Lo miré fijo. Lo miré sin verlo. Por mi cabeza pasaba la noche del asesinato de Krusat y me preguntaba si estaba todo filmado. Salimos de casa y subimos a mi auto. Kuperman vivía en Liniers. Vivía solo o eso era lo que yo creía. En el viaje estaba callado como un condenado a muerte. Si filmaron todo lo que ocurrió con Krusat estaba condenado y sin defensa. Tenía pensado escapar, pero ¿A dónde? Esta gente no me dejaría tranquilo ni de noche ni de día. Sería mejor entregarme. Llegamos a la casa de Kuperman. Era una casa antigua y descuida. Desde afuera se podían ver las persianas de las ventanas que estaban despintadas y en su mayoría trabadas. Cuando entramos pude ver el gran desorden que tenía en el living. Luego fuimos al fondo de la casa pasando antes por un pequeño jardín que casi no tenía ni una mata de pasto, era todo de tierra fina, tipo polvillo. Atravesamos el jardín y entramos a un pequeño cuarto. Ese cuarto era el laboratorio de Kuperman. Me explicó que era en ese pequeño lugar en donde pergeñaba y luego probaba sus inventos. Los rincones del ese cuartucho gris y desvencijado estaban invadido por la maleza pero eso no parecía preocupar en los más mínimo al profesor.
- Como leíste en mi mensaje de texto, en tu casa no solo hay micrófonos sino también cámaras que lo filman todo las veinticuatro horas del día.
- ¿Y eso cómo lo sabe Ud.?
- Porque soy una especia de hacker y me gusta investigar. Me metí en la red de todos los ministerios sin dejar rastros, obviamente. Cuando entré al software que maneja las cámaras me interesó, me atrapó pero cuando vi el nombre de tu padre y el tuyo dejó de divertirme.
- ¿Por qué? ¿Qué vió?
- Vos y yo sabemos lo que vimos pero eso es lo de menos. Yo tengo un encono particular con el ministerio del Interior, me robaron muchos inventos y el que más me duele es el último.
- ¿De qué se trata el último?
- Con el nombre que le puse ya te vas a ir imaginando lo que es, se llama "Jugar a ser Dios"
- ¡Ah, bueno! Un nombre muy pretencioso - le dije burlonamente –
- No te hagas el gracioso que gracias a esta máquina no estás preso.
Touche. Él y yo sabíamos de que hablaba, al menos en cuanto a que yo debía estar preso. Lo que yo no tenía idea era lo de esa máquina, de ese invento maravilloso con ese nombre tan presumido.
-Te cuento un poco como funciona, en realidad te cuento después, te voy a mostrar cómo funciona.
Se fue del cuarto y al rato trajo un gato grande, blanco y negro. Le puso un algodón en el hocico y el gato cayó casi al instante. Lo levanto del suelo, lo puso sobre lo que parecía una pequeña camilla y lo empezó a cortar en dos con una sierra eléctrica.
- Espere, ¿Qué hace? ¡Pobre gato!.
- ¿Pobre gato? ¿Y Krusat? No era también...¡Pobre Krusat!
-
Callé y seguí observando lo que hacía Krusat con esa pobre criatura. Con una pinza pico de loro comenzó a arrancar una a una las uñas del gato y las colocaba en un frasco de plástico que tenía al lado de la pequeña camilla. Con otra pinza le desprendió un ojo, solo uno. Puso las dos mitades del gato junto con las uñas y el ojo en una bolsa de residuos, la cerró bien y me dijo que lo acompañara.
- ¿A dónde vamos?
- Vamos a enterrar a este pobre gatito, pero lejos de aquí.
Desde su casa fuimos hasta Merlo. Buscamos un descampado bien oscuro, Kuperman hizo un pequeño pozo, tiró adentro las bolsas en donde estaban los restos del gato cubriéndolo de tierra. Luego siguió tirando tierra hasta llenar el pozo y alisarlo con la pala para que quedara todo el piso nivelado. Una vez que terminó volvimos para su casa.
- ¿Y ahora, que hacemos?
- Ahora vas a comprender lo que es Jugar a ser Dios.
Llegamos a su casa y nos dirigimos nuevamente al cuarto del fondo. A la derecha de la camilla donde mutilo al gato había una puerta que yo pensaba que era un baño. Estaba cerrada con llave. Kuperman la abrió. Era un especie anexo del laboratorio. Pero algo me llamó mucho la atención: un cilindro de vidrio grueso tipo blindex y unos hilos dorados que salían de él e iban a una pequeña computadora que estaba conectada con otras a lo largo de todo el ambiente.
- Ahora vas a ver cómo funciona. ¿Ves esto que tengo en la mano?
- Si, es un pelo.
- Si, un pelo del gato que recién matamos.
- Ja, espere, yo no mate ningún gato.
- Es verdad pero no hiciste nada para detenerme, je. Pero bueno, eso es una anécdota, mirá lo que va a suceder ahora.
Abrió la puerta del cilindro de vidrio, puso el pelo del gato y cerró la puerta herméticamente. Se sentó en una de las computadoras, y estuvo unos cinco minutos cargando datos. Me miró y me dijo << Ahí viene, prepárate para lo que vas a ver. Uno de los mejores inventos de toda la historia de la humanidad >>
El cilindro empezó a vibrar, de repente se veían rayos y luces que entraban al cilindro. Eran círculos, rayos. No tenía claro que eran. Esta lluvia rayos de diferentes formas y tamaños duró unos diez minutos. Yo estaba enceguecido porque los haces de luz eran muy poderosos. Por fin todo acabó. Ya no había ni ruidos ni luces. El humo comenzó disiparse.
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Editado: 28.02.2018