Julieta quiso quedarse

Julieta

     Todavía no podía controlar el temblor de las manos. La energía que había escapado de mí, a su paso había gestado un huracán. Todo mi ser giraba. Otra vez no sabía exactamente donde se hallaba mí adentro y afuera. De no poder ver las extremidades de mi cuerpo, habría pensado que me había disuelto en energía.  Tampoco sabía cómo volver a unir los polos en los que se me había dividido la mente.  Por un lado seguía siendo la Julieta de siempre, la chica normal, que habita un mundo normal, donde la lógica es la reina de todas las respuestas, y por el otro, allí donde ese tal Blaz había abierto una grieta, era otra persona. Una con conocimientos milenarios, indecibles, indescifrables y puros. Reales. Ambas partes se hallaban en guerra, y mi Julieta de siempre estaba perdiendo limpiamente la batalla. No podía soportar el no saber qué me habían hecho, o qué diablos pasaba conmigo.

-¡Julieta! –Enzo me tomó de un brazo – ¡frená por dios! –en cuanto vió a las bestias que teníamos delante se puso visiblemente pálido. –¡Matt llévatela a la casa!

-¡No! –Me zafé de su agarre – ¡no voy a ningún lado! ¡Esto lo hice yo! –Exclamé volviéndome a él –¡con mis manos!

-Julieta –Enzo trató de tomar aire –no es momento, de verdad puede ser peligroso.

-¡Enzo! –Grité – ¡estos son los asesinos de Sofía! ¿Acaso no te das cuenta?

-¡Es difícil de explicar ahora mismo Julieta! ¡Ya te dije que fui yo! –Berreó volviendo a tironearme –Matt de un momento a otro estaba poniendo su cuerpo entre nosotros.

-¡Ya basta! –sonó firme y a punto de ponerse violento. Volvió sus ojos a mí –¡se están levantando, no nos podemos quedar!

   Giré sobre mis pies y me volví a las bestias que había visto caer entre las hojas secas del bosque, pero solo hallé a dos humanos malheridos y desnudos.  Comencé a caminar hacia ellos, pero ambos me impidieron el paso.

-Es…to…no pue…de ser… –Balbucí. Sentí que los ojos iban a salírseme de las órbitas.

-Va a entrar en colapso Matt, llévala a la casa. Yo me encargo de estos dos –ordenó Enzo.

-¿Ese acaso no es John? –Dije señalándolo, lo había reconocido casi al instante.

-¡Juli! –Matt trató de sonar razonable, al tiempo que me sujetaba con fuerza las muñecas – ¡ya va a haber tiempo para explicaciones!

-¡Soltalá cazador! –rugió una voz a mis espaldas. Era como cabría imaginar la voz de un hombre lobo. Gruñía más de lo que hablaba. Busqué evitar el cuerpo fornido de Matt para verle. No era John.

   Sentí como las manos le temblaron a Matt cuando la figura entera de ese hombre se mostró erguida a pocos metros. Era casi gigantesco para ser humano. Todo su ser invitaba a sentirse amenazado, en peligro. Tenía los ojos de los asesinos natos, sin embargo, no me inspiraba ningún terror. Ya sabía yo, que algo en mí no iba nada bien.

-Alain, no tenemos por qué dañar a una humana –Matt me volvió a cubrir con todo su cuerpo. Estaba siendo muy valiente, pero ya me quedaba claro, que no necesitaba de su ayuda para defenderme. Si solo supiera como volver a hacer lo mismo de hacia momentos, ese grandullón volvería a tumbarse en el suelo. Además no entendía como era que Matt lo conocía. La cosa era más rara aún de lo que habría imaginado antes.

-No deseo ponerla en peligro, solo quiero hablar con ella –explicó dulcificando su voz.

-Alain –Enzo casi que suena cariñoso, como si le estuviese hablando a un niño pequeño que no entra en razones –esto no es lo que Madre quería, ella no está lista para todo esto. Si acaso se saliese del control no podríamos ya pararla.

- Yo tengo una manera –dijo el tal Alain, que dicho sea de paso había comenzado a avanzar lentamente, pero a paso decidido. Matt alzó una ballesta que no había visto en ningún momento –ella lo debe saber.

-No aún –rugió Enzo, perdiendo su fingida paciencia –¿Acaso no lo entendés?

-¿De qué diablos están hablando? ¿Acaso no se acuerdan que estoy aquí presente? –grité.

- Alain ella puede matarte –dijo el tal John alcanzándolo por un brazo –sería una estupidez arriesgarse.

   Me quedé de una pieza. Resultaba que ahora era yo la peligrosa.

-Miren quien se preocupa por mi ahora –Alain sonó irónico pero un destello asesino se coló en su mirada clara – ¡maldito traidor! –de un puñetazo lo derribó y se volvió a mí que luchaba por soltarme del agarre de Matt.




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