Julieta quiso quedarse

Matt

   A simple vista era una chica flaca, pero ahora que cargaba su peso en los hombros apenas podía llevarla. Pesaba muchísimo.

-Milo –llamé –No vayas tan rápido.

-No quiero ser partícipe de esto.

-Ya sos participe de esto. Ayúdame a llevarla.

-¡No puedo creer Matt que me hicieras secuestrar a esta piba!

-¡Ya lo sabias desde antes de llevárnosla!

-¡Pensé que bromeabas! –respondió volviéndose. Estaba furioso y avanzaba a una velocidad imposible de alcanzar para mí que cargaba con la chica.

-Pensaste mal –paré unos instantes y pase todo el peso de la hechicera al otro hombro –ya te voy a explicar más tarde.

  Milo volvió unos pasos más atrás y me ayudó a cargar a una pesadísima Aubrey.

-¿Por qué hablaste con esa rubia? –Milo estaba pálido y meneaba la cabeza negando –no me agrada que hayas trabado negocios con ella.

- Lo decís como si fuera un mafioso –bufé.

-¿Acaso no es lo que parece? –abrió los ojos enormemente. Hacia eso cuando se decepcionaba mucho.

-Milo todo esto lo hago por una causa que puede devolvernos nuestra antigua vida.

-¿De qué hablas?

  Quería que fuese una sorpresa, si es que ese tipo de cosas pueden llamarse de ese modo. Pero en ese momento comprendí que no se podía sorprender a la gente con tamañas cosas. Y ahora que lo pensaba me sentía rematadamente estúpido. La rubia se habría reído a más no poder después de verme salir saltando a cumplir con sus pedidos. Aun así en el fondo, vislumbré una mínima esperanza de que hubiese dicho la verdad.

-Ella prometió devolvernos a mamá –dije con la voz seca y tomada por los nervios.

  Milo se detuvo en seco y me miró con ojos desorbitados. Lo primero que vi fue esa necesidad de creer en eso que decía, vi brillar en sus ojos la misma esperanza que yo sentía; pero al cabo de instantes se desintegró.

-¿Matt cómo pudiste creerte algo así? –achinó sus ojos claros como queriéndose adentrar con ellos a lo profundo de mi pensamiento. Quizás buscando como sanar o comprender mi estupidez. 

-¿Y si es cierto?

-¿Quién es esa mujer que acaso tiene el poder de devolver a los muertos a la vida? ¿Tiene magia legítima?

-No lo sé –Milo soltó a Aubrey y me tambaleé. Tuve que dejarla sobre la hierba – ¿A dónde vas?

-¡No puede ser que hayas llegado a este extremo! ¿Acaso te volviste loco del todo? –gritó.

-Milo baja la voz –susurré dándole alcance. Aún no estábamos demasiado lejos de la aldea de los brujos –¡déjame llegar a casa para explicarte bien!

-Matt –sus ojos rebalsaban de lágrimas –mamá murió hace tiempo y por algo debe haber sido. No va a ser ella quien se levante de su tumba. Mamá ya no está y vos y yo tenemos que aprender a vivir con eso.

  Esa de todas, era la respuesta que menos me esperaba. Sentí un nudo en la garganta.

-Devolvamos a esta chica a la aldea antes de que se vaya el efecto del brebaje.

-¡Alto! –la rubia brotó de entre los árboles como una sombra. Llevaba enredado su pelo casi blanco –Aubrey se queda conmigo.

  Milo iba a decir algo pero tuve la sensación de que ella era quien no dejaba que lo haga. Él se puso morado.

-¿Qué le estás haciendo? –grité y me interpuse.

-¡Cerrá la boca cazador! ¡Acá es fácil que nos oigan!

-¿Qué vas a hacer con ella? –dijo al fin mi hermano.

-No le voy a hacer nada. Ella va a negociar conmigo. Y nada más.

-¿Tenemos que creerte? –masculló.

-¡Cállate! –ordené.

-Sí, si pueden creerme háganlo. Y ahora váyanse. Ya cumplieron su parte del trato.

 

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