Julieta quiso quedarse

Amara

-Necesito más salvia, cilantro y cuajo en gotas. –Amara anotaba todo mientras hablaba tan ligero que, si su amiga Senta no la conociera de tanto tiempo atrás no hubiese entendido nada de lo que la vieja bruja le estaba explicando desde hacía rato.

-¿Todavía te queda acónito? -preguntó la ayudante.

-Sí, tengo. También necesito que vayas a por el ojo de muñeca. Tenés que tener un especial cuidado con esa planta Senta –la advirtió –Blaz ya sabe que irás, te va a estar esperando.

-No me gusta hablar con Blaz –se quejó.

-Ya lo sé –dijo la bruja –pero me temo que no confió en la delicadeza de nadie más para transportar la planta.

   Aubrey, ingresó en el recinto de un portazo. Amara se volvió hacia ella. 

-¡He dejado más que claro que no me apetece trabajar en presencia de hechiceros! –la bruja se plantó delante de ella.

-¡Me da igual lo que hayas dejado en claro Amara! ¡A todo el mundo le importó un bledo lo que yo quería para mí! –gritó llena de furia. La bruja la contempló con ira en los ojos. Nadie más que Aubrey la habría enfrentado de ese modo –¡No me interesa ni un poco el plan que todos ustedes tienen! ¡Quiero una vida normal! ¡Volver a mi mundo normal Amara! ¡Tengo amigos, un novio, una vida1

-¡No empieces de nuevo con tus niñerías novata! ¡Naciste en una familia de hechiceros, y esto es lo que te tocó! ¡Nunca vas a tener una vida hasta que aceptes tu destino!

-¡No creo que sepas de lo que te estoy hablando! –comentó con sarcasmo la hechicera. Senta en estas instancias temía por ella.

-¿De verdad pensás que lo sabes todo Aubrey? –Amara estaba usando el tono de voz que según Senta anunciaría una muerte. Comenzó a caminar despacio, sin apartar sus ojos grises de la chica –yo también tuve diecinueve años, y también sentí tentación de vivir una vida que no me correspondía. Hice muchas estupideces querida. Y una de ellas le costó la vida a mi hermana Arhen. Si seguís por el camino que vas –chasqueó la lengua –nada bueno puede pasarte. No pretendas vivir lo que no sos. El lobo nunca va a ser cordero, así lo quiera. –dicho esto la empujó fuera de la habitación –¡Estúpida! –rugió –¡Estos hechiceros son francamente patéticos!

-Vas a tener que hacerte de paciencia Am –Senta tomó la nota que la bruja le dejara sobre la mesa –este va a ser un trabajo difícil para todos.

-No me quedan dudas. Sino fuera porque creo en lo que hago volvería a Ámsterdam y chau. Pero tenemos que revertir esto, ya fueron demasiadas las victimas.

-Tu tía Roderica no estaría muy feliz si te escuchara.

-Si Roderica en algún momento hubiese dejado de pensar en sus intereses y hubiese siquiera contemplado la desgracia que sembraría en el mundo, no hubiese creado a los licántropos. –una puntada en su interior la lleno de culpa. En el fondo mentía.

   Amara luchó unos minutos con el candado de un gran y antiguo cofre y al cabo termino abriéndolo a patadas, no tenía ni ganas de usar su magia. De él extrajo un antiquísimo grimorio. Los libros de hechizos eran objetos que nunca faltaban, y que no podían faltar en la vida de brujos y hechiceros. Sobre todo en la de los hechiceros. Hacía más de veinte años que las Asociación Internacional de Brujos y Hechiceros se preparaba para el Gran Golpe, como ellos habían decidido llamar a la estocada que acabaría con el hechizo de conversión más poderoso y efectivo de todos los tiempos: la licantropía. Había sido un trabajo de hormiga llegar a cada brujo y hechicero del mundo y convencerlo del propósito que pretendían llevar a cabo. Habían existido miles de disputas y cientos de veces el plan estuvo a punto de decaer. Pero ahora estaban llegando a la etapa final.  

-Senta, quiero que vayas por lo que te pedí. Tengo que encontrar las partes del hechizo original. Necesito concentrarme.

-Pensé que el hechizo era solo uno y que estaría en el grimorio de Roderica.

   Amara la miró y sonrió. Su amiga era tan ingenua como hacía ya más de mil años, cuando se había convertido en su discípula.

-Las cosas no son tan sencillas querida –cortó su mano derecha y vertió unas gotas de sangre sobre el grimorio que se abrió de un golpe –Roderica era la principal del aquelarre de Westeros, no la única. El hechizo fue construido por cincuenta brujas legítimas, y se necesitó de la fuerza de todas para conjurar a la primera pareja de lupinos. –buscó en el cofre un libro de tapa de cuero azul y se lo extendió –luego, se separarían y cada una se llevaría consigo una parte del hechizo. Para que nadie, excepto ellas, las creadoras pudieran conjurarlo nuevamente o deshacerlo. –Amara la contempló y Senta vió por primera vez en todos esos años que su maestra estaba desesperanzada. Ese sentimiento la desestabilizó, creía que Amara no conocía el sentimiento de fracaso, creía que ella era un ente de la naturaleza capaz de superarlo todo, pero se daba cuenta de que mas allá de todo, y a pesar de sus incontables años en el fondo era una persona –Es posible que nos falten partes más allá de los esfuerzos que hemos hecho.




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