Julieta quiso quedarse

Clara

   Clara y Sofía miraban el techo hacía más de una hora, acostadas sobre un colchón viejo y desvencijado. Los demás habían salido de caza. Solo ellas y el señor Klein permanecían en el ranchito de barro. La oscuridad era absoluta, pero los tres podían ver a la perfección donde se hallaban y qué hacia el otro.  Cuando pasabas a ser un licántropo, entrabas de cabeza a mundo oscuro. Ya no veías las tinieblas, eras parte de ellas.

  Clara se entretenía adivinando que era lo que pasaba por la cabeza de su compañera. Lo notaba en su respiración acelerada a veces, entrecortada otras, y los menos, eran extensos suspiros. Ojalá los alfas regresasen pronto, tenía un hambre que de a ratos no la dejaba pensar como una persona.

  Sofía por su parte, no dejaba de pensar en todo lo que había pasado a partir de que la designasen la encargada de investigación en su zona. Lo que más amaba hacer la había matado. Extrañaba su vida, pero estos días con los lobos le habían enseñado más que todos esos años de entrenamiento con los Beta. Para tener solo dieciocho años había sido terriblemente cruel.

  Antes de emprender el viaje al norte, había estado viviendo con las manadas. Eran familias con niños pequeños, con problemas y con terribles ganas de vivir en paz, de ser felices a su modo. Nunca había visto tanta felicidad en los ojos de una persona, como cuando ellos volvían de correr bajo transformación. Ese brillo no lo había visto en ningún Beta. Jamás. Y ya tampoco tendría forma de hacerlo. Si hubiese tenido una sola posibilidad de volver con los suyos, les diría que todo cuanto habían hecho era una terrible estupidez y una enorme equivocación. Estaban matando familias, niños y mujeres por ser diferentes.  La caza de humanos y las guerras sangrientas de lupis y Betas, se habían extinguido hacía un largo tiempo, ya solo quedaban licántropos con ganas de paz. Aunque claro, por respuesta solo obtendría un disparo en la frente. Los Beta no toleraban que se les llevase la contraria.

-En menos de un minuto suspiraste tres veces –susurró Clara.

-Lo siento –Clara se volvió a mirarla y halló lo que siempre. Una profunda tristeza.

-No es nada. Pero si puedo ayudarte en algo me gustaría poder saberlo.

-A menos que sepas como volver el tiempo atrás, no podés.

-No, no puedo hacer eso –volvió su mirada al techo –¿Extrañas a los Beta?

-Ni un poco –musitó.

-¿Entonces?

-Cambiaría todo si pudiera hacerlo –Sofía miró sus manos huesudas y con aspecto de garras –hasta esto me hace más feliz.

Clara sonrió. 

-Podes enmendar algo ahora.

-¡No! ¡Esta no es una historia de película en la que los malos se vuelven buenos y arreglan el pasado! La vida real es otra y ya sé que tengo los días contados –Sofía se tumbó de lado y la miró –Así las cosas.

-¡Sé cómo es la vida real! –respondió Clara – ¡date una oportunidad!

   La risa amarga de Klein, que jamás había emitido sonido ni respuesta alguna llegó del extremo opuesto al que estaban las chicas. 

-¿Una oportunidad Clara? ¿Los lupis? Es obvio que apenas conoces como funciona esto.

-¡Deberías hablarme de otro modo Klein. No te olvides que soy la única que puede salvarte el pellejo! –Clara no entendía como después de llevar tantos días sin probar más que agua seguía viviendo. Si es que aquello era una vida.

-¿Quién te dijo que me interesa salvarlo? –enarcó las cejas y un gesto burlón se coló en su voz de papel roto.

-¡Cerrá la boca y déjanos en paz! –Clara sintió que un escozor le recorría la piel.

-Desde que tenía cinco años hasta los cincuenta y cuatro que morí recibí entrenamiento especializado, escuche historias, vi cosas. Sé quiénes son los lupis, y ellos no dan segundas oportunidades, puedo asegurártelo.

-¿Ustedes las dan? –Clara se paró y enfrentó los ojos moribundos de Klein. Su cuerpo parecía un estropajo de carne cortada y cicatrizada. Estaba amarillo y demasiado pelo cubría parte de su cara y sus manos – ¡Ahora son lupis ustedes también! ¡Antes no lo eran!

El comentario funcionó como una puñalada para el hombre que parecía un cadáver viviente.

-¿En serio crees que una mordida me convierte en lupi? ¡Demasiados años como cazador querida! ¡Podría controlar mis impulsos lobunos o utilizarlos para cazar! ¡Sería una joya para los Beta!




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