Julieta quiso quedarse

Julieta

   Matt y su padre no podían parar de llorar y abrazar a Fátima. La habían extrañado horrores. Lo sabía, sus pensamientos hablaban en mi mente, sus recuerdos, su dolor. Los había dejado solos en la habitación que fuera de Sofía, necesitaban su espacio.

   En la planta baja, me encontré con Enzo, que me ofrecía una copa de vino, pero en estos momentos, yo solo necesitaba sus brazos rodeando mi cuerpo.

-Tranquila mi amor –susurró –ya vas a entender mejor, a aprender a dominarlo.

-¡No me cabe en la cabeza el haber regresado de la muerte a esa mujer, más allá de lo feliz que estoy por Matt y Milo! –Sollocé – ¡Hablo otros idiomas! –Dije enfrentando su rostro siempre perfecto –¡Es demasiado Enzo!

-Sí –dijo y no mentía –es demasiado para cualquiera, menos para vos. Sos única Julieta. Sé que al principio va a ser terrible, pero con el tiempo vas a aceptarlo y entenderlo mejor. Te voy a ayudar en todo lo que esté a mi alcance, lo prometo. –era imposible no creerle a esos hermosos ojos verdes.

  Hundí mi rostro en su pecho y aspiré su aroma dulce. Mi mundo pareció aquietarse. Solo Enzo podría hacerme sentir segura en medio del caos. Solo él.

-Debemos ir en busca de Madre, a la Convención. Necesita que la ayudes con algo allí.

-¿Convención?

-En el camino te cuento –dijo tomando un abrigo y colocándolo en mis hombros –fue de Sofía, espero que no te importe.

-¿Qué hay de Matt y su padre?

-Van a venir con nosotros, Fátima se quedará con Senta y Alain en tu casa.

-No creo que Matt…

-Yo sí creo –dijo –harán lo que Fátima diga –me miró significativamente –Vas a tener que ser persuasiva.

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