-Abuela - Caminé hacía ella abrazándola. Los abrazos de la abuela siempre han sido reconfortante.
-Mi niña no tan niña - Sonreí- . ¡Cuánto has crecido y que guapa estás!
-Desde la última vez sólo crecí un centímetro
-De poquito a poquito se llega a Roma- Respondió.
La abuela Jaded siempre a sido mi favorita, estar con ella es cómo estar con una parte de Elio, en la tierra. Siempre a sido una súper abuela en mí vida.
-¡Hola, abuela! - Esta vez fue Mathias quien la abrazó.
-Mi pequeño ricitos de oro. ¡Qué galán estas!
-Abuela, ya estoy grande para que aún me llames ricitos de oro- Mathias rodó sus ojos y las tres reímos.
-Para mí siempre serás mi ricitos de oro - Respondió la abuela, apretándole sus mejillas.
Sí, la abuela siempre a sido dulce.
-¡Hola, mamá! - Mamá la saludó.
-¡Oh! Pero si aquí está la mujer qué se casó con él hombre equivocado
Mamá negó con su cabeza.
-Señora Jaded, hoy traje bandera blanca ¿podemos estar en paz un rato?
La abuela siempre le ha reprochado haberse casado con mí padre. Pero siendo sincera, la abuela no se equivocó.
-Si si cómo sea ¿entramos?
Los tres asentimos adentrándonos a la casa.
Cada quién se dispuso a ir a sus cuartos para luego bajar a cenar.
Me di un baño lo más relajante qué pude para así despejarme de los pensamientos que me abrumaban.
Pensamientos llamados : Aidan
Aún así quise olvidarme de él por unos momentos.
El tono de llamada de mi celular timbraba por toda la habitación mientras me arreglaba. La foto de Michell se mostró en la pantalla, era una videollamada.
Acepté la videollamada y en unos segundos la cara de mi amiga apareció.
-¡Hello Juli!
-¡Hola Michi!
-¿Qué tal el viaje? - preguntó.
-Pues... no me quejo
La rubia movió su celular mostrando a Kevin.
-¡Mocosa! - Gritó- . ¡Pero que guapa estás! Me recuerdas a dos cosas ¿sabés a qué?
Qué no salga con una idiotez, por favor.
-¿A qué, Kevin? - Pregunté.
-A mis bolas, nena - Contestó con euforia.
Negué con mi cabeza.
-Si serás idiota
Michell le arrebató el celular a su novio, volviendo a mi vista.
-Ignoralo- Pidió -. Está en sus días de idiota
Y reí ante eso
-¿Quieres ver otra cosa más? - Volvió a hablar y asentí con curiosidad.
Movió su celular hacia la derecha y allí me dejó ver un Aidan muy distinto al qué me habló esta mañana.
Él sonreía, aún así no exageraba felicidad, pero mostraba las fracciones de su rostro cómo siempre lo he conocido.
Sonreí al verlo; aunque sea a través de una pantalla.
Pero mi sonrisa era una más melancólica al recordar lo que dijo.
-Esa sonrisa dice más qué una palabra- Habló Michell -. Creo qué mi Julieta encontró a su Romeo, pero italiano ¿Estoy en lo cierto?
¿Está en lo cierto?
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A la mañana siguiente llegaron a la casa de la abuela con la noticia del suicido de un nieto de su amiga, Mary.
La palabra suicido causó conmoción entre nosotros, de echo en la comunidad.
Decidimos asistir al velatorio del chico.
Andrew así se llamaba: dieciséis años tenía cuándo decidió quitarse su vida.
La abuela lo describió como un chico tranquilo, normal y feliz. No tenia idea del ¿Por qué? De su suicido.
La comunidad lo describían de igual forma que la abuela ; Un chico feliz.
Pero es qué solemos utilizar doble careta; la que solemos mostrar al mundo y la que es nuestra realidad.
Y por lo que he comprendido... Andrew nunca mostró su realidad.
Al llegar a la casa de los padres del chico, pudimos notar la cantidad de personas que habían asistido.
La abuela nos guió hacia donde se encontraban los familiares de su amiga. Allí ella pudo darle el pésame a cada uno de ellos, Mathias y yo nos quedamos en silencio mientras conversaban.
Su madre se acercó hacia donde se encontraba su hijo, abrazó su ataúd llorando, mientras gritaba el nombre Andrew.
La mujer quería explicaciones.
Quería saber ¿Por qué Andrew la había dejado?
Su madre estaba desconsolada.
No quise seguir viendo esa triste escena y decidí salir.
Al llegar al jardín fui testigo de una escena confusa.
El padre de Andrew estaba impidiéndole la entrada a una chica, quien pedía a gritos que dejaran despedirse de su amigo.
Esa chica pelo rojiza era amiga de Andrew a lo que pude entender.
¿Pero porque no dejan que se despida?
Al final la chica se rindió el hombre pudo más con ella y no dejó que se despidiera. Nadie se interpuso, de hecho todos estaban de acuerdo con aquel hombre.
Me enfureció aquella acción; todos tenemos derecho a una última oportunidad.
Me acerqué a la pelirroja con intención de ayudarla. Ella se limpiaba las lágrimas con la manga de su abrigo.
-Hola- La pelirroja se sorprendió cuándo me acerqué a ella.
-Oye no estoy para charlas amistosas ¿si? - Se dio vuelta para irse pero la sujete de su abrigo antes que se marchará.
-Te ayudaré a ver a Andrew
Ella se soltó de mi agarre.
-¿Y por qué querrás ayudarme? Si sólo soy una desconocida para ti.
-Porque todos tenemos derecho a una última oportunidad en esta vida - Respondí.
Los ojos de la chica se humedecieron.
-Qué casualidad- Habló con melancolía -. Justo ayer Andrew me dijo eso
Necesitaba ayudarla.
-Soy Julieta - Me presenté.
-Lucy, me llamo Lucy
Asentí
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Esperamos casi una hora para poder entrar, la abuela y Mathias nos ayudaron para qué Lucy pudiese despedirse.
El plan era así: La abuela haría con la familia del chico y amistades una oración, ya que la familia era religiosa, el lugar sería en el jardín. Se tardarían un poco ya que usarán algunas velas, allí estarían al rededor de media hora y ése tiempo sería el suficiente.