Todo callaron, se ve que me vieron muy nervioso, muy sacado, todos los taitas tienen su freno, no son tontos. Yo no soy ningún taita, pero cuando me enojo, me enojo mal, no mido las consecuencias. En realidad si las mido, jamás le pegué a una mujer ni le pegaré, aunque Cecilia a veces parece que busca ese límite ¡Qué calentura me agarré! ¿Cómo puede ser tan tonta para minimizar todo? Todo el tiempo, nena de mama, nena malcriada, pero la quiero, aunque no haga el amor como Jazmín.
Me agarraron ganas de llamar a Jazmín. No sabía si la extrañaba o quería comparar su actitud con la de Cecilia.
- Hola...Jazmín
- Si, mi rubio hermoso...
- ¿Cómo andás?
- Todo bien, amor. Acá planchando ¿Y vos?
- Trabajando
- Jjajjaajja, no me hagas reir.
- En serio.
- Ah, me acuerdo hoy ibas al ministerio.
- Si tal cual.
- Bueno, me alegro. ¿Todo bien?
- Si todo bien
- ¿A qué hora llegás a tu casa? Sí querés te espero. Hoy me quedo hasta las cuatro, pero si querés nos vemos un rato.
- Dale, pero no sé a qué hora
- Avisame.
- Tal vez me vea con Cecilia.
- No hay drama, vos avisame, podemos estar los tres juntos, sabes que le tengo ganas.
- Si, yo también
- Es bonita tu novia ¡¡¡Chau nene!!!
¡¡¡Cómo me excitaba Jazmín!!! No solo a nivel sexual, me encantaba su forma de ser, me hechizaba, me embrujaba, podía estar hablando horas con ella, y todo me resultaba interesante. No sé si realmente lo era, pero ella era interesante, libre, con unos labios perfectos, gruesos, frescos, una boca grande que usaba muy bien.
Y otra vez, Jazmín (para variar), no me defraudó. Cuando le dije que estaba trabajando en el ministerio, no me dijo una palabra sobre ello, no me hizo ninguna pregunta indiscreta, no me hizo ningún comentario que me incomodara. ¿Me estaré enamorando de ella? Hacía rato que me venía pidiendo un trío con mi novia, pero yo no me animaba a decirle nada a Cecilia, era tan tradicional. Pero Jazmín tenía muchas ganas y yo también...una vez hicimos una pequeña orgía con un amigo mío, Osmar, ese día Jazmín estaba exultante, era la primera vez que estaba con dos hombres, no le daban las manos, la boca, entrego todo, gozando como solo ella podía hacerlo, con una cara de placer que nunca vi en mi vida en ninguna persona, amaba el sexo, no tenía rollos, ni prejuicios,
Ya me estaba aburriendo, hacía más de dos horas que el ministro se había ido a ver al presidente, y por suerte veo que está llegando.
- Bueno, ya está todo controlado. ¿Cómo andás nena?
- Bien papi, ¡No me digas nena!
- ¿Cómo te trato el pendejo?
- Bien, es medio callado.
- Son los peores More.
Me miró nuevamente como escrutándome, mientras su hija me miraba con cara de perra en celo, no estaba seguro, pero la pendeja me parece que es una trola de aquellas.
El ministro nos contó muy por encima su reunión con el presidente, dijo que yo tenía un trabajo especial y empezaba esa misma noche. Me dio las llaves de un auto para hacer un "seguimiento".
- ¿Y en que consiste el seguimiento?
- Ya te vas a enterar, tenés que seguir a gente de la contra.
- ¿De la contra?
- Si, a uno del partido radical que está pisando fuerte.
- ¿Voy solo?
- Si querés podés ir con alguien, con tu novia, con quien quieras.
- Buenísimo.
- Te estoy cargando. No le cuentes a nadie nada. Vas a ir con Krusat, vos maneja.
- Ok..
- Bueno ya son las 4 de la tarde, podés irte, te quiero hoy a las 10 de la noche en el comité.
- ¿Ya puedo irme? ¡Qué bueno!
Bajé hasta la cochera, el auto era casi 0 km, plateando, grande. Cuando llegué a casa me encontré con una sorpresa, en realidad con dos: Cecilia y Jazmín.
- ¡Hola mi amor!
- ¿Cómo andas, Ceci?
- Todo bien.
- ¿Cómo le va Edgardo?
- Muy bien Jazmín, que sorpresa.
- Es que mamá se cayó de la escalera y se quebró una muñeca, y me quedé un rato más para cubrirla.
- ¡Pobre, Clotilde! ¿Y cómo está ahora?
- Está bien, esta acostada en su cuarto mirando tele, quiere pasar a verla.
- Si, esperame Ceci.
Mientras íbamos hacia la habitación de Clotilde por un pasillo, Jazmín no paraba de manosearme y de besarme. Era pura calentura, sexo en estado puro.
- Me encanta lo putita que sos.
- Y a mí me encanta ser tu putita, pedime lo que quieras.
- Vamos al baño...
Era insaciable...pero solo hubo un jugueteo, no podíamos hacer nada más, ella era de gritar mucho. Me entrego sus pechos duros y con hermosos pezones grandes. Empezamos a franelear y a besarnos y ella comenzó a gemir muy suavemente mientras me masturbaba. Los dos tuvimos un orgasmo mudo. Luego de descansar un poco fuimos al cuarto de Clotilde. No parecía tener 17 años, ni por su experiencia sexual ni por su forma de ser, era muy inteligente y muy divertida. Justo cuando llegamos a la habitación de Clotilde, deje de tocarle la cola a Jazmín, casi en ese preciso instante escuché la voz de Cecilia...estaba detrás de mí. ¿Me habrá visto? No lo sabía, no me di cuenta si me vio, su cara no cambio su rictus, jamás me hablo del tema. Clotilde estaba tirada en la cama viendo televisión. Se la veía dolorida, Jazmín la abrazo fuerte, Clotilde se emocionó, Cecilia miraba la escena, yo agarré la mano de esa mujer que casi me había criado. La veía grande, ya tenía más de 60 años, una mujer con una vida dura, con ocho hijos, Jazmín era la más chica, si uno las veía juntas, parecían abuela y nieta, más allá de la madurez de Jazmín. Intercambiamos mimos y palabras. Jazmín sé buen intempestivamente llorando, la veía mal, pero Clotilde era muy fuerte, saldría de esta también.
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Editado: 28.02.2018