Al día siguiente el cielo se colocó tan oscuro que pensé que el también lloraría por Kevin. Sólo un milagro ayudaría a mí amigo, pero realmente no sé si eso pudiese existir en la vida real.
Le había llamado a Aidan, contándole la noticia del corazón que no funcionó. Aunque no lo vi se que le dolió como a mí y que sus esperanzas se habían ido.
Prometió pasar por mi para llevarme al instituto pero no tenía ánimos de subir a un auto, así que caminé para poder despejar mi mente.
Sólo éramos una calle vacía y yo hasta que un auto de detuvo al frente de mi.
No entendia nada hasta que el auto abrió su puerta y se asomó un hombre que jamás en mi vida había visto, pero cuándo me miró a los ojos, sentí un escalofrío correr por mí piel. El me sonrió y sacó un arma de su cintura, había apuntando hacía a mí, juré que iba a dispárarme pero cuándo escuché el disparo a un lado de mí, supe que no era conmgo.
Me di la espalda para correr y huir de allí, rápidamente observé en el suelo a un hombre que había caído por el disparo de hace un momento. De momento a otro estaba en el medio de zona roja de disparos que no tenía ni puta idea.
Cuándo traté de correr alguien me había sujetado por la cintura y esconderme detrás del auto que se detuvo al frente de mi. Luché para que me soltara, pero mi cuerpo se estremeció cuando está persona me miró a la cara.
Era Jaxon.
Mi cuerpo dejó de moverse, mi corazón se aceleró y el miedo me invadió.
Otra vez no.
La balacera se había terminado y el hombre que salió del auto y empezó todo caminó hacia mí.
—Un gustó por fin conocerte, Julieta.
Besó mi mano y rápidamente la alejé de él.
—Aidan, si tiene bonitos gustos.
Un pañuelo colocaron en mi boca haciéndome perder el conocimiento y caer el un profundo sueño.
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Aidam.
Hendrick llegó a mi lado con su cabeza casbibajo, y una mirada llena de preocupación. Lo cual me alarmé, ya que en todo este tiempo jamás lo había visto así, ni mucho menos lo vi sentir nervios al iniciar la última misión del día de hoy, atrapar a Danillo y Jaxon .
Y cuando lo vi llegar supe que había pasado algo malo.
— Se han llevado a Julieta.
Sentí que mi cuerpo había tambaleado al escucharlo, cerré un momento mis ojos y deseé que lo que me había dicho no fuera cierto.
— Ellos les dispararon a los chicos que la seguían y debían cuidarla, pero algo pasó y ahora ella está con ellos.
—Con las personas que más daño pueden hacerle. —Dije.
Mi pequeña mocosa no podría volver a pasar por lo mismo de nuevo, temía que está vez ella no saldría con vida o no soportaría nuevamente los mismos demonios que antes.
Prometí cuidarla antes y ahora. Nuevamente había fachado, así que no creo que la vida me encanta ofrezca una tercera oportunidad para cuidarla.
Estaba tan aterrado que solo quería ponerme a llorar como un niño pequeño sin saber que hacer. Pero la imagen de Julieta sonriendome venía a mí mente, y es lo que me hizo volver a la realidad. En la que no debo dejar que nada malo le pase, ya que al fin de acabo era a mí a quien querían y eso les iba a dar.
—Ellos sólo me quieren a mí
—Y eso lo sé. —Respondió Hendrick. — Pero no olvidemos que también es una trampa.
—Me vale una mierda. —Tomé una arma, colocandola en mi cintura. — Iré a buscarla, con o sin tú ayuda. Ahora es tu decisión.
Él lo pensó un momento pero luego le dió la señal a los demás. Todos subimos a los autos, sabíamos en donde estaban, y iríamos por ellos y por mi pequeña mocosa, sólo esperaba en no llegar tarde una vez más.
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Michelle
Cuándo casi todo el mundo perdía la fé en Kevin yo aún la mantenía, amor se le llama, escuché a la señora decirme esta mañana en la cafetería. Mi fé aún seguía intacta desde el primer momento que me enteré de todo, Kevin era tan fuerte como el amor de nosotros dos.
Aún cuándo todos insistían en bajar mi ánimo, con tan sólo poder verlo y observar su pecho subir y bajar por su respiración. Allí mi ánimo subía cada vez más.
No podría negar que todo ésto me dolía y mataba a su vez, pero el amor hacía sobrellevar todo, lo malo y lo bueno que la vida nos ofrecía.
No sabía si culpar a la vida o al destino por todo lo que ahora pasaba Kevin, pero lo que si sabía es que estaba totalmente agradecida con las personas que aman con su totalidad a mi gran amor. Estoy segura que sin ellas, él no estaría batallando justo ahora.
Estaba tan orgullosa de él, cada instante me encargaba de recordarle, pues pasara lo que pasara, quería que supiera que me hizo sentir la mujer más orgullosa, gracias a él.
Sus manos hicieron contacto con las mías y es que a veces cuando cerraba sus ojos, con sus manos trataba siempre de buscar las mías, cómo si quería asegurarse si yo aún seguía a su lado.
El color de su piel había desaparecido desde hace días ya, y ahora un color pálido lo acompañaba, sin embargo no dejaba de verse guapo para mí.
—¿No te cansas de observarme?
Di un pequeño salto al escucharlo.
—Siempre lo haría. —Respondí.
—Eso es mucho tiempo, acosadora.
Reí.
—Tu risa me sigue enamorando cada día. —Dijo.
Y sentí mis mejillas sonrojarse.