Julieta quiso quedarse

Julieta

-¡Julieta, lo que me pedís es arriesgado! –Blanca siguió acomodando los almohadones sin mirarme.

-Por favor, Enzo no se va a enterar. No voy a salir de acá, de verdad. Y vos podes quedarte si tenés miedo.

-No sé –meneó la cabeza en señal de desaprobación.

-Blanca –caminé hacia ella –es algo importante lo que te pido. Sabes que tengo razón. A esa chica le puede pasar algo ¿Entendes? Ella no tiene a alguien que la cuide. Esta sola.

-Ya lo sé Juli –me miró con temor –¡y tenés razón! ¡Todavía me cuesta creer lo que me decís que paso!

-Matt… –balbucí – ¿No te dijo nada?

-¿Qué me tenía que decir?

  En ese momento me percaté de que Matt no le hubiese contado jamás algo como eso. Había metido la pata al contarle a aquella mujer. Tenía que acomodarlo como sea.

-Es que yo le conté –Blanca me observaba –lo que había pasado, pensé que te iba a decir.

-Ni una palabra –se dió vuelta y tomó el lustrador. La había contratado para que me ayude con la limpieza. Pero eso era una excusa, no quería estar sola después de lo de Sofía.

-No quiero asustarte con esto Blanca.

-No me da miedo por mi Juli –se volvió y me pidió un mate con señas –pero sí por vos.

- Enzo me cuida –dije y alcancé a ver un mohín. Era obvio que no le caía bien –supongo que voy a estar bien.

-Está bien –suspiró –voy a ir a buscar a esa chica.

-Gracias –la abracé por detrás como un niño chiquito cuando consigue lo que quiere.

-Espero que quiera venir conmigo. ¿No tenés su número para llamarla y avisarle?

-No, solo tengo su dirección.

-Bueno –dejó los artículos de limpieza, tomó las llaves del auto y el papel que le extendía –no tardo nada.

-¡Gracias de nuevo Blanca! –la acompañé hasta la puerta.

   En cuanto el auto salió del aparcamiento, conecté todos los sensores otra vez. Miré por la ventana y el bosque me devolvió solo quietud. No sabía si mi plan iba a resultar, pero mi intención era buena. Lo que fuera que tardara Blanca en ir a buscar a Emma sería de todos modos una eternidad, asique me puse a continuar con lo que ella hacía antes de irse.  Estar sola siempre se me hacía eterno. Pensé en llamar a Matt y contarle de mi plan, pero él ya había estado esa mañana haciéndome compañía y no se lo había dicho. Pensaría que era una ñoña.

  Habían pasado veinticinco minutos cuando Blanca regresó. Desconecté los sensores y me paré en los escalones de la entrada. Pude ver junto a Blanca el pelo blanquísimo de la chica. En cuanto bajó la pude ver mejor, su rostro no estaba tan contraído como el día que la conociera. Estaba mejor y parecía haber recuperado algo de peso.  En cuanto me vió sonrió y sus ojos sonrieron con ella.

-¡Julieta! ¡Gracias por la invitación!

-¡Emma! ¿Cómo estás? –le dí un beso en la mejilla.

- Un poco mejor. El aire de este lugar me hace bien. A pesar de todo.

-¿Tomamos algo? –Blanca se acercaba ya a la casa. Volví a conectar los sensores.

-Si, por favor –Emma caminaba despacio y parecía tímida. En la puerta se detuvo.

-Pasa –invité.

-Gracias –me miró con los ojos llenos de luces.

-De nada –me siguió hasta la cocina donde la invité a sentarse y le serví un café con leche. Ella era una desconocida, pero me inspiraba confianza, asique preferí ese lugar más íntimo para hacerle saber mi plan.

            Durante un par de minutos conversamos trivialidades. Las mismas que todos utilizamos para entrar en confianza o romper el hielo con algún desconocido. Y en ese momento yo las estaba poniendo en práctica a todas. De todos modos, en algún momento iba a tener que confesarle el motivo de mi invitación sorpresa.

-Emma –dejé junto a ella la taza humeante y serví otra para mí –quería saber cómo estabas y si habías averiguado algo como querías.

-Estoy como puedo –dió un sorbo al café con leche –me siento mejor al estar en el lugar de los hechos. La madre me habilitó a que visite la casa.




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