Jazmín entró a mi habitación. Estaba hermosa como siempre. Tenía un escote bastante pronunciado, sus labios carnosos pintados con un color rojo pálido y el pelo mojado. Y, por supuesto, lo mejor que tenía: su sonrisa, su amplia y hermosa sonrisa de siempre. La sonrisa de Dios como yo le decía.
- ¡¡¡Hola Edyyyyyyyyyyyyyy!!!
Jazmín estaba casi siempre alegre, desbordaba felicidad por todos sus poros, tenía mucha fuerza, mucho ímpetu, era optimista por naturaleza, y tenía una positiva mirada de la vida, más allá de todos los dramas y miserias que había pasado en su corta vida.
- ¿Cómo andás Jazmín? Sabía que vendrías a visitarme.
- Y como no iba a venir, espero que salgas pronto.
- Sí, mañana seguramente.
- Bueno y portate bien cuando salgas, si querés yo te ayudo, te cuido.
Le llevaba varios años, pero Jazmín a veces parecía mi madre, se comportaba como una madre, me cuidaba, pero yo sabía que nunca me juraría amor eterno. Ella decía que era libre, que no quería estar atada a nadie, yo pensaba que era muy chica para saber que quería de la vida, pero a pesar de sus 17 años, tenía una madurez que no estaba acorde con su edad. Cierta vez me dijo que yo era el hombre que más quería en la vida, que si algún día se le cruzara por la cabeza estar en pareja, solo podría estar conmigo. A mí me encantaba ella, no solo era linda y madura, también era muy inteligente, demasiado inteligente a veces.
- ¡¡¡Que terrible lo de Juan!!!
- Si, yo no lo puedo creer lo que le hicieron. Y encima con Cecilia embarazada de él ¿Te enteraste?
- Sí, me enteré. Pero conmigo no tenés que fingir. Nos conocemos muy bien.
- ¿De qué hablás?
- Que casualidad, hace poco te confesé que me acosté con él, también sabias lo de Cecilia con él, trabajás en un lugar con gente muy pesada, con muchos contactos, el otro día te encontré una bolsita sabés de que... y Juan aparece muerto en un galpón. Así solo mata la mafia o el estado que son primos hermanos.
- No hables pavadas. Juan era como mi hermano, Mirá si lo voy a matar.
- No son pavadas, yo te vi la otra noche que llegaste, te quedaste en la puerta, hacías caras, querías cambiar tu rictus, llegaste duro. Esa noche lo mataron ¿No?
Jazmín era inteligente, pero no sabía dónde se estaba metiendo, yo le negué todo, no me creyó, pero como siempre me respetó y no insistió más con el tema.
- Bueno, está bien Edy, me deliré, imaginé cualquier cosa. Te pido mil disculpas. Pero pará con la merca, en serio.
No le contesté nada, no quería ser demasiado obvio simplemente me hice el enojado, pero tampoco actué demasiado, Jazmín se fue después de la medianoche, cuando yo empecé dormirme producto de los tranquilizantes.
Al otro día a la tarde me dieron el alta, papá paso a buscarme en el auto, fue horrible la sensación de salir de mi habitación en silla de ruedas, por suerte duró poco, salí caminando, me sentía un poco débil. Subí al auto y nos dirigimos a casa.
- Anoche estuvo Krusat en casa, estaba preocupado por vos.
- ¿Krusat.? Mirá que amable ¿Qué te dijo?
- Le conté como estabas, se quedó a cenar en casa.
- ¿A cenar? Mirá que amigos que eran.
- ¡Ja¡ No me cargues, estuvimos hablando de los viejos tiempos.
- Está muy bien. ¿Se quedé hasta muy tarde?
- No sé, me quedé dormido, seguramente Jazmín sabrá informarte al respecto, tomamos bastante vino.
Me dio escalofríos la presencia de Krusat en mi casa, me dio temor por mí, por papá, y por Jazmín ¿Los habrá amenazado con algo?
Llegamos a casa, Jazmín nos abrió la puerta con cara de pocos amigos, o mejor dicho con cara de no tengo ni quiero tener un amigo hoy, y menos me quería a mi como amigo, lo percibí. Almorzamos, y me retiré a mi habitación a dormir la siesta. Cuando esta semi dormido, alguien golpeo a la puerta.
- ¿Quién es?
- Jazmín...
- Entrá, entrá, pasá un rato así charlamos.
- Vamos al jardín.
- No, estoy cansado.
.
Abrió grande los ojos y me puso el dedo índice de su mano derecha perpendicular a mis labios, pidiéndome silencio, me tomó de la mano y mientras me llevaba al jardín me decía que me iba a besar como nunca de cara al sol. Cuando llegamos al jardín me sacó su dedo de mis labios y me soltó la mano, por un instante.
- Anoche...
- Si, ya sçe, estuvo Krusat...
- Si, te habrá contado tu papá. No me gusta nada ese tipo, en un momento tu papá se durmió en el sillón del living y lo sorprendí en tu habitación. Cuando lo encontré, me tomó del brazo y me tapó la boca con la otra mano.
- ¿En serio?.¿Y qué pasó?
- Me llevó al living y me dijo que no había visto nada...
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Editado: 28.02.2018