Julieta quiso quedarse

Julieta

  Revolví una vez más la salsa. Estaba espesa y hacia burbujitas que reventaban salpicando los bordes. Controlé las hamburguesas. Casi estaban listas. Emma estaba preparándome el pan a mis espaldas. Menos mal. De lo contrario hubiese visto las dos lágrimas que me resbalaron de improviso por las mejillas. Aquella comida era la favorita de Clara. De pequeñas todo lo que quería comer era hamburguesas con salsa y queso doble.

  Cuando Enzo me pidió que le hiciera un gran favor no pensé que se tratara de eso. De todos modos lo hubiese hecho, no quería que notara que cada cosa relacionada a Clara me ponía tan mal.

-Ya está listo el pan con el queso –musitó Emma.

-Las hamburguesas también, voy a dejar unos minutos más la salsa.

-¿Voy a ofrecer más café? –preguntó

 -Si anda.

   Enzo estaba en el living con un tal John. Un sujeto de veras agradable. Mi novio me había pedido que los dejara charlar un rato cosas del trabajo. Al parecer estaba todo más que complicado. Ya haría mis averiguaciones más tarde. Eran para el tal John las hamburguesas. Había llegado recientemente al pueblo y no tenía idea de cocinar. Enzo me había dicho que estaba en el pueblo haciendo unas prácticas, que luego iba a irse. Pero que dado el asesinato de estas tres personas iba a quedarse un tiempo más. Terminé de preparar todo y puse las hamburguesas en una bandeja, las envolví y las llevé al living.

-John, tus hamburguesas.

Los ojos del hombre sonrieron antes que su cara. No podías no sentir confianza hacia él. Todo su ser inspiraba simpatía.

-¡No sabes cuánto te agradezco! ¡Ya le pagué a Enzo tu ayuda!

-¡No, no me debes nada! ¡Es un favor! ¿No? –lo miré a Enzo que sacó una cantidad de plata del bolsillo y se la devolvió a John.

-No, de ninguna manera –devolvió la plata a Enzo –me alegro de que estés con una chica como ella –dijo mirándolo –es lo que te hacía falta viejo.

-Gracias –Enzo irradiaba felicidad.

   En ese momento sentí que algo le llamaba la atención. Miró disimuladamente hacia afuera. Algo casi imperceptible pero puro cambio en sus ojos. Trató de esconderlo en cuanto percibió mi insistente mirada, pero ya lo había pillado. Presentí lo peor, imagine que Sofía volvería a aparecer. Y aunque intenté contener el impulso de salir corriendo supe me había puesto pálida. Busqué a Emma pero de un segundo a otro había desaparecido. Enzo no pareció alterarse. Respiré. Tenía que dejar de ver fantasmas en todos lados o acabaría en un manicomio.

-Bueno, me voy y los dejó almorzar tranquilos. –Se inclinó hacia mí sonriendo de nuevo –ha sido un placer.

-El placer es todo mío –dije imitándolo –que lo disfrutes.

Después de saludar a Enzo abandonó la casa a toda prisa.

-¿Dónde está Emma? –Enzo se volvió y me miró distraído.

-Estaba acá hace momentos. Debe estar en su habitación.

-¡Emma! –llamé

-¡Acá estoy! –Se oyó cerrar la puerta de atrás de la casa –había salido un segundo afuera –tenía el pelo revuelto por la brisa y las mejillas enrojecidas – ¿Preparamos la mesa?

 

Safe Creative

Todos los derechos reservados

1806187440382




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.