Julieta quiso quedarse

Jefe Beta

    El mar estaba furioso y por poco les había dejado pasar en algunos sectores de la costa. Pero lo habían logrado. Allí estaban, a tan solo metros de la entrada a la famosísima Convención. Solo les faltaba subir la costanera y adentrarse un poco en el bosque, donde esperaban encontrar a Joel con la chica. La última ficha del puzzle. Ella, según Emma, seguía indicaciones de los hechiceros.

   El jefe respiró hondo. Estaba asustado y demasiado nervioso. Más nervioso que nunca en su vida, en su larguísima vida. Y eso no era poco. Por un momento pensó que su cuerpo lo abandonaría esta vez, pero luego recordó la imagen de su hijo, de su chico, lo único importante que había tenido, y rejuntó el valor suficiente para enfrentar, lo que él sabía, sería su peor batalla. Porque el Jefe estaba seguro de que para enfrentar a los enemigos, había que ser valiente, pero había que serlo aún más para enfrentar a los amigos. Y aquel hechicero Brais, había sido su gran amigo del pasado.

   Sus hombres esperaban con una aparente calma, que diese la orden. El mandamás se volvió a mirar el mar que parecía querer tragarlo todo con su furia. Si hubiese tratado de comunicarse con Brais antes de aquellas instancias, quizás Cristhian estaría aún con ellos, quizás el hechicero habría entrado en razones. El jefe no entendía cómo es que Brais se las había ingeniado para matar a Roth y Galiana, y era algo que no podía no preguntarle antes de acabar con él.

-Señor –uno de sus hombres se acercó con la duda pintada en sus ojos. Estaba perdiendo credibilidad en los suyos –Joel se ha comunicado. Tiene a la chica.

-Perfecto –masculló –avancemos entonces.

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