Julieta quiso quedarse

Alain

   En cuanto la batalla dio comienzo, el alfa Vullblut, inició su partida al sur. Se sentía el más cobardes de los hombres, pero contra las decisiones de Madre nada había para hacer. Nada. Fátima iba con él. Ella estaba igual. Ambos habrían querido estar en aquella batalla, defendiendo a los suyos, ayudando, o lo que sea que hicieran en aquella cosa ideada por Julieta.

-¡No puedo creer que nos aparten de este modo! –vociferó Alain – ¡es patético! ¡Ninguno de nosotros podrá interferir! ¡Solo esa chica! ¿Qué sabe ella con tan solo veintiséis años? –gritó.

-Quizás más que nosotros –respondió Fátima con tranquilidad –y estoy segura que por eso todo está en sus manos.

-¿Estás de broma Fátima?

-No –dijo mirándolo a los ojos –nuestras vidas están demasiado minadas para entenderlo. Julieta no tiene tantas penas en el corazón, ni tantos dolores, y mucho menos deseos de vengarse.

-¿Y eso?

-Ella sola puede librar una batalla justa.

-¿Pensás que a estas alturas podemos hacernos los bondadosos? –volvió a elevar la voz, mientras daba golpes al volante.

-No, por eso es Julieta quién librará esta batalla.

 

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