Julieta, la chica suicida.

Capítulo 31


–¡Tienes medía hora para sacarme toda mi maldita mercancía de allí, Aidan!

Danillo gritaba histérico desdé mi celular. La mercancía había llegado con éxito, pero avisaron que pronto la policía estaría acá.

–Hay que sacar la mayor mercancía que podamos, y avisa a los demás que pronto tendremos visitas.

–No te preocupes, Aidan. Sólo queda poca en el barco, la mayoría está a salvo.–Habló David.

–¿Entonces podemos irnos?–Pregunté.

Antes de qué David contestara, unos disparos retumbaron en la entrada del muelle. Inmediatamente mis sentidos se pusieron alerta.

–¡Ve a la salida y sal de acá! Yo me encargaré de la mercancía.–Antes de qué pudiera decirle algo, David ya se había ido.

–¡Maldición!– Saqué mi arma, colocándome alerta. No me gusta usarla, pero debía protegerme.

Varios hombres me cubrían mientras corría hacia la salida, pero aún así, ellos caían con los disparos.

Pero entonces recordé qué David, no me ha abandonado nunca, entonces... ¿Sería yo tan cobarde para dejarlo? No lo pensé ni un momento en devolverme a buscarlo.

¿Dónde estás David?

Sí, lo admito, los nervios se apoderan de mí en cada paso que doy y no lo encuentro.

Llegué justo a lugar dónde nos despedimos pero aún así no estaba.

Un golpe en la nuca me hace caer de inmediato perdiendo mis sentidos.

–¡Deja el arma a un lado y levántate despacio!–Me gritaba.

No podía verlo porque él se encontraba a mí espalda. Pero estaba totalmente seguro que era policía.

–¡¿Qué esperas?! Hazlo de una vez.

Dejé mí arma a un lado y despacio me dispuse a levantarme. Maldita sea, estoy perdido y ni siquiera he podido lograr mi cometido.

–Bien, ahora levanta tus brazos.–Hice lo qué me pidió.

Se acercó a mí revisandome de pies a cabeza aún de espalda.

–¿Porque siento que te conozco, aún si ver tú asqueroso rostro?

Se nota que éste imbécil no sabe de la belleza italiana

–Quizás porque me conoces en tus sueños.–Respondi con diversión.

–¿Muy gracioso no?

Golpeó mi costilla haciéndome soltar un quejido.

Dolía en la mierda pero no quería verme débil ante él, ante nadie.

–Volteate,estúpido.–Exigió.

¿Qué más podía perder? 

A medía vuelta, unos disparos hicieron caer a la persona que tenía detrás de mí. 

–¡¿Lo asesinaste?!

Él bajo su arma sonriendo.

–¿Pensabas que te iba a abandonar? Preguntó.

Negué.

–No podrías a abandonar a tú italiano favorito.–Me acerqué a él abrazándolo.

–Él tiene chaleco antibalas Aidan, sólo se desmayó. No tardará en despertar y debemos irnos.

–Espera.–Me acerqué al hombre qué estaba en el suelo.–Déjame verlo.

Lo moví un poco para ver su rostro... Él amiguito policía de Julieta.

Hendrick.

–¿Lo conoces?–David me preguntó.

–Es él amigo de Julieta.

David levantó sus cejas sorprendido.

–¿Te preocupa lo qué hubiera pasado sí él te fuera reconocido?

Asenti en silencio.

–Entonces todo se fuera arruinado con ella...

No respondí nada, pero con ver mi rostro él, lo entendió todo.

–Saldré de toda esta mierda David, pero antes de hacer eso... Entregare toda la maldita organización, y al final me entregare yo también.‐Le confesé.' Tú puedes escapar de todo. Te avisaré...

–Lo haré contigo.– Me interrumpió.–Acabaremos toda esta mierda y nos entregaremos juntos

Su respuesta me dio mucho apoyo.

–Entonces empecemos con el plan.

********

Él viernes había llegado y mis clases de la universidad habían acabado por esta semana. Tener doble vida no ha sido fácil, mientras unos días estudio como una persona normal en la universidad, otros días estoy en una organización mafiosa.

Pero mi carrera acabará cuándo logre acabar con toda esa porquería.

–¿Si me estás escuchando, italiano estúpido?– Kevin se detuvo al frente de mi con el ceño fruncido.

–Parloteas mucho, Rubio.

–Eres un idiota.–Rodó los ojos.

–Ajá.– Seguí caminando ignorándolo. Kevin se colocó nuevamente a mí lado.

–Tengo un plan y te necesito a ti en el. ¿Qué te parece?–Me miraba ansioso esperando una respuesta.

–Olvidalo.

–Entonces pasaré al segundo plan.– Me crucé de brazos para escuchar la estupidez que dirá.

–Te obligaré.

Una carcajada salió de mí.

–Es lo más estúpido que me has dicho en toda tú estúpida vida, estúpido.

Caminé nuevamente lejos de él ignorándolo.

–¡Pues veremos quién reirá de último mañana!– Kevin gritaba mientras le sacaba el dedo del medio.

*********

–Te odio a ti y a toda tú descendencia. Gruñí bajando las escaleras de mi casa. 
  
–Pues tú serás el tío favorito de toda mi hermosa descendencia.– Reía Kevin.

Y si, él estúpido rubio consiguió lo que dijo. Pero sólo lo hice para qué dejara de gritarme desde afuera de la casa.

–Entonces llevarás mi mochila.–Le tiré la mochila que tenía en mis manos, haciendo que perdiera el equilibrio un poco.

–¡Hey, estúpido italiano! Por poco haces caerme.

–Esa era la idea.– Ahora el que reía era yo.

Al salir me encontré a la loca rubia de su novia.

Ésto no podría ser peor.

–¿Qué diablos haces aquí?– Pregunté. La rubia borró su sonrisa ante mi pregunta. No la odiaba, sólo qué parloteaba demasiado para mí gusto.

¿Porqué los canadienses hablaban mucho?

–A mí también me da mucho gusto verte.–Respondió.– Pero no te preocupes, él cariño es el mismo, futuro cuñado.– Sonrío maliciosamente.

–¿Él tinte te dejó hablando estupideces? 

Ella entró al auto riéndose.

–Deberías de decirle a la loca de tú novia que cambie de tinte.–Le dije a Kevin mientras guardaba mis cosas en el auto.

–¿Tinte? ¿De que hablas?

–Sí, el tinte de cabello. Porque el rubio, la dejó media idiota cómo tú.

–¡Imbécil te escuché!– Gritó ella, desde adentro.

No pude evitar reírme y a lo que Kevin también se unió. Hasta que su novia lo miró con cara de asesino serial.




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