Abrí mis ojos de a poco hasta que mi vista choco con el techo blanco pero se veía medio borroso. Asi que miré mis manos y con sorpresa vi un aparato que sujetaba mi dedo índice.
Acerqué mi mano con lentitud para ver mejor de que se trataba pero fui detenida por el catéter en mi otra mano izquierda.
Instantáneamente escuché el sonido de la puerta abrirse y con ello la presencia de alguien a mi alrededor.
—¡Mi amor! —gritó y yo frunci el ceño. No fue hasta ese momento que me percaté que llevaba una máscara de oxigeno. —Mi amor ¿Estás bien? —se acercó a tocarme pero mi cuerpo de inmediato se tenso, vi su cara y mi corazón se aceleró.
Era Hero.
—N-No te me acerques —traté de gritar pero parecía como si mi garganta estuviera rota —tu lo mataste. ¿El...? —miré a todos lados para ver donde estaba, ¿porque no estaba el aquí? ¿porque estaba en un hospital? —¿donde esta él? ¿donde esta Kein?
El abrió la boca para responder pero la cerro al sentir como el médico lo hacía a un lado.
—Le pondré tranquilizantes a el suero de su esposa —el asintió.
—No... —mi voz seguía estando baja. Por alguna razón no podía hablar como normalmente lo haría —No... el... el no puede estar muerto, ¿dónde esta? Todo es mi culpa —fue lo último que estuve consciente de decir antes de perder el conocimiento.
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11 horas después...
Mi cuerpo había vuelto a responder, mis ojos estaban abiertos y atentos a Hero, quién estaba sobre uno de los asientos dormido.
Su cuerpo en minutos se estremeció y abrió los ojos, me sonrió y se acercó.
Paso las yemas de sus dedos por mis mejillas, pero con un movimiento ligero de cabeza lo aparte —me alegra que ya estás bien. ¿Ya estás más tranquila?
No se cuántos minutos transcurrieron en los que me dediqué a mirar a Hero para asegurarme de que la persona con quién estaba hablando era él y no lo estuviera confundiendo con alguien más. Y llegué a la conclusión de que sí, efectivamente ese era Hero.
—Si de verdad quieres que este tranquila necesito que respondas con la verdad a todas mis preguntas —el sonrió y asintió mientras pasaba su mano por mi cabello.
Al principio me molesto su toqué, pero sabiendo que me respondería se lo deje pasar.
—¿Dónde esta él? —Tragué saliva —¿esta vivo o... muerto? —tenía miedo de lo que respondiera.
—¿Quién?
—Lo sabes.
—No, no lo sé —contestó negando serio.
—Kein... —el arrugo la frente.
—Kein —se quedó pensando —¿Kein? ¿Kein? ¿Kein? —parecía como si se preguntará así mismo por ese nombre —no cariño. No recuerdo haber conocido ningún Kein. ¿De que Kein me hablas?
Me enojé ¿acaso el estaba tratando de confundirme? —¡no trates de pasarte de listo conmigo! Sabes bien quién es Kein, tu lo golpeaste, todos lo golpearon. ¡Yo los vi! —me asombre al ver que ahora podía hablar más fuerte, al parecer estaba mejorando.
—Cariño... calmate —me acarició los hombros y yo me tense —esa es la verdad, yo no conozco a ningún Kein. El doctor ya me dijo que te pasa —pauso y se acercó una silla, sentándose frente a mi camilla —estuviste en coma por tres meses, la primera noche después de la boda, tu y yo estabamos riendo, fuiste para la cocina y no mediste que el piso estuviera mojado y resbalaste con tan mala suerte que tu cabeza calló contra el filo de una pared —yo negué asustada.
—Hace tres mese nisiquera te conocía como para que digas que me case bajo mi voluntad contigo.
El me tomó de las manos y las acarició —por supuesto que si cariño, nos enamoramos y nos casamos. Es normal que tu mente halla borrado esos recuerdos y los halla reemplazado por tus sueños mientras estabas en coma pero... —apretó levemente mi mano —tienes que creerme.
—Pero Kein...
No me dejo hablar pues su voz me interrumpió —Kein es un personaje que tu mente creó en el transcurso de estos meses. No es real. Solo es eso... un personaje.
Mi cuerpo aún se sentía débil. El suero del catéter ya estaba acabando.
—Pero fue tan... real.
Me sonrió y beso mi frente —esa es la magia de la mente. Pero no te preocupes, me asegurare de contarte tus verdaderos recuerdos —se alejó y fue hacía la puerta —pero eso será de a poco y en su debido tiempo. Por cierto tus padres vinieron para hablar contigo.
Abrió la puerta, salió y en menos de un segundo entraron mis padres pero solo ellos dos.
Mi padre se abalanzó contra mi cuerpo y me abrazo con lágrimas en sus ojos —¡oh gracias a Dios! Oramos tanto para que despertaras del coma. No sabes lo asustados que estabamos.
Aunque no podía mover, ya que seguía débil tense mi mandíbula —¡ya déjeme Frank! —lo llamé despectivamente por su nombre —usted ya no es mi padre. Todo esto es su culpa, si tan solo no me hubiera vendido. ¡No!. Vendido no. Si tan solo nunca hubiera apostado nada de esto estaría pasando.
Mamá lo alejo un poco de mí y tomó mi mano mientras la acariciaba —¿pero de que estás hablando cariño? ¿vender? ¿apuesta? Que cosas dices... —ella sonrió de medio lado —todo fue un accidente en el que te caiste contra una pared. Un accidente muy tonto —se rió un poco —tu padre nunca te vendió, tampoco apostó nada, nisiquiera sabemos de que estás hablando. No es culpa de nadie... solo te caiste —¿entonces Hero estaba diciendo la verdad? No. Aún no creía eso.
—Si me vendió mamá. Lo recuerdo —se los asegure y señalé la puerta —y ese hombre, Hero, el de afuera; fue quien me compró y me trató como un juguete, como su mascota por varios meses.
Ella cerró los ojos y nego para volver a mirarme —no mi vida, te casaste con Hero a escondidas ya que nosotros no estabamos muy de acuerdo que te casaras tan joven. Después nos dimos cuenta y no tuvimos más salida que aceptar tu decisión. Pero descuida, todo eso es normal. Suele pasarle seguido a las personas que están en coma, el subconsciente crea otras vidas cuándo están como vegetales, parece todo muy real pero todo es un sueño, uno muy largo.