Juguete del millonario

42. Final II

¡HOLA! SE QUE DIJE QUE ESTE SERÍA EL EPÍLOGO, PERO SIENTO QUE SE QUEDARÍA UN POCO CORTO Y QUEDARÍAN MUCHAS DUDAS, POR LO QUE DECIDÍ QUE ESTE SERÍA LA CONTINUACIÓN DEL FINAL I SIENDO EL FINAL II Y YA EN PAR DE DÍAS MONTO EL EPÍLOGO OFICIAL...

 

Vi sus miradas, todos estaban horrorizados. Ya no había musica, lo único que veía por todos lados eran los ojos de todos los alumnos sobre mí.

Pero aquéllo no me importó. Por primera vez no me importó lo que alguien pensará de mí; salí como pude de ese lugar y deje de caminar en la parada de autobuses.

Me sente en el puesto de espera de buses y agache la mirada con la vista fija en mis muñecas, estás seguían con sangre.

—¡Dios! —alguien me tocó el hombro, siento como sus manos empiezan a temblar al tocarme  —niña ¿esta bien? Déjeme ver su cara... por Dios santo—susurra, y yo la miró. Es una mujer adulta, de unos 30 años —Oh por Dios ¿quién te hizo esto? ¿Estás herida? —y al terminar esa frase el nudo que llevaba en mi garganta reventó y todas lágrimas que había guardado hasta ese momento salieron a flote.

Era doloroso. Demasido doloroso. Jamás me había sentido tan mal, nisiquera cuándo supe que mi padre me había vendido, tampoco cuándo supe que debería vivir con Hero, o cuándo tuve mi primera vez a la fuerza. 

Todo se quedaba malditamente corto comparado con todo lo que estaba sintiendo.

Sin pensarlo dos veces me levanté y abracé a aquélla mujer con fuerza, como si la conociera de muchos años o, incluso, como si fuera mí propia madre.

Moje el hombro de su camisa, lo supe cuándo mi mejilla se sintió más mojada de lo normal, pero no me importó, seguí llorando sin parar hasta que mi cuerpo comenzó a temblar.

—Niña —me habló bajito mientras yo aún seguía pegada a sus brazos —¿Podría llevarla a casa? Tal vez no me conozca pero me preocuparía dejarla sola —me separe tan solo un poco y la miré con mis ojos ardiendo —¿quiere?

Asenti.

Ella me sonrió tiernamente y con su dedo me señaló su auto —lo lamentó, tuve que aparcar el auto porque la vi llena de sangre —no dije nada, me límite a sentarme atrás y vi como sus ojos me miraron atraves del espejo del coche —por cierto soy Madelein —la mire una última vez y agache la mirada. Ella se aclaró la voz —¿podrías... podrías decirme la dirección de su casa?

Suspire con pesadez. No podía creer que enserio todo esto estuviera sucediendo —455 N. Rexford CA 9210 

Y con eso último el auto arrancó.

***

En menos de lo que pensé ya estaba en la entrada, por supuesto le había agradecido a la mujer, pero mis manos seguían temblando y más aún cuando mi dedo toco el tiembre.

Meldey abrió la puerta con su característica sonrisa, pero no paso demasido cuándo su felicidad cambió a un completo desconcierto.

Me miró de arriba abajo, casi parecía que su piel se hubiese puesto de repente más pálida.

—Lo siento —ella fruncio el ceño.

—¿Por... Porqué su ropa esta llena de sangre? —cerré la puerta con fuerza y ella miró hacía atrás como si esperara que alguien más entrará.

—Lo siento tanto... todo fue culpa mía —ella negó. Sin darme cuenta había comenzado a llorar con mi mirada en un punto fijo.

Ella volvió a negar, un retorcijon llegó a la boca de mi estómago en el momento en que sus ojos comienzan a acumular lágrimas —¿Donde esta el señor Hero? —niego y me tapó la cara con mis manos mientras mi espalda choca contra la pared —¿No? ¿que significa no? ¡te hice una pregunta! —me grita. Las lágrimas corren libremente por mis mejillas y no es demasido difícil ver la humillación en mis pupilas —¿Donde esta? ¡¿Donde esta?! Te estoy preguntando.

Me muerdo el labio, y presionó tan fuerte mis dedos contra mis manos que me entierro mis propias uñas.

—Se suicidó —no podría describir lo que vi en sus ojos al escuchar esa corta pero tan dolorosa frase salir de mis labios —lo lamentó... enserio.

Deja de mirarme y pasa hacía un punto fijo, suelta el trapeador de entre sus manos y susurra —¿que?  —parece pensarselo —no. El no sería capaz. El no haría algo parecido. Mi pequeño Hero no... —vuelve a mirarme pero esta vez con rabia —¿Porque lo lamentas? ¿que hiciste como para que lo lamentes? ¡¿tú lo mataste?!

Me empuja y choco contra la puerta —¿Que...? Yo... yo... no.

—Lo conozco desde que era un bebé ¡Jamás haría algo asi! ¡me estás mintiendo! —Trató de responderle, pero mis palabras no salen bien de mi boca.

Su mano me aparta y con rapidez digita la contraseña de la puerta y termina abriendola —¡Hero! —grita —¡HERO CONTÉSTAME! HERO —logró tomarla del brazo y la obligó con mis manos en sus mejillas a mirarme a los ojos.

—Hero... Hero esta muerto. Se suicidó, te digo la verdad. Entiende. No te contestará... el esta muerto —por primera vez parece que su cerebro capta lo que esto significa. Sus ojos se humedecen de a poco y con lentitud su cuerpo cae en el suelo, como si sus piernas le fallaran. Yo me agachó y la abrazó quedando a su altura.

—¿Hero... muerto?... ¿mi pequeño se suicido?  —no soy capaz de responderle, al contrario la abrazó con mayor fuerza sobre el pasto.

.

.

.

SEMANAS DESPUÉS...

Mordi mi labio. Ya habían pasado varias semanas. Si exactamente dos. Dos horribles semanas en las que no había podido dormir en un solo momento, lo único que hacía mi mente era recordarme día y noche, noche y día, las 24/7 que gran parte de esto había sido mi culpa y que además esta mansión no era mía... Si no de Hero.

No había podido ir a el funeral de ninguno de los dos, realmente no sería capaz de plantarle cara a sus familiares. Era una cobarde. Una maldita cobarde y eso lo sabía pero es que había sido imposible.

Pero ahora estaba frente al apartamento de Kein. Había podido llegar mas rápido por el ascensor, pero había preferido subir las escaleras para tener una buena excusa para demorarme un poco más.



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En el texto hay: profesor, millonario, juguete

Editado: 05.04.2020

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