No e podido dejar de llorar. Mis muñecas duelen y ya han pasado varias horas desde que ese desquiciado me hablo.
Las enormes ventanas de la habitación dejan ver como el atardecer empieza a ocultarse, puedo notar como estamos en un lugar rodeado de naturaleza.
Escucho el chillido de la puerta; es un chico, mi corazón late fuerte, tiene una bandeja entre sus manos y esta vestido de mayordomo.
Empiezo a tratar de gritar, aunque no se me entiende nada porque sigo con eso en mi boca.
Luego entra una señora de edad avanzada con otra bandeja.
El chico se me acerca y yo trató de que no me toque -tranquila no te haré nada malo -me dice el y me quita la mordaza.
-¡¡¿Donde estoy?!! -le gritó y el se aleja de mi.
-Cariño, pero apenas si eres una niñita -me dice la mujer con lastima mientras se acerca a mí. Saca la cuchara y la sumerge en la sopa -lo lamento tanto niña.
La acerca a mi boca, pero giró mi cabeza. -No quiero eso...
-Pero niña, el jefe me ha mandado, además nos preocupa que no coma. Tiene que comer.
Le miró nuevamente. Yo no debería de estar aquí -Desateme... porfavor, hagalo. Me duele la piel. Necesito que me ayuden.
La mujer me mira triste y el chico con dificultad me desamarra las manos.
Pero entonces ese monstruo hace su aparición -quita tus manos de ella Bill.
Y váyanse, tengo varios asuntos que hablar con la muñeca.
El chico lo mira nervioso, y se aleja rápidamente. Tomo de las muñecas a la mujer con fuerza -P-por favor no, no me dejen con él... el me da miedo.
El sonríe. Como si mis palabras lo hicieran feliz.
-Lo lamentó tanto niña, pero no puedo hacer nada -niego mientras ella quita mis manos de su brazo.
Tragó saliva. Por lo menos no me ha puesto esa mordaza o peor aún, por lo menos no me ha amarrado con esas cuerdas que lastiman mi piel.
Se me queda viendo por un rato, sigo sentada en mi silla y no pienso moverme.
Maldigo el maldito vestido que me puse en la mañana, pues se me queda viendo mis piernas.
-¿Que te parece? -miro para otro lado, y el me toma con fuerza del brazo.
Hago forcejeos pero el termina tirandome a la cama.
Se aleja, y le doy gracias a Dios.
-Yo habló, tu contestas. Es así de simple.
-¿Que me parece que? -suelto, aunque no quiero hablarle.
-Esta mansión, mi padre la compró para ti. Quiere que siente cabeza -ríe -quiere que me case contigo. Que estupidez, pero ya que estas buena, no me voy a quejar.
-No me gusta esta casa.
Estar a solas con él me pone nerviosa.
-¿Acaso te lo pregunte? Porque debería de importarme todo eso... -bufo, miró para todos lados para ver si puedo escapar pero parece casi imposible todo tiene candados.
-Quiero estar mi casa.
-Ahora esta es tu casa.
Niego repetidas veces, tomó el reloj que esta al lado de la cama y se lo tiró casi llegando a sus pies -esta jamás sera mi casa. ¡Ya verás, mis padres deben estarme buscando en estos momentos, y cuando lo hagan tu y tu jodido padre se van a ir al carajo!
El ríe -que linda... tu padre te vendió muñeca, pero de eso hablaremos luego por ahora solo te pondre la mordaza y esto -dice con una sonrisa mientras me muestra una esposas.
Corro pero el no tarda en alcanzarme. Me agarra del antebrazo, mientras pone otro pañuelo con olor extraño en mi cara.
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Abro los ojos cuando siento unas manos moviendome un poco. Siento la cabeza pesada y me duele el cuerpo.
-¡Oh haz despertado! -dice la mujer y me sonríe. Ya es de mañana, y eso me confunde.
-¡Pero como! -ella se me queda viendo confusa -hace un rato empezaba a anochecer y ya esta amaneciendo -ella asiente mientras toma la bandeja de un lado de la cama.
En ese momento me doy cuenta que me han esposado al respaldar de la cama.
Ahora lo entiendo todo...
Recuerdo ese maldito trapo que me hace dormir.
Bandeja tiene de todo un poco, uvas con fresas, junto con panqueques bañados en miel y jugo de naranja.
No he vuelto a ver ese loco desde ayer y eso lo agradezco.
-Porfavor niña -acerca la cuchara a mí boca, pero yo me niego -se va a desnutrir, el señor le encargo al cocinero hacer todo esto solo para que usted comiera.
No puedo mover mas que mi cabeza -no quiero comer, solo quiero estar en mi casa con mi família.
Ella me mira con lástima.
-Señorita porfavor coma algo, dígame ¿como podrá resistir el evento que tiene en la tarde? -yo abro los ojos a la par que la mano de ella me mide la temperatura, poniéndola sobre mi frente.
-¡¿Cuál evento?! -ella niega.
-Pensé que su esposo había hablado con usted -mi cara se descompone.
-¿Esposo? Señora, ¿pero de que esta hablando?
-Esta hablando de mi -el hace su aparición. Su camisa esta medio desabotonada por lo que veo su cuerpo bien trabajado. -Sal de una maldita vez de aquí Meldey.
La miró a los ojos casi suplicandole que no se vaya. Pero Meldey finalmente se levanta.
-Mi padre quiere que seas mi esposa -el se burla. Se enrolla la corbata y se sirve una copa de vino -vaya mierda ¿no es cierto?
El se acerca sentándose frente a mí -estoy que te parto la cara imbécil. - Cuándo la policía me encuentre pagarás caro todo esto.
-Ay que linda, me pareces tan tierna -sus manos acunan mi cara, y van apretando poco a poco mis cachetes, hasta el punto de presionarme con fuerza -. Niña, deja de amenazarme, de verdad odio eso, no querrás ver que se me pierda la paciencia.
Muevo mi cara hasta que consigo alcanzar uno de sus dedos y lo muerdo. El me suelta inmediatamente -¡eres una maldita idiota! Maldición -se levanta, mientras su mano libre presiona el dedo afectado.
Sale de la habitación, y entonces puedo respirar en paz, aunque mi cabeza se llena de preguntas.
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-Niña, porfavor, coma un bocado. Hágalo solo por mi. El señor me dijo que si usted no come yo pagaré las consecuencias -dejo de mirar para otro lado, y la veo a ella.