Julieta quiso quedarse

Jefe Beta

-Joel, no quiero que me expliques nada. Te entiendo –el jefe le extendió un trago. Pero Joel lo rechazó, no tenía cuerpo ni para tomar alcohol.

-¿Es seguro este plan? –Preguntó mientras estudiaba por quinta vez el mapa con los movimientos a realizar.

-¡Hasta donde sabemos sí! –el Jefe estaba visiblemente demacrado. Había perdido mucho peso y sus ojos parecían haberse apagado junto con su hijo Christian.

-¿Qué van a hacerle a la chica? –aventuró el cazador. Usualmente su jefe no solía transmitirle sus planes, pero con preguntar no perdía nada.

-Nada Joel –Lo miró y notó en el fondo de sus ojos una desesperación infinita –tiene la misma edad que mi hijo. –Joel sintió una punzada en el abdomen. Los Beta se vendrían abajo si él no podía apartarse un poco de la tragedia.

-¿Y para qué secuestrarla?

-Los legítimos la necesitan. Ella es la creación de la que te hablaba. De la que nos había hablado Galiana. Eso era lo que hacía Roderica antes de desaparecer, es a Julieta a quien creó en Amarna.

-Se suponía que habíamos acabado con los legítimos.

-No lo hicimos –el jefe se desinfló.

-Es demasiado arriesgado que osemos llevarnos a la chica. La casa está rodeada de magia legítima, alguien la debe estar cuidando.

-Seguro. Pero los demás están a un paso de destituirme –se levantó y rodeó la mesa en la que trabajaban –no voy a mandarte a buscarla. Voy a mandar a otro. El que sea que vaya va a morir.

Joel se atragantó.

-Mi hijo Matt ha entrado en la casa.

   El jefe los observó con un interrogante en los ojos. Pero no se animó a decir nada por unos momentos.

-Si Joel, pero porque Julieta quiere, y él la quiere a ella –lo miró significativamente –él no va a prestarse a esto.

   El cazador sintió vergüenza. Matt era tan parecido a su madre. El mismo espíritu libre, sin prejuicios. En esos momentos lo hubiese golpeado, pero sabía que en realidad era una virtud ser como Matt. Él no estaba atado a las cadenas del rencor.

-No fuerces las cosas Joel, no podes obligar a Matt como lo hiciste con Fátima. Ya sabemos lo que pasó.

- ¡No es lo mismo! –Joel apretó los dientes. Odiaba que le hablaran de ella. Nada en el mundo había sido igual sin Fátima.

-Hace lo que te digo Joel, seguí el plan y busca la manera salir del país con tus hijos. Va a ser difícil llegar a Amarna, pero es lo único que se me ocurre.

-Milo, necesito que él tenga una vida –el cazador no estaba seguro de lo que estaba pidiendo. Pero su hijo menor no se merecía aquello a lo iban a embarcarse –necesito dejarlo. Si bien no sabemos si queda algo en Amarna, no quiero que corra esos riesgos. No quiero perder a nadie más.

-¿Crees que conmigo va a estar mejor que con sus padre y su hermano? ¿Y qué hay de Matt? ¿No te duele perderlo a él?

-No lo voy a llevar a Amarna. Voy a dejarlo en algún lugar anterior al destino final.

-¡Estás loco Joel! ¡No podes hacerlo solo y mucho menos dejar solo a tu hijo! –gritó el jefe.

-Los licántropos no están más ni en África ni en Europa. Y no hay rastros de ellos en Asia desde hace dos años.

-No podemos asegurar nada ahora. ¿Qué hay si los lobos te siguen?

-¡No! –lo cortó Joel – ¡no lo harán!

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