Habían pasado dos días desde entonces;
Kevin ha estado en terapia intensiva, no ha dado señales de mejoría, él sólo duerme y su corazón realmente ya no aguantaba tanto tiempo. Está vez el tiempo nos estaba acabando a todos nosotros.
Mi padre por fortuna había salido de emergencias el día de ayer, el disparo que recibió no lo afectó, sólo entró y salió de una vez. Aunque no estaba en su cien por ciento, estaba mucho mejor.
La policía me había llamado para dar mi declaración sobre todo lo sucedido, Hendrik estuvo a mí lado en todo momento, se lo agradecí muchísimo. Tanto Jaxon y su jefe italiano ambos recibieron su condena y su próxima extradición a su país natal; Italia.
Pero antes de habérselos llevado su jefe a sonriente me dijo: "Su amor fué tu dolor y el tuyo su perdición."
Sentí escalofríos al escucharlo decir eso, sin embargo no pude dejar de pensar en eso.
Y el no estaba tan equivocado al final de cuentas.
El amor de Aidam ha sido un dolor grande para mí, y al yo llegar a su vida fuí su gran perdición.
Aidam aún estaba en recuperación por lo que supe de Michelle. Una de las balas había llegados a un órgano por lo cuál, su condición todavía no era de buena.
Afuera de su habitación habían dos policías custodiandolo, para que no escapara y para que nada le pasara. Luego de que se diera su alta, Hendrick lo llevaría arrestado.
Todo era una total locura sin duda alguna.
Yo me encontraba en un estado de que ya no sentía absolutamente nada, decidí reprimir mis emociones, era malo, lo sé. Pero eso me permitía no derrumbarme más de lo que ya sentía que estaba.
Aún recordaba las palabras de Danillo "El mató a Elio"
Todavia mi mente se encarga de repetirlo, cada vez pudiera atormentarme.
¿Cómo tantas veces pudo mirarme a los ojos? ¿Cómo puedo besarme? ¿Abrazarme? ¿Hacer el amor?
Aidam ha sido el ser más frívolo que en mi vida pude haber conocido.
Y yo fuí la estúpida llama que intenté darle calor.
Al final yo sola terminé perdiendo.
¿Cómo un maldito collar pudo haber sido el causante de todo esto?
Incluyendo la muerte de Elío.
Quisiera poder preguntarle... ¿De verdad eso valió la pena?
No sólo perdí a Elío, perdí a la persona que mas he amado, por un estúpido collar.
Aidam fué el claro ejemplo de cómo alguien puede darte las alas y luego el mismo córtalas para dejarte caer a un abimos sin pena alguna.
Una parte de mi necesitaba más respuestas de toda esta locura, pero aún tenía miedo de salir más destrozada con lo que pueda escuchar.
Pero empecé con buscar al causante de todo ésto.
Fuí a casa a buscar el collar, lo encontré encima de mi armario, aún años después conservaba la bolsa de regalo con que venía envuelto.
Sentía enojo por ése collar y sólo quería desaparecerlo de una vez por toda.
Pero antes de hacerlo mi rumbo era el cementerio; con Elío.
Caminé apresurada para llegar a él pero me percaté que él ya tenía compañía, era papá.
Al sentir una presencia detrás de él se giró y al igual que yo sé sorprendió que yo también estuviera acá.
—¿Qué haces acá? Pregunté.
—Tenia una charla pendiente con mi hermano, espero que no te moleste. —Respondió.
Está vez no sonó grosero, todo lo contrario, apenado conmigo.
—No te preocupes. —Murmuré.
—¿Y tú?
—Vine a desaserme de algo.
Saqué de la bolsa de regalo el collar, el lo observó y pudiera jurar que me imaginé que me lo quitaría de las manos, pero no fué así, él sólo sonrió.
—¿Podemos hablar? —Mi padre me suplicó con sus ojos esa charla. Asentí y me senté a su lado, dejando de frente la tumba de Elío.
Él jugueteaba con sus dedos nervioso, creo que por mucho tiempo no lo veía así.
— Después que salí del hospital y detrás de todo lo que pasó ése día, entendí que todo lo que había echo todos esos años estaba mal, muy mal. —Relamió sus labios y yo seguí escuchando en silencio.— Me equivoqué contigo, Julieta. Fuí un completo idiota pero sobre todo, un mal padre para ti. Te fallé, te juzgué, te traté como nunca se debe tratar a un hijo. Toda mi rabia y dolor la pagué con una niña que sólo se sentía confundida y con su pequeño corazón roto por la perdida de su tío. —En este punto ya mis lágrimas se asomaban por mis ojos. — Quise pagar contigo una culpa que no era tuya ni mía, sólo fueron errores que mi pequeño hermano cometió. —Mi padre sonrió a la tumba de Elío. — Olvidé que mi hermano siempre quería tu felicidad y al devolverse a buscar ése regalo, no era nada para él, sólo verte sonreír. — Pasó si mano por su rostro para limpiar sus lágrimas. — Arrastré conmigo a mí familia, la perdí e inclusive a la mujer que más he amado y que siempre será así, pero ella sólo protegía a su bebé de un mal padre cómo yo. No puedo devolver el tiempo y no permitir la muerte de mi hermano, ni mucho menos el no poder haberte lastimado de la forma que todos estos años lo hice, pero lo único que puedo cambiar es el presente para que el futuro sea mejor que lo que dejamos atrás. Elío nunca me perdonará el haber lastimado a la niña de sus ojos, pero hoy mi corazón te pide perdón, hija.
No sé cuántas veces esperé, añoré y desee este momento, tantos años de lágrimas para que este momento al fin llegara a mí vida. Mi padre me pedía perdón por un error que nunca fué mío.
Yo lloraba pero no sabía si era de felicidad o por la tristeza y decepción que llevaba mi corazón tanto tiempo.
No encontraba las palabras para poder responder a todo lo que él me decía.
—No te pido que me perdones ahora, mañana o dentro un mes, quiero que realmente lo hagas cuando te sientas totalmente preparada para eso. — Tomó mis manos y besó mis nudillos. — Me iré a un centro de rehabilitación para mejorar para todos ustedes, pero más por ti. Quiero que cuando llegue el momento de perdonarme, ya yo sea una nueva persona para ti en todos los aspectos y si aún quieres, ser el mejor padre para ti por lo que reste de mi vida, hija.