Julieta quiso quedarse

Blaz

-Blaz –insistió la bruja Madre –necesito que estés concentrado.

-De acuerdo –el brujo hizo un esfuerzo supremo. No podía quitar la mente del episodio que había logrado controlar el día anterior por la tarde. Sintió que los ojos de Amara le perforaban la cara. Pero no le hizo ningún caso.

-Voy a depositar en Clara los poderes de Aubrey, para ingresarla en la convención sin problemas. Más allá de que estén todos sometidos al hechizo del sueño, ingresarla sin cuidados puede complicarnos las cosas. Mi querido Roth antes de morir diseño un pequeño artefacto que vaporiza unos gases en todo el predio, que logra activar los sentidos de los hechiceros en plan “lucha-huida”, a través de descargas de adrenalina. Si eso pasa, todos despertarían del letargo. Y eso solo pasaría –dijo la bruja mirando de hito en hito a Blaz y Amara –si el diminuto sistema detecta licántropos.

-¿Qué hay de sus poderes? –quiso saber Amara.

-Están combinados con su nueva naturaleza. Aquí dentro lo que buscamos es regenerar su otra parte, la que era cuando murió, y para ello debemos desvincular esas partes que se fusionaron de su regreso de la muerte.

-¿No es más fácil destruir el ingenioso sistema? –preguntó Blaz con un sarcasmo muy mal disimulado.

-Sí, claro que lo es. Y lo sería más si Roth no hubiese quemado todo cuanto uso para construirlo, dejándonos sin la más mínima pista, y lo sería mucho más si tuviésemos todo el tiempo que tuvo él para desentrañarlo. A veces hay que ser más listo que apelar a la destrucción, las armas enemigas son armas, que ambos bandos pueden utilizar.

  A Blaz se le quitaron las ganas de preguntar. O estaba perdiendo el estilo, o la situación había logrado desbordarlo. Asique se limitó a invocar su magia, y dejó que la misma sanara con su aluvión algunos de los golpes que no paraba de darle la vida en los últimos tiempos. Amara hizo lo mismo que su polémico compañero, y entre los dos crearon un halo poderoso que cubría a la gran bruja de aquello que hacía. Los poderes de los hechiceros eras frágiles y escurridizos. Para realizar bien aquello, necesitaban de un lugar seguro. Y ese, solo podía propiciarlo la más pura magia.  

  Los poderes de Aubrey, escaparon de las manos brujas que los contenían y danzaron en el aire emitiendo delicados brillos plateados. A Roderica, le recordó a los dientes de león que soplaba cuando pequeña en los bosques celtas de su tierra. Antes de que los dioses la eligiesen para ser su discípula. Los poderes bailotearon en derredor de una dormida Clara, hasta que acercándose cada vez más a su pecho se introdujeron en ella y un halo plateado baño su piel por una centésima de segundo. Ya eran suyos. Ni de lejos tendría la magia que poseía Julieta, pero algo era algo.

-Está hecho –susurró Roderica –Ya son suyos. La etapa difícil comienza y la dejo en tus buenas manos Blaz. Sé que podés con esto.

   Blaz, dejó que su magia volviese habitar su interior, y lentamente abrió los ojos. Ahí estaba lo que tanto había esperado: el reconocimiento de su madre. Más allá de sus incontables años, Blaz no dejaba de ser un niño celoso y caprichoso.

-Voy a hacer lo mejor que pueda –dijo.

-Sé que así será –La gran bruja lo sabía todo.

Safe Creative

Todos los derechos reservados

1806187440382




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.