Juguete del millonario

22. Te pagan por besarme

Di pequeños golpecitos en mi clavícula mientras mi garganta no podía evitar dejar de toser.

—¿Se encuentra bien? —se levantó pero mi mano le indicó que se mantuviera en su puesto.

Respire un poco más profundo para después tomar un poco más de refresco —ya estoy mejor —le aclaré.

—¿Entonces señorita...? —insistió nuevamente.

—¿Que clase de pregunta es esa? —hable en voz baja, mientras mis manos no dejaban de juguetear nerviosas con los pedazos restantes papas.

—Una muy importante —miré a mi alrededor. Todas las personas estaban metidas en sus propios asuntos —¿esta dispuesta a serle infiel a su esposo?

—No estoy siendo infiel —me apresure a decir.

El poco a poco fue acomodando su espalda contra el asiento —si lo estaría siendo.

—No.

—Si.

—Que no —mi puño impactó contra la mesa.

—Tal vez no lo sepa, o seas demasiado joven como para entenderlo —puso sus codos sobre la mesa inclinandose apenas — pero estas casada...

Entreabri la boca para protestar, pero la cerré de inmediato ¿que le diría? ¿No, no lo estoy? Cuándo sabía perfectamente que si lo estaba...

—Cuando estas casada o casado y estas con otra persona te conviertes en alguien infiel —sus dedos se acercaron a los míos. No pude evitar mirar nuestras manos disimuladamente juntas.

—No tiene porque explicarme el significado de la palabra "infiel" —puse mis ojos en blanco disgustada —no es como si fuera una niña tonta de quince años —el se rió mientras mordia otro pedazo de su hamburguesa —¿que es tan gracioso?

—Hablas como si hubieras tenido quince años hace mucho tiempo —respondió.

—Como sea... no estoy siendo infiel.

Retiré mi mano disimuladamente de la suya hasta dejarla sobre mi regazo por debajo de la mesa —¿esta casada?

—Si pero... —me calle de inmediato. El no podía y no debía saber las razones por las que me case con él.

—¿Lo puede ver?.... —Suspire profundamente. —Ahora respondame porfavor.

—Yo... —musite al mismo tiempo que el teléfono sonaba, bajé mi mirada.

Saque el celular, el pareció extrañado por verme con el teléfono que Hero me había regalado.
 

Número desconocido
 

Cosa que no me extrañó pues el teléfono tenía cero contactos.

—¿Hola?

—¡¡¿Donde carajos es que has estado metida?!! —miré al frente abriendo mis ojos de repente.

—¿He-Hero? —el profesor pareció igual o más confundido que yo.

—¡¡Te llamé miles de veces y seguía como si el teléfono estuviese apagado!! —tuve que separar un poco el teléfono de mi oído por lo fuerte que estaba hablando.

—Primero calmate —contesté tratando de no alterarme —segundo, acabo de activar el celular.

Escuché un suspiró cansado por su parte —ash, eres una maldita chiquilla malagradecida.

Puse mis ojos en blanco —jamás te dije que me compraras todas esas estupideces.

Esto pareció alterarlo más —¿no puedes decir ni un simple "gracias"? —en ese instante sentí la mano del profesor acariciando la mía. La aleje enseguida, no era el momento.

—Gracias... —me di por vencida —¿estas felíz? Bueno nos vemos...

—¡¡Espera!! —gritó justó antes de colgar la llamada.

—¿Que quieres ahora? —dije de mala gana.

—¿Donde estas? —miré de nuevo al profesor formando una mueca de disgusto —¿donde esta Kein? ¿Me lo puedes pasar?

Carraspe tratando de ganar un poco más de tiempo para pensar —¿el profesor Kein? Esta afuera, la verdad me da demasiada pereza bajar al jardín, pues llámalo tu mismo.

—Pues... —apreté mis mano nerviosamente hasta formar un puño —pues... entonces esta bien. Quédate tranquila. Mas te vale y me agregues a tu lista de contactos, ¿te gustó los regal...  —le colgué fastidiada.

Escondi entre mis manos mi propio rostro. Sentí una mano tocarme el hombro para después acariciarlo sutilmente.

—Señorita —me susurró, yo no fui capaz de levantar la cabeza para mirarlo a la cara.

Sus manos dejaron de acariciarme en el momento en que se escucho otra llamada, esta vez por parte del teléfono de él.

—¿Alo? —frunci el ceño mientras levantaba la cabeza —¿Hero? —tragué saliva —¿Selena? —inmediatamente le hice señas con mis dedos para que negará todo. El lo captó  —no. No, ¿ella? Esta arriba... —me miró una última vez — ha eso.. bien... —alargó la última palabra —, hablamos luego —finalmente colgó la llamada y pude respirar más tranquila.

Mi cabeza se recargo contra la ventana, le mire bien —¿que te dijo?

—Nada... —dijo nervioso.

—Dímelo.

—Nada —volvió a decir, esta vez su comportamiento me irritó.

—Dije que me lo digas —el levantó sus cejas un poco asombrado por mi repentina actitud.

—Me pregunto que donde estaba usted... y... —paró de hablar para tomar un poco de su refresco.

Entrecerre los ojos —¿y...? ¿y que?

Aflojo un poco su corbata —dijo que ya podía ir al banco para retirar el pago por adelantado.

No pude evitar reirme.

—¿De que te burlas? —negué de igual manera tomando el refresco sin dejar de sonreír —ahora soy yo quién quiere que me digas las razón de tu actitud.

Puse mis ojos en blanco para después contestarle —nada... solo que me parece muy irónico que te pague por "cuidarme" —forme comillas con mis manos.

—Bueno... eso —fue lo único que salió de sus labios un poco incómodo.

—De repente se me quitó el apetito —dije y el asintió.

—¿Quieres irte? Si quieres nos podemos ir ya —yo asenti. Saqué la tarjeta.

—¡Mesera! —llamé a la chica sonriente de hace unos minutos. Ella regresó, levantó la mano para tomar la tarjeta pero el profesor tomo mi muñeca casi de inmediato. —¿Que haces? —le susurre, el no dijo nada, nisiquera me miró solo saco su billetera con su mano libre.

—¿Cuánto es?

—15 dolares —el le paso el dinero enseguida y la muchacha se limitó a asentir. —que tengan buen día —fue lo último que dijo antes de irse.

—¿Y esa tarjeta? —me levanté del asiento y el hizo lo mismo.



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En el texto hay: profesor, millonario, juguete

Editado: 05.04.2020

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