Julieta quiso quedarse

Alain

    Los licántropos llevaban horas diseñando el plan. Habían botado a la basura varios hasta el momento, y todavía quedaban cosas sin ultimar. Madre les había pedido acabar con su propia pesadilla, los cazadores y los hechiceros. No les había explicado el porqué de su desaparición por doscientos años, o si acaso alguna de sus antiguas legitimas había logrado sobrevivir, y menos que menos, el porqué de acabar con todo ahora y no antes. Roderica había ido al grano. En los próximos días, ella acompañada de Aubrey ingresaría en el predio de los brujos y hechiceros, acto seguido buscaría la manera de ingresar secretamente el cuerpo de Clara e intervenirlo junto a Blaz y Amara. Que todo eso sucediera bien era fundamental, y en parte dependía de ellos.

    A Alain el plan no le terminaba de cerrar, pero sus compañeros estaban excitados ante la idea de acabar con sus enemigos al precio que sea, más cuando contaban con una ayuda como lo era la magia legítima.  El alfa de los Vullblut no consideraba la idea de que las manadas formen parte de la revuelta, pero Lamar lo había propuesto y los demás habían accedido. Luego de la reformación de Clara, destruirían la sede principal. En segunda instancia, serían atacadas la mayor cantidad de agrupaciones que pudiesen hasta diezmarlos. Serían ataques aislados, secretos e impredecibles. Los hechiceros nunca habían sido atacados por los lupis, jamás. El factor sorpresa muchas veces hacia todo el trabajo. Además el golpe nunca había llegado de parte de los brujos, al menos no desde la convención.

   Bertram leyó de nuevo los diversos ataques aislados que llevarían a cabo las manadas en el sur. Luego Augustus y Ranulf repasaron las actividades que llevarían a cabo en torno a la sede, ellos serían los encargados de transportar a Clara. Alain había pedido ese lugar pero Madre se lo había negado. Según ella las emociones que los vinculaban podrían echarlo todo a perder. Quizá tuviera razón, pero lo cierto es que nadie cuidaría de ella como él.

-Alain –Ranulf le extendió un montón de papeles escritos y reescritos –danos tu opinión de los movimientos de las manadas de Lamar y Augustus. ¿Son acertados?

-Déjame ver –con desgana tomó los papeles de la mano de su compañero y los miró. No podía concentrarse en eso, simplemente aquello era un enjambre de líneas que subían y bajaban, flechas y cruces que carecían de todo sentido para Alain.

-Hermano –Lamar palmeó el hombro de su amigo –vas a tener que abandonar tu sentimentalismo si querés que esto funcione.  

   Alain iba a responder pero no lo hizo. Ellos no lo entenderían. Él se había encargado por años de disimular su verdadera personalidad, sus sentimientos; solo para demostrarle a su padre que era digno de su confianza y que podría hacerse cargo de la manada en cuanto él se retirara. Había intentado por años cambiar el rumbo de las cosas, cambiar la forma de pensar de aquellos a los que tenía bajo su resguardo. Pero el mundo estaba manejado por manos enemigas que solo anhelaban el poder, y las masivas ideas castradoras y lógicas que habían logrado diseminar por siglos, habían terminado por volver básicos a los hombres, limitados. El mundo que habían creado con tanto trabajo y dedicación los primigenios, estaba reducido a montones de personas corriendo detrás de ideales superflúos y banales carentes de sentido, la existencia humana era monótona, chata y plagada de complejos que solo sometían al sufrimiento. Alain se restregó los ojos y las sienes. Sus compañeros lo escrutaban de a momentos. El viejo lobo no era el mismo que otrora, el cansancio ya era algo más que notorio.

-Está bien –dijo al fin –no voy a oponerme, pero no me pidan que salte en una pata.   

-Nosotros tampoco estamos felices Alain, pero en este mundo la paz se logra derramando sangre, por más absurdo que eso suene.

-En el mundo sin los primigenios –respondió el aludido.

-¿Querés que vaya a buscarlos a través del universo? –Lamar no era el tipo más tolerante que existía.

-No hagamos de un punto de vista una guerra –Ranulf siempre tenía un paño frio debajo de la manga –Alain puede disentir todo lo que guste, acordamos que esto sería democrático.

-Madre nos pidió unión, no podemos consolidarnos sino tiramos todos para un mismo lado. –Lamar estaba pronto a comenzar una riña.

-¡Alain no dijo nada de renunciar al plan Lamar! –grito Ranulf – ¡Hagamos esto en paz! ¡Dejemos de perder el tiempo en sandeces!

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