Julia
Tenía un cúmulo de sensaciones remolinadas en mi interior; la empresa, el sueño de Alice y mío estaba recibiendo el reconocimiento entre los mejores, me sentía plena al sentir el apoyo incondicional de Fabricio.
El resto de la noche fue algo descontrolada, ahora me encontraba en el hotel, mareada y con un dolor de cabeza fuerte, miro a mi alrededor y el vestido por allá tirado, a mi lado el hombre de mis suspiros.
Trato de recordar lo que paso, pero mi cabeza esta en blanco; sé lo que paso con Fabricio por la ausencia de mi vestido, no me molesta, ya lo habíamos hecho antes; pero de lo demás no me acuerdo, al bajarme de la cama noto un papel en el suelo, al leerlo todo viene a mi cabeza como caudal de aguas en rio revuelto.
Me levanto hacia el baño, al mirarme al espejo no evito reírme de forma nerviosa, el sonido estridente de un teléfono me saca de mis pensamientos, corro hacia la habitación; busco y busco de donde sale el sonido, por allá en una esquina está el teléfono de Fabricio, hay esta el origen de tan horroroso sonido, al tomarlo deja de sonar y observo 20 llamadas perdidas
- Fabricio despierta, tienes muchas llamadas perdidas – gruñe y me jala hacia él -
- Hmm... ¿quién será? - me zafo de su agarre, pero termino acostada al lado de el –
- No se... está sonando hace rato, pero lo no encontraba – lo observa y sale disparado de la cama –
- Julia.... A esta hora deberíamos estar en Milán – hago la misma acción y me levanto a recoger el reguero que tenemos en la habitación –
- ¡Que!... espera ahí Fabricio – le señalo el papel que encontré en el suelo –
- ¿Qué piensas hacer? – me pregunta -
- Nada ... lo hecho, hecho esta – me besa y me quita el papel –
- Bueno... esto va para la caja de seguridad de mi casa ¿estas de acuerdo?
- Si... pero deja el desespero, comunícate con ellos y explica que nos quedamos dormidos y a que hora podemos salir – está todavía adormitado y solo asiente -
- Si... tienes razón
Camina de un lado con el teléfono pegado al oído; mientras recojo el desorden de la habitación, al rato sale perfectamente bañado y listo para salir
- ¿Qué te dijeron? – me observa y se sonríe -
- Pues... que nos esperan en 3 horas en el terminal aéreo – empieza a acomodar su maleta –
- Bueno ya me arreglo – me encamino hacia el baño - ¿Fabricio que paso con mis zapatos que no los encuentro? – suelta una carcajada y se tira en la cama -
- Pues ... ¿no te acuerdas? – me mira, pero se esta burlando de mi –
- ¿Qué paso? – me acerco a la cama –
- Pues ... les hablaste, los insultaste y como si fuera poco los aventaste hacia el rio Sena, ya irán lejos
- Como dejaste que los botara... tu mamá me va a matar; ella me había dicho que eran carísimos – suelta otra vez la carcajada –
- Carísimos sí son; no te preocupes yo te compro unos iguales para que mi madre no diga nada – se me acerca bastante que nuestras narices rozan – será un secreto entre los dos
- Si los compraras tú, por dejar que los aventara – me encamino ahora si para el baño y lo llamo- Fabricio... un secreto más – le hago un guiño y vuelve a reírse –
Después de nuestro ataque de risas por lo ocurrido, nos encaminamos hacia el terminal aéreo y así llegar al hangar donde nos esperan; no sé si era época de lluvias, pero el cielo se quería caer de tanto llover, ambos teníamos estragos de la noche anterior, el terrible dolor de cabeza había cedido
- ¿Parece que parís no quiere que nos vayamos? – le pregunto a un Fabricio que parece un zombi –
- Hmmm .... París, parís nunca te olvidaremos – nos carcajeamos –
- Ahora recuerdo que – se quita las gafas y me observa fijamente –
- ¿Qué recuerdas? – ahora es mi momento de burlarme de él –
- Bailas terriblemente mal Fabricio....
- No me recuerdes esa vergüenza Julia – se tapa la cara y también se ríe –
- Tranquilo ... eso quedara entre tú y yo, pero eso sí; si algún día tenemos hijos yo les enseñare a bailar
- Hmmm... ¿quieres tener hijos conmigo? – se me acerca bastante y me roza sus labios a los míos -
- Eres mi primera opción, después ya veremos – frunce el ceño –
- ¿Ah hay otras opciones? – le beso la barbilla –
- No las hay, pero uno nunca sabe que puede pasar, por momento... Tú
Nos fundimos en un beso que tenía muchas promesas implícitas, sin importarnos los que había alrededor. Llegamos a Milán a la media noche, en el terminal aéreo nos esperaba una señora Lia muy molesta, porque le habíamos dado un susto de muerte, pero al vernos y después del regaño nos dejo solos y se fue hacia su casa, por la hora me quede con Fabricio.
A primera hora llego a casa, todos contentos por el logro obtenido, lo que se venía era trabajo duro tanto para Alice como para mí. Las siguientes semanas fueron de trabajo continuo; según tenía entendido el trabajo de Ian estaba dando frutos, pero Fabricio estaba cumpliendo su palabra de mantenerme al margen.
La relación de nosotros ya era de otro nivel; hablamos abiertamente de hijos y planes a futuros, cada vez que Fabricio hablaba de un aspecto de su vida me incluía y eso em hacía sentir calidez en mi corazón. Pasaba mas tiempo en su apartamento que en casa, Alice me molestaba diciéndome que fuera a vivir allá del todo, pero me daba cierto de temor que fuera a pensar la señora Lia.
Había diseñado unos anillos con nuestros latidos, un diseño único que solamente teníamos los dos; todos decían que eran anillos de compromisos y no; representaban mucho más.
Llegaban los informes de Florencia y cada que eso pasaba Fabricio se alteraba
- ¿Qué pasa Fabricio? – camina de un lado para otro-
- Cada día los informes son peores Julia – se le cae un documento, lo tomo del suelo y lo leo –
- ¿Qué es esto? – se agarra la cara con fuerza –
- Papá tiene cuentas en el extranjero, cuentas en paraísos fiscales para no ser detectado... él ha estado robando hace mucho