El profesor apartó su intensa mirada de mi.
Se podía escuchar a la perfección los pasos de Meldey en medio de la enorme mansión juntó con el sonido de una bolsas en sus manos.
—niña —le miré perpleja, agachando un poco mi cabeza, ya que era tiernamente más baja que ambos. —¿esta bien? —entreabri la boca. Su mirada fue hacía el profesor —¡ah! A usted lo he visto en algún lado —le hago señas para que diga algo por mí. Porque la verdad no soy capaz de mentirle tan descaradamente a la linda anciana que tengo enfrente.
El me mira. Parece captar que mis ojos gritan ayuda pues su rostro serio poco a poco va dejando entrever una sonrisa. Su mano se levanta hasta quedar sobre el hombro de ella —si, nos vimos un par de veces en el matrimonio de la señorita. Es un placer...
Ella por segundos mira la mano de él sobre ella, y el profesor al captar esto retira su mano con cuidado —eso esta bien, tiene razón. Pero... ¿porque esta aquí?
—Si, estoy bien —me adelanté a decir antes de que siquiera pensará hacer más preguntas.
—Pero escuche un gritó —abrí los ojos mirando al profesor de repente. Mis ojos fueron una vez más en dirección a ella y traté de mostrar mi mejor y más convincente sonrisa forzada.
—Es que... es que —rasque mi cabeza nerviosa y confundida sobre que inventar —es que... casi me caigo. El profesor alcanzó a sostenerme.
Me miró fijamente por breves segundos que parecieron horas.
Luego miró al profesor y una enorme sonrisa nuevamente salió de sus labios. Mi corazón en ese momento empezó a seguir su ritmo normal.
Disimulada tomé todo el aire que había estado conteniendo.
Sus manos fueron a las mejillas del profesor tomandolo como si se tratará de un pequeña niño —¡oh! Usted es un buen hombre entonces —apretó con mas fuerza sus cachetes. Tanto que si la situación no ameritara seriedad me hubiera burlado. —Hero me habló sobre que alguien iba cuidar a su esposa, me parece bien, usted parece ser responsable y dedicado... fue una buena elección, ¿verdad Selena? —guardé silencio sintiéndome un poco incómoda.
Finalmente soltó sus mejillas. Frunci el ceño sorprendida por lo rojas que le había quedado. ¡Auch! Eso había dolido. De eso no habia duda.
—También soy su profesor —habló mientras se sobaba sus maltratadas mejillas.
Ella sonrió más ampliamente con sus manos juntas —¡eso es asomobroso!, ¿que tal enseña? —Me miró Meldey esperando una respuesta pero no pude evitar mirar de reojo al profesor.
—¿Como? —pregunté medio aturdida por la mirada tan profunda que me dedicaba atrás de la espalda de Meldey.
—¿Como lo hace? —mi mente quedó en blanco al ver los labios de él.
—Si Señorita Selena, ¿como lo hago? ¿le ha gustado la forma en la que le enseñó?—mi corazón se alero al ver como sus ojos me examinaron de arriba abajo por breves segundos. Meldey sonrió totalmente inocente, una vez más. ¿O mi mente es muy sucia o el profesor me esta haciendo insinuaciones? —como enseño las matemáticas, ¿las ha entendido? Siempre me preocupo por lo que piensan mis estudiantes.
Asenti medio atontada y muy nerviosa.
—Profesor, porfavor, yo se que su deber es enseñar y dejar ejercicios de matemáticas pero porfavor no le de temas tan duros para su cabecita —ella se giró a mirarle, lo cuál agradecí pues la mirada de él dejo de estar sobre mí —yo se que ella es una niña super inteligente pero también necesita descansar.
—Por supuesto —murmuró para después sonreír mostrando unos oyuelos que por primera vez le veía —trataré de no ponerle temas tan duros, tengalo por seguro.
Hay que ser muy inocente para no entender que este profesor no esta hablando de su trabajo y mucho menos de los ejercicios de matemáticas... como sea tal vez yo soy la maldita pervertida. Eso espero.
Meldey asintió —eso es bueno, tengalo en cuenta.
Ella pareció como si hubiese recordado algo pues de repente pareció ponerse alerta.
—¡Oh dios! —miró el reloj en su muñeca —el señor me va matar por no llegar a tiempo.
—¿El señor? —segundos después caí en cuenta que hablaba de Hero —a que horas era el vuelo.
—Como en media hora.
—Bien aún tienes tiempo —ella se apuró, caminando hasta las escaleras.
Miré al profesor fijamente debía escapar y estar lo más alejada de él posible, fui corriendo hasta llegar a Meldey, subimos juntas hasta llegar a la habitación de ella.
Tomó una de sus maletas guardadas en un pequeño rincón, las abrió y empezó a prácticamente tirar su ropa dentro de él.
Yo estaba por tomar las cosas al otro lado en su armario hasta que escuche su voz —¿que hace niña?
—Voy a ayudarle —contesté sería.
—No, el señor específico puntualmente. Ella no puede ayudar en nada, a ella le deben ayudar en todo —puse mis ojos en blanco. La estupida filosofía del Rey don Hero.
Ahí estaba pintado. Siempre controlandolo todo, hasta en lo más mínimo.
—¿Ves a Hero aquí? —hablé con sarcasmo, y ella negó lentamente —¿entonces cuál es el problema? No le diré nada a nadie, al fín de cuentas nisiquera Hablo con él.
Con rapidez puso las bolsas que tenía antes en sus manos sobre la cama.
—Esta bien —sonreí y empece a acomodar las cosas dentró de su maleta—pero no le comenté esto a el señor, podría despedirme por desobedecerle.
No paso mucho tiempo hasta que terminamos. Había sido asombroso lo rápido que lo habíamos hecho.
Me senté sobre la cama mientras le miraba atenta y con un poco de tristeza, mientras observaba la manera en que tomaba la manija para irse.
Se detuvo a mirarme y me sonrió tomando con delicadeza con sus palmas los lados de mis mejillas ejerciendo apenas un poco de presión —¡¡hace tiempo que no tenía una niña tan linda y tierna en una mansión como esta!! —traté de reír, pero la presión de sus manos me lo impidio.
—La voy a extrañar señora Mel...
—Ayyy —expresó cariñosamente mientras soltaba sus manos y besaba mi frente —recuerda que dos meses se pasan volando, es más, nisiquera se si me quedé dos meses, tal vez un mes y medio, nunca se sabé. El tiempo que menos sea posible con tal de... ¿adivina que?