Julieta quiso quedarse

Alain

  Los licántropos no se sentían del todo cómodos en aquella casa. Era lujosa y grande. Nada a lo que estuviesen acostumbrados.  Además sentían culpa. Las manadas estaban lejos, encerrados en una cueva y ellos ahí, viviendo como señores. 

-El chico parece confiable –Bertram llevaba horas recorriendo la zona. El bosque le facilitaba esa actividad. A su regreso parecía agotado.

-Si todos lo parecen, pero… –Ranulf era el más desconfiado de todos –es fácil parecer amable Bert.

-¡Esta casa me incómoda hermano! –bufó Lamar – ¡me siento observado!

-Yo también lo he notado –musitó Alain –las paredes miran.

-He buscado indicios de magia –Ranulf los miró uno a uno –esta casa está protegida.  Nadie puede atacarnos aquí dentro.

  Los demás licántropos quedaron en suspense. Hacía tanto que nadie los protegía que ya habían olvidado lo que era sentirse a resguardo.

-¿Eso es bueno o malo? –Bertram estaba pálido.

-Supongo que bueno –Ranulf no mostraba indicios de sentirse contrariado –aunque les cueste creerlo, no es cualquier magia la que nos está resguardando, es legítima. 

-¡Diablos! –Augustus dió un paso al frente – ¡Se suponía que los hechiceros y brujos habían acabado con la magia de ese tipo!

-Se suponía –dijo Alain –pero madre debe haber previsto un ataque de este estilo en algún momento. Ella lo sabía todo.

-¡Me siento un idiota! –bramó Bertram.

-¡No veo porqué! –Ranulf lo miró intrigado – ¡estamos donde querían que estuviésemos! ¡Estaremos a resguardo! ¡Si madre quiere que estemos acá, será por algo!

-¡Alto! –Alain levantó su mano y todos se volvieron hacia él –dejen de sacar conclusiones y de imaginar cosas. Vamos a tomar precauciones sea bueno o malo. Al fin y al cabo no sabemos nada.

-¡Hasta que escuché tú divina voz hermano! –exclamó Lamar – ¡Estos viejos no paran de delirar desde que todo esto comenzó!

-¡Cerrá la boca! –bufó Augustus – ¡No hace tanto asegurabas que madre nos salvaría!

-¡Por dios! –Alain ya estaba al borde. El cansancio y la preocupación que venía carcomiéndole desde dentro habían agotado su paciencia – ¡No podemos pelearnos ahora muchachos! ¿Entienden? ¡Nunca nos han querido unidos, por algo sería! ¡Ahora lo estamos, no lo arruinemos!

-Es cierto –Lamar palmeó el hombro de Alain. En el comienzo no había confiado en el viejo licántropo. Pero al ver la traición de su mano derecha, había sentido pena por él –no lo arruinemos. Unidos somos poderosos, separados presa fácil.

-¿Cómo vamos a dividirnos? –Bert estaba ansioso porque esto se terminase de una vez.

-Alain y Ranulf van juntos hacia el este y el nordeste. Bert y Lamar al oeste y suroeste. Yo vigilaré la casa y a los prisioneros –dijo Augustus.

-Hay que averiguar todo lo que se pueda. Hasta la mínima cosa es indispensable –Alain los miró uno a uno –no se expongan, cuídense como pareja. ¿De acuerdo?

 Y por segunda vez desde que se habían juntado botaron al medio del círculo que formaban, su moneda de la paz.

 

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