Julieta, la chica suicida.

Capítulo 27

Aidan

Había llegado el momento de enfrentar el pasado, había llegado el momento de encarar a Roberth Smith.

El padre de Julieta.

Danilo había esperado éste momento con tantas ansias, la avaricia de recuperar su joya y su estúpido dinero.

Mi mal humor se había sido presente desde el momento qué Danilo me dio la orden de buscar al padre de Julieta. Odiaba revivir mi maldito pasado, odio el tener que revivir todo el tormento que llevó encima.

–Ya tienes todo preparado para que vayas y recuperes lo qué me han robado.–Me dice Danilo con desesperación en sus palabras.–David irá contigo supongo que con ustedes dos bastará.

Internamente agradecí qué él payaso de Jaxon no sea mi compañía.

David asintió guardando su arma en su espalda.

¿Para qué armas?

–¿Y si él no tiene nada de lo qué buscamos?–Preguntó David.

–Pasamos a la segunda opción.

–Su hija–Añadió Jaxon.

Me tensé al escuchar eso. Aunque desde el principio sabía muy bien a quien buscaría Danilo si Roberth no serviría.

–Ya he dicho que con inocentes no me meto.–Aclaré.

Danilo frunció su ceño.

–Pensé que te habías curado de eso.–Dijo.– Aunque seamos sinceros Aidan, nadie en esta vida es inocente.

Julieta si lo era.

–No importa.– Intervino nuevamente el payaso mayor.–Yo podré encargarme de ella. Danilo, de un principio me ofrecí.

–¡Tú no te metas en esto! ¡Éste es mi trabajo no tuyo, imbécil!

–¿Entonces porque no lo haces sin decir tantas excusas? ¿O es qué el gran Aidan en verdad le tiene miedo a un estúpido pasado?

–¿Y porque mejor no callas tú asquerosa boca antes que yo mismo lo haga?–Grité enojado.

–¡Basta, ambos!–Habló Danilo.–Somos adultos y ustedes se están comportando cómo unos niños estúpidos. Aidan seguirá con su trabajo, él más que nadie es él indicado para ésto, si necesito qué Jaxon se encargue de algo, lo hará, pero sólo si yo lo ordeno ¿Quedó claro?

David y Jaxon murmuraron un "de acuerdo".

Esta situación me colocaba cada vez peor mi humor y no necesitaba que ningún idiota me gritara. Así que me mantuve callado.

–Ya pueden irse.–Nos señaló.–Aidan, tráeme buenas noticias.

–¿Y si no las hay?–Pregunté con ironía.

Danilo mostró molestia.

–Entonces tráeme un maldito cadáver.

*******

La noche había caído y éste era el momento perfecto para la anhelada platica.

David hizo un buen trabajo al estudiarlo. David se convirtió en su sombra.

Esperábamos de pie junto al auto mientras qué Roberth aparecía.

–Hay algo más detrás de todo ¿cierto? Preguntó de la nada David.

–¿De qué hablas?–Respondí.

–De qué te conozco y sé que algo más te afecta o te afectará con la respuesta de ése Roberth.

–No sabés lo que dices.–Aclaré.

–Tienes miedo, Aidan.

Reí con lo que dijo.

–El miedo ya no existe. Él miedo no los arrebató esta vida que decidimos llevar ¿Lo olvidaste?

Ya ni siquiera existe el miedo  a morir cuándo a veces se vuelven complicadas algunas situaciones.

Él negó con su cabeza.

–No por ti. Tienes miedo a que algo le pase a Julieta Smith.

Él lo sabía.

–Cuándo Danilo nos mandó a vigilar a este hombre no sólo lo vigilé a él si no a su hija, pues sabía qué en cualquier momento sería una opción para Danilo, para nosotros.–Me quedé estático con lo que hablaba aún así no lo interrumpí y él continuó. –La seguí por días y en esos días te vi junto a ella. La vi cuándo la besaste Aidan. Esa chica está en tú vida y aunque no se que significa Julieta Smith en tú universo, sé qué tienes miedo a lo que le llegase a pasar porque te importa.

Desde éste momento sabía qué se me había salido de mis manos.

–Porqué no me delataste antes? Pregunté.

–Jamás olvido cuándo un amigo me ayuda, tú lo hiciste conmigo y es por eso que silencio significa agradecimiento.

–Gracias.– Hablé con sinceridad. David ha sido mi compañero más leal, y no por la organización, si no por el lazo de amistad que surgió entre nosotros.

David asintió. A lo lejos pudimos notar cómo Roberth Smith salía del edificio, David caminó delante de mí mientras yo me colocaba unos lentes para que así no pudiera reconocerme.

De un momento a otro David se acercó a Roberth empujándolo hacía unos autos, desorientandolo con el impacto para después caer al suelo.

–¡¿Pero qué demonios te pasa?!–Gritó.

David pateó su estomago para callarlo.

Caminé hacía él quedando justo en su frente.

–Un gusto  por fin conocerlo señor Smith.– Hablé.

Roberth subió su mirada hacía mí frunciendo el ceño.

No me reconocía y eso era muy bueno.

–¿Quiénes son ustedes?–Preguntó con dificultad.

–No importa quienes somos, lo que importa es lo qué nos debe.

–¡Yo a nadie le debo nada! ¿Eres idiota o qué?

–Regla número uno.–Esta vez fui yo quién pateó nuevamente su estomago haciéndole toser.– No me grite señor, Smith

No podía negar que me sentía bien el haberlo golpeado. Pues me debía él insulto hacía Julieta la otra noche.

–Lleguemos al punto de todo esto señor Smith ya que no tengo mucho tiempo. ¿En dónde está la joya que su hermano nos robó?  Y obviamente el dinero también.

Una vez más me miró con confusión.

–¿Qué saben ustedes de mi hermano? Preguntó rápidamente.

–No me ha respondido, señor Smith.

–¿Qué carajos tienen que ver con lo de mí hermano?–Exigió desesperado.

Todo... Teníamos todo que ver.

–¿En dónde está lo qué le pregunté? Hablé con la poca calma que me quedaba.

–No diré nada si no me dicen ¿qué tienen que ver con mí hermano?

David sacó su arma soltando un disparo al aire para luego apuntarlo en su frente.

–¡Hable!–Gritó David. Agradezco que sea de noche y que la soledad se hizo presente.

Sabía que David no iba a disparar sólo era manera para asustarlo.

–Su hermano escogió una mala vida, señor Smith.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.