Thea ella es Ciara tu niñera – Thea dejo de jugar con las muñecas y se giró para verme con una sonrisa que le faltaba un par de dientes. Eso la hacía verse tierna, quisa esta sería otra noche de niñera tranquila como cualquier otra.

– Otra cosa Ciara antes de irme – unos chasquidos hicieron que dejara de ver a la pequeña Thea para prestar atención a la señora Santobic. Esta salió de la habitación caminando por el corredor con su peculiar forma elegante de andar. Y la seguí bajando juntas a la planta baja donde justo debajo de las escaleras se encontraba la puerta del sótano. Abriendo la puerta la señora Santobic encendió la luz bajando las chirriantes escaleras mientras yo caminaba detrás suyo – Aquí está la calefacción si tu vez que la temperatura sube baja a regularla siempre debe estar a 8°C recuérdalo – mirándome con una mirada penetrante la señora me enseño cómo funcionaba el dispositivo que mantenía toda la casa calefaccionada.




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