¡juguemos!

¡Ese juguete es mío !

Había decidido pasármela bien ese fin de semana,  a pesar de que había tenido que cancelar de último minuto los planes que tanto me emocionaban,  pero mi humor simplemente no podía ser peor y la ridícula película de amor que había elegido mi hermana no ayudaba para nada. 

Era la historia de un chico que se da cuenta de que está perdidamente enamorado de su mejor amiga justo cuando ella empieza a salir con otro chico y después de muchos enredos cómicos terminaban juntos y eran felices para siempre. 

¿Por qué me molestaba tanto aquella trama (además de por trillada y predecible)? Pues verán, ¡Porque esa mierda no pasa en la vida real!  A veces enamorarte de alguien que te ve sólo como un amigo no tiene final feliz y de hecho se vuelve la peor tortura a la que se pueda someter a una persona. 

¿Y por qué lo digo?  Bueno, justamente porque fuí lo suficientemente estúpida para hacer justo eso y enamorarme de Aarón,  mi mejor amigo, pero no había manera posible de que de pronto mi vida se vuelva color de rosa como en esa estúpida comedia romántica,  porque él está enamorado de una maldita manipuladora y nada de lo que haga para demostrarle lo importante que es para mí y que estoy dispuesta a darle el amor que se merece ha logrado sacarla de su cabeza. 

Así están las cosas,  no importa lo cerca que esté de él,  no puedo hacer que me note, pero tengo primera fila para ver como otra chica juega con él como si fuera plastilina. 

-Pff … ¿No hay nada mejor que ver? 

Me quejé,  para arrepentirme de inmediato en cuanto mi hermana despegó la mirada de la pantalla para mirarme levantando una ceja con gesto inquisitivo. 

-Juraría que te encantan las películas románticas. 

-A veces no estás de humor para tanta miel y tonterías. 

Dany pausó el DVD. 

-Ok,  ¿Y por qué de pronto no estás de humor para películas de amor?  ¿Qué pasó? 

-Nada, vamos a terminar la película,  pués 

-Ese no es el tema aquí ¿Qué pasó?  ¿Y ahora por quién tienes mal de amores? No me has dicho de nadie… A menos que… ¡Angie! No me digas que es Aarón otra vez ¿Sigues con lo mismo? 

Mis mejillas se encendieron al instante.  Sabes que estás jodida cuando tu hermana menor te sermonea mientras te mira como si estuviera hablando con una retrasada. 

-Claro que no,  olvídalo y sigue viendo la maldita película. 

Dije,  mirando fijamente a la pantalla en lugar de verla a ella.  Resopló y negó con la cabeza, pero terminó por presionar el botón de "play" en el control remoto. 

Llevaba desde el viernes tratando de soportar las ganas de llorar,  y aunque me sentía dolorosamente al borde del llanto cada segundo del día,  no iba a volver a llorar por él, definitivamente no, ya había maltratado mi orgullo más que suficiente y no estaba dispuesta a hacerlo más.

Para cuando el domingo estaba por acabarse, no pude evitar sentirme dolida y con la cabeza hecha un lío,  no tenía ánimo de ir a la escuela al día siguiente y sobre todo no quería verlo y escuchar sus disculpas ¿Qué iba a hacer?  ¿Iba a enojarme y reclamarle o pretender que nada había pasado y tragarme el mal rato, como siempre?  

"Estoy muy cansada" Dije para mí,  y me dejé caer sobre la cama, sin preocuparme por preparar mi mochila o por lo que me iba a poner al día siguiente,  sólo quería cerrar los ojos y olvidarme de todo por unas horas. 

Al día siguiente,  como era de esperarse,  llegue a la escuela tarde,  con el cabello hecho un desastre,  unas ojeras que parecían hematomas y traía puesto lo primero que saqué del ropero. 

Por fortuna o desgracia Aarón no había llegado a clases,al final de la primer hora me mandó un mensaje diciendo que llegaría hasta más tarde porque había acompañado a Elisa a algún lado. 

Me limité a dedicarle un gesto de pocos amigos a mi celular y cerrar la aplicación de mensajería instantánea sin responderle,  a fin de cuentas seguro iba a estar muy ocupado con esa maldita mustia para prestarle atención a mis mensajes. 

Me senté al fondo del salón,  con los audífonos ocultos debajo de mi cabello y dispuesta a ignorar olímpicamente al profesor de física mientras rumiaba sola mi mal humor,  pero después de los primeros minutos, mientras el maestro estaba ocupado dibujando un diagrama, alguién pateó una de las patas de mi butaca para reclamar mi atención. 

-¿Hoy decidiste jugar a ser chica mala,  Angélica? 

No entendía porque de pronto Damián había decidido hablarme para molestarme o bromear conmigo (tanto daba), pero había elegido el peor momento .

-¿Por qué?  ¿Quieres jugar conmigo a que te mando al diablo y luego te ignoro? 

Dije mientras hacía ademán de volver a acomodarme los audífonos. 

Me arrepentí a medias de haberle respondido así,  esa no era yo, yo no hablaba así normalmente y él no tenía nada que ver con mi mal humor. 

-Gracias, pero no- dijo con una sonrisa indescifrable- ¿Qué tal si mejor jugamos a hacer rabiar a Viviana?  

Esa pequeña zorra era una de nuestras compañeras de clase,  una que no me agradaba por la simple razón de que era una de las mujeres más promiscuas que había conocido en mi vida,  pero siempre actuaba como una inocente e inofensiva mosquita muerta. 

Y no me mal entiendan,  nunca voy a juzgar a una mujer por la manera en la que vive su sexualidad, es su cuerpo y son sus decisiones, pero no soporto a las personas hipócritas o las mojigatas que se esfuerzan en aparentar que son blancas palomitas,  puras y frágiles para manipular a los demás y esa compañera era la quinta esencia de ese tipo de gente. 

 

-¿Y cómo exactamente piensas hacerla rabiar? 



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En el texto hay: celos, romance, mentira

Editado: 25.08.2019

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