Juguete del millonario

20. No volveré a tocarla

 Me habia despertado bastante temprano, como para ir al baño de la habitación, cepillarme y estar lista.

Las bolsas seguian regadas en el piso, asi que las levanté poniéndolas sobre el tocador.

Doble las sabanas de mi cama. Cuándo ya tenía medianamente ordenada la habitación, abrí la caja del celular.

Lo miré detenidamente. El teléfono era rosado atrás y blanco adelanté.

Lo deje a un lado en el momento en que los ruidos de la puerta se hicieron presentes.

Miré fijamente la puerta. No fui capaz de abrír, seguramente era el profesor Kein.

Otro toque en la puerta se hizo presente en mis oidos.

—¿Señora Foster? —frunci el ceño, esa no era su voz.

Abrí la puerta de a poco encontrarme con la ya un poco conocida cara del profesor de ingles. Un hombre ya un poco mayor.

El me sonrió y levantó su mano en señal de saludo.

—Buen día —habló abriéndose paso por la habitación.

Abrí la puerta por completo y me giré a mirarle —buen día... —dije medio desconcertada.

—Supongo que es un poco temprano —se carcajeo. —Pero no se preocupe la clase de hoy sera corta, solo una hora señora Foster.

Asenti mientras me sentaba a un lado —maestro Donell —el me miró —podría... podría dejar de decirme señora Foster, prefiero que me llamé por mi nombre.

El dejo de mirarme para sacar uno de sus libros de ingles —por supuesto señorita Selena —le sonreí.

—Bueno, entonces empecemos la clase... —Miré en dirección al pasillo, ¿donde estaba el profesor Kein?

Le miré una última vez, poniendo mi mano sobre el libro para tener su atención —maestro Donell, ¿usted ha visto al profesor Kein? —entrecerro los ojos mientras se ponía sus gafas.

—Lo vi al abrirme la puerta, me saludo y luego no supe a que lugar de esta enorme casa fue —dijo serio —¿empezamos? —murmure un pequeño "esta bien".

¿Donde podría estar?

Una hora después tal y como el profesor lo había dicho estabamos bajando las escaleras.

Lo acompañé hasta la salida. Me despi y mí sonrisa estuvo en mi rostro hasta que cerre la puerta.

Suspiró pesadamente hasta que mi mirada se dirigió a las puertas transparentes y corredizas que dejan ver el enorme jardín.

Miró a ambos lados para asegurarme que el profesor no esté por ahí.

El mantenerme alejada del profesor es la única manera lógica que mi mente encuentra para no terminar haciendo nada demasiado inapropiado con él.

El clima es lindo, por fín puedo respirar aire fresco y al menos un poco de tranquilidad.

Mis ojos no pueden evitar mirar hacía la piscina la cuál se encuentra a un par de metros de mí.

—¡Ay! —ahogó un gritó de terror en el momento en que siento de repente un dedo tocando mi hombro. Giro de inmediato.

Abro los ojos con fuerza al nuevamente ver al profesor cara a cara.

Él da un paso hacía adelanté al mismo tiempo que yo doy uno hacia atrás.

Vuelve a repetir el mismo movimiento y al mismo tiempo yo también hago lo mismo.

Mi corazón latee con fuerza.

Sus pasos se detienen tomándome de un segundo para el otro con fuerza.

Agachó la mirada alcanzando a ver su mano alrededor de mí muñeca.

¿Que va hacer?

¿Acaso piensa acercarse...?

¿Acaso piensa vengarse por el pequeño corte que tiene a un lado de su ceja por mi culpa...?

¿Acaso va a besarme...?

¿o...?

Esos pensamientos se espuman de mi mente en el momento en que su mano de un solo movimiento hace que mis propios pies caminen a un lado, soltandome con fuerza.

Mis piernas caen de repente al suelo.

Le miró desde abajo, sus ojos siguen viéndose oscuros, tanto que parecen negros desde este ángulo.

El me extiende de pronto su mano —lo siento, solo que si no la tomaba de la muñeca iba caer ahí —señala atrás de ambos la enorme piscina —no fue intencional hacer que callera al suelo. No pensé que fuera tan... débil.

Ignoró su mano, y me terminó levantando sola.

—Bien —sonríe —supongo que esta bien...

—Si, no se preocupe profesor —habló tratando de sonar natural, aunque a leguas se puede apreciar mi incomodidad y nerviosismo por el simple hecho de estar al lado de él.

Sacudo un poco mi ropa del polvo, me giró hasta que su voz nuevamente hace eco en mis oidos.

—¡Ah! Señorita —detengo mis pasos, aunque, aún así, me quedó ahi parada e inmóvil sin tener la suficiente confianza en mi misma y mi propio autocontrol como para girar a mirarlo.

—Una cosa más... —oigo como sus pasos van acercándose de a poco hasta quedar parado atrás de mi espalda.

Miró de reojo, alcanzó a ver como la punta de sus dedos están por tocar mis brazos pero en un ligero movimiento los aleja con rapidez.

—Solo quería decirle que lamentó mucho lo que paso ayer. Tiene toda la razón y el derecho a estar enojada, pero tenga por seguro que no volveré a tocarla, nunca más. De ahora en adelante la veré solo como una alumna, y mi relación con usted solo sera como un maestro —tragué saliva —lamento si la incómode en algún momento pero... no volverá a pasar.

Ladee la cabeza. No volverá a pasar.... esas palabras habían hecho estragos en mi cabeza.

Asenti y sin decir nada pase por las puertas corredizas, entrando a la sala hacía la cocina.

Abrí la nevera y saqué la leche, por más que trataba de evitar recordar sus palabras no podía.

Levanté el brazo y por más que me puse en puntitas, aunque me faltaba poco para tomarlo, no podía alcanzar la caja de froot loops.

Sentí como alguien rozó mi espalda, y al mismo tiempo una mano paso por sobre la mía, aquéllo hizo que su manga bajará un poco dejando entrever un pequeño tatuaje de brújula.

Sus manos tomaron sin ningún tipo de dificultad el cereal.

Me di la vuelta, mis malditas mejillas no tardaron ni dos segundos en calentarse al ver el cuerpo del profesor tan cerca del mío, sintiéndome como una estúpida por eso.

Levanté de a poco mi vista hasta chocar con su sonrisa, la cuál dejaba ver los pequeños oyuelos que se formaban a ambos lados de sus mejillas.



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En el texto hay: profesor, millonario, juguete

Editado: 05.04.2020

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