Julieta, la chica suicida.

Capítulo 28


Han pasado dos días desde que mi hogar; ya no es él mismo.

Mamá no ha vuelto a casa desde entonces, decidió encargarse de la salud de Elio, ella lo cuidará como a nosotros cuándo nos enfermamos.

Papá sólo llega en la mañana a buscar más documentos. Aunque han pasado 48 horas desde que Elio está en el hospital, papá aún busca a los culpables del accidente desde entonces.

La abuela Jaded es la qué ha venido para cuidarnos.

He convencido a la abuela pads qué me llevara a dónde Elio, después de tanto insistir aceptó, pero ante eso debimos crear un plan, ya que por ser pequeña no tengo permiso para entrar a terapia intensiva.

Al día siguiente la abuela me cumplió con lo qué me prometió. Ella se quedaría justo en la entrada de esa sala, mientras Kevin me acompañaria hasta el cuarto de Elio. Aprovecharemos que los pasillos estarían solos para que así no notaran a Kevin afuera de la habitación.

Todo había salido a la perfección pero sólo tenia unos momentos para estar con él. Al entrar lo vi con muchas marcas que para su estilo; nunca le quedará bien.

Creo que nunca agarré tanto valor cómo hasta ahora. Mis piernas y manos tiemblen, mientras que mi corazón late sin control. Caminé acercándome a su lado tomando su mano derecha.

Aún la tiene caliente.

–¿Te quedarás aquí toda la vida?–Fue lo primero que dije.– Volvamos a casa, por favor.

Levanté su mano y la coloqué en mi mejilla.

En su rostro tenía varias marcas que estaré segura que cuándo despierte de acá, pegará un grito al cielo si cicatrices llegasen a quedar.

–En casa te espera mi pastel.– Sonreí recordando cuándo un día atrás a mi cumpleaños, discutamos sobre el sabor del pastel.– Puedes comerlo todo si deseas.

Tenia miedo.

Tengo miedo de que no regreses conmigo.–Sentí el nudo en mi garganta.–¡Por favor, despierta por mí!  Te prometo no pedirte nunca más regalos, sí por último me regalas despertarte.

¿Y sí no vuelve qué haré?

¡Por favor! ¡Por favor! ¡abre tus ojos de nuevo!–Rogué entre lágrimas.

Subí la mitad de mi cuerpo hacía su pecho. Lo abracé con todas mis fuerzas y aspire su olor, su pecho subía y bajaba, pero sus ojos aún no los abría.

–No me dejes papá tú... No, no, te lo pido.

Justo ahora aprendí lo que se siente tú corazón doler, porque además aprendí el dolor del alma.

–Prometiste estar para mí siempre y las ¡promesas se cumplen!– Le exigi entre su pecho, con la esperanza de qué podrá escucharme.

Mojé su pecho de lágrimas y aún no despierta.

–Si existe los milagros... ¡Por favor, que despierte!– Pedí con los ojos cerrados.

La puerta de la habitación se abrió con un Kevin exaltado.

Es hora de irnos Julieta.

Me aferré a Elio con mucha más fuerza.

Kevin se acercó a mí.

–Debemos irnos ya.

Pero no quiero dejarlo.

–Lo siento pero ya tenemos que irnos.–Vi lastima en su mirada y más me dolió el corazón.

No puedo.–Fue lo único que salió de mi garganta.

Con delicadeza me fue alejando de Elio.

La tristeza de Kevin era tan difícil de ocultar, sé que le dolía, tal vez no más que yo, pero si lo suficiente.

Puedes tomarte tú tiempo, de igual manera siempre te estaré esperando. Pero por favor, no te tardes.– Besé su frente.–Te amo siempre.

Cumpliré con mi promesa.–Le habló Kevin.–Se lo juro.

Una lágrima de deslizó por su mejilla.

Rocè sus dedos con los míos, mientras Kevin me llevaba hacia afuera.

Sentía que esa sería la última vez con él.

Parte de mi alma y corazón la dejé con Elio en esa cama.

Tres horas después; lo único que mantenía a Elio con vida. Se apagó, llevándoselo de éste mundo.

Entre mi shock lo único que pude entender y sé qué nunca olvidaré, fueron las palabras de la abuela cuándo me abrazó y me dijo:"Él sólo te esperaba a ti, para poder marcharse. "

*Fin de flashback*

Han pasado dos días desde que volvimos de la casa de la abuela, él tener qué volver a casa me ponía estresada y a su vez angustiada por el no saber que hará de verdad papá si no llego a cumplir.

El mismo día que llegamos me lo crucé por casualidad, a lo que él sólo me dijo " El tiempo pasa y las celdas esperan por tus amigos". No puedo negar qué eso hizo que una pequeña crisis nerviosa se apoderara de mí.

Una nueva discusión se había creado en casa pero está vez, no era yo la involucrada, si no mamá y él. 

Las palabras de mamá al salir de la casa habían sido tan claras cómo él agua: " Él divorcio llegará a tú escritorio, si tú acciones y actitudes no cambian con Julieta. "

Una parte de mí se sintió culpable y la otra asustada con la mirada de papá justo para ir detrás de mamá.

Hace dos días llamé a Kevin para informarle sobre la denuncia que piensa hacer mi padre en contra de ellos. Y hoy habíamos decidido para vernos.

El lugar que decidimos para encontrarno era cerca de su universidad, una cafetería pequeña pero muy cómoda.

Al entrar ya mis dos mejores amigos se encontraban allí.

Me acerqué a ellos con la manos sudadas.

¿Qué tenia miedo por la reacción de Kevin.?

Si.

–Hola.– Él rostro de ambos se suavizo cuándo saludé.

–Hola acá tienes tú café de siempre.–Michell me estiró el café, mientras que Kevin acercaba una silla para mí.

–Hola mocosa.– Saludó Kevin.

–¿Siempre seré mocosa?–Le pregunté conociendo la respuesta.

—¡Sí! Siempre. Ahora siéntate y llega al punto.

–Puedes hablar.–Michell posó su mano sobre la mía.– Tranquila.

La desesperación se hacía notar en el rostro de Kevin.

Pasó sus manos sobre su rostro.




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