Jules Y Michelle

Nunca fue del todo un problema

A lo largo de mi vida me han confundido con un chico demasiadas veces, aunque la gran mayoría de esas ocasiones se trataba de personas que me veían por poco tiempo, como un promotor en la calle, gente en tiendas, alguien que con quien tropezaba en el pasillo… La primera vez que de verdad fue algo vergonzoso fue cuando esa chica me invitó a salir pensando que era ‘’su tipo de chico delicado’’.

Aunque, ¿puedo culpar a todo el salón por no tener ni idea de que no lo era? Soy algo más alta que el promedio de chicas de mi edad, con una contextura delgada sin curvas, con pechos casi imperceptibles si uso ropa que no esté pegada a mi cuerpo, cabello corto desde siempre, ropa que he heredado de mis hermanos mayores, solitaria, nunca hablo, no resalto, entre la elección del uniforme siempre elegí un pantalón… estaban todas las de creer que no era una chica. La mayoría pensaba que simplemente era un chico bastante femenino.

Desde esa vez ese tipo de cosas solo se repitieron de vez en cuando, aunque nunca a ese nivel, por suerte. Sobreviví, me gradué y me tomé un año para pensar bien qué estudiar.

Durante ese año me la pasé mayormente en casa con mi padre y mis hermanos, cosa que siempre ha sido agradable. Puede que por eso el no tener amigos se me hiciera poco problemático, ya que al llegar a casa había suficiente con qué entretenerse, mucho que hacer y con quien hablar.

Soy la cuarta de cinco hermanos, todos hombres. Ellos me inculcaron la mayor parte de mis aficiones: Joe, el mayor, me dio un control de Nintendo 64 tan pronto como pude agarrarlo por mi cuenta; Jessy y Jerry, los mellizos que le siguen, me mostraron los primeros animes y mangas que alguna vez conocí; por último, John, el menor de todos, a quien le llevo dos años, fue quien me dio la grandiosa idea de buscar mangas en ingles si no los encontraba en español para traducirlos. Mi nivel de inglés siempre fue bueno, y eso me llevó a, además, decidir estudiar eso en la universidad, la cual empiezo pasado mañana.

Siempre hemos tenido una vida tranquila y agradable, al menos así desde mi perspectiva, dado que cuando todavía John y yo éramos pequeños mamá murió. Eso afectó mucho más a mis hermanos mayores y, claro, a mi padre. No es como que haya sido sencillo para mí crecer sin una madre, pero supongo que al ser tan pequeña no me golpeó de la misma manera que a ellos. A decir verdad, recuerdo muy pocos momentos junto a ella. Lo que recuerdo es bastante lindo, eso sí.

Por triste que sea, mi padre se encargó de nosotros de manera excelente, para ser un hombre que nunca había tenido tanta responsabilidad por sí solo. Joe, que para ese entonces ya tenía unos catorce años, actuó como un hermano mayor grandioso, eso le quitó un peso a mi papá. Hoy en día, unos quince años después, las cosas están bastante bien.

—¿Vas a querer que te lleve el lunes a tu primer día? —me pregunta mi papá, Jonas, a mi lado mientras vemos un partido en vivo de su equipo preferido de basquetbol.

No soy fan del deporte, pero llevamos tanto tiempo con esta tradición de ver partidos juntos que no tengo ganas de dejar de hacerlo, además, es muy divertido ver como discute con el televisor.

—Creo que estaré bien sola —le digo sin mirarle cara, pendiente de lo que sucede en la pantalla del televisor de la sala—. Está lejos, pero el bus me deja justo en frente de mi facultad.

—¿Y qué tal algo de dinero? Podrías ir a comprar ropa nueva mañana —me codea, consintiéndome por ser su única hija y por estar por iniciar la universidad.

—Eso sí me interesa —sonrío.




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