Con el tiempo Nataly se enamoró de su salvador, y una noche que veían televisión, se besaron y terminaron haciendo el amor en el dormitorio del hombre. Todo fue perfecto hasta que un año después ella le dio una noticia que pensó que a él le encantaría.
— ¿Cómo que tienes tres meses de embarazo? ¿Por qué no te cuidaste?
— ¿Y cómo podría hacerlo? Tú compras todo, yo no salgo ni manejo dinero.
— Ese crío no es mío, me quieres encajar un guacho.
— Dijiste que me amabas, que querías hacer una familia conmigo.
— Como puedes creer eso, nunca me uniría con una puta que recogí de la calle, no tienes donde caerte muerta, te di casa y comida, y tú me diste lo que yo quería, cada uno consiguió lo que necesitaba. Pero no por eso me voy a amarrar con una tipa de tu clase, quien sabe cuántos amantes has traído a la casa mientras yo no estaba.
— Pero...
— Y deja lo que te compre, vete con lo que traías puesto desgraciada.
Al sacarla de su casa él gritó a todo pulmón.
— Solo quería ayudarte muchacha, como crees que podría tener sexo con una niña, que clase de degenerado crees que soy.
Todos los vecinos que estaban allí aplaudieron su supuesto accionar.
— Así se hace con esas maracas, no hay que dejarse engatusar — escuchó la joven mientras corría para que no la siguieran insultando.
La jovencita vagó sin rumbo por las calles, sin saber dónde ir, hasta que una noche, desorientada por el hambre y la sed, fue atropellada, al llegar al hospital los médicos completaron el aborto que tuvo producto del accidente, mientras descansaba ella se sentía aliviada por eso.
— Nataly, soy una asistente social, me llamo Mariana — era una mujer menuda, de unos treinta años, pelo y ojos café.
La jovencita solo miraba al techo, como ida.
— Sé que pasaste por muchas cosas malas, se recibieron varias denuncias, y se descubrió que varios de los cuidadores del hogar donde estuviste eran pedófilos ¿Alguno de ellos te sacó y te llevó a su casa? ¿Era el padre de tu hijo?
— No, ninguno, además yo no iba a tener un bebé, tenía una cosa que fue mejor que me sacarán, su padre es un desgraciado, un maldito — dijo llorando.
— Tranquila — la mujer la abrazó hasta que se desahogó — ¿Fuiste abusada en la calle?
— No, en realidad... — le explicó todo.
— ¿Alguien más te vio en esa casa?
—No, él decía que era mejor así por si me seguían buscando, cuando recibía visitas me escondía en el ático.
— Por eso te grito eso al echarte, para cubrirse, podríamos igual acusarlo y pedir un ADN a los restos del feto y demostrar que él abuso de ti, aunque fue con consentimiento, eres menor de edad.
— No quiero volver a verlo, solo quiero irme con mamá al cielo, pero ahora iré al infierno porque soy una puta — lloró de nuevo.
— Tranquila mi niña — su gesto se dulcificó — ¿Sabes? Tengo una habitación libre en casa — la muchacha la miró entre asustada y nerviosa — no hay doble intensión, te lo juro, solo quiero ayudarte, sobre todo para que asimiles la noticia de que no podrás nunca más tener...
— No importa, no pienso dejar que ningún otro idiota me toque, no me importa no poder tener hijos.
— ¿Quieres ir conmigo?
Tenía miedo a equivocarse de nuevo por un lado, pero por otro ya nada peor podía pasarle pensó.
— Está bien.
Al fin la muchacha tuvo suerte, la mujer inscribió a Nataly un Liceo Técnico, allí terminó sus estudios de contabilidad, seis meses después la vida volvió a sonreírle.
— Gracias por todo Mariana, ya tengo trabajo, puedo irme a vivir a casa de mamá.
— ¿Y si te quedas aquí? Me gusta mucho tu compañía.
— ¿Por qué eres tan buena conmigo? — sentía que había algo que no le había contado en esos años juntas.
— Cariño, yo también tuve un pasado terrible, fui abusada por el novio de mi madre desde que tenía 10 años, a los 16 quedé embarazada, el tipo me llevó a hacerme un aborto, quede mal, estuve a punto de morir, por suerte mi abuela llegó a verme, me llevó al hospital, luego pidió mi custodia — miró a la joven con ternura — mi hijo tendría tu edad.
— Me quedo contigo — dijo con firmeza la jovencita.
Un tiempo después, Nataly vio en la calle a alguien que nunca pensó volver a encontrar, a Yasna, pero su aspecto era desastroso, con ropa vieja y rota, en pleno invierno, tiritando de frío, y con un estómago abultado de sus 4 meses de embarazo.
— ¿Yasna? — se acercó sin que la rubia la sintiera.
Al verla la joven harapienta trató de huir, pero los días sin comer le pasaron la cuenta.
— ¿Qué te pasó mujer? — la levantó — déjame ayudarte.
— ¿Por qué lo harías? Te convertí en una puta como yo. Déjame.
— Me ayudaste a salir de ese hogar, y a huir de tu novio, ven.
Llegaron a casa de Mariana.
— ¿Qué edad tienes Yasna? — preguntó la mujer luego que le dieran ropa y algo de comer.
— Hace poco cumplí 17.
— ¿Quién es el padre?
— Mi novio.
— Eres prostituta ¿Verdad?
— Sí, pero con mis clientes siempre me cuide, éste es de mi novio.
— Y él no te creyó ¿Verdad?
La jovencita lloró silenciosamente.
— Cuando se lo dije me hecho, cuando fui a rogarle que me dejara volver, estaba con otra... no mayor de 13, la misma edad que tenía yo cuando me enamore de él.
— Dame los datos, yo me encargaré de ese maldito.
Tal como dijo Mariana lo denunció, y fue detenido in fraganti conviviendo con una menor de 14, con quien tuvo sexo, fue acusado de violación, y en el caso de Yasna al ser mayor de edad solo de estupro.
— Sabes Mariana, quiero poner en arriendo mi casa, así puedo ayudarte con los gastos.
— No es necesario Nataly — le sonrió.
— No quiero que seamos una carga, por los meses que Yasna este con nosotras — dijo firme.
— Esta bien — se puso nerviosa — sabes, hable con la madre de Yasna, quiere que vuelva a su hogar. Cuando le conté del bebé quería que lo abortará, le amenace que si hacia eso la llevaría a la cárcel, ahora quiere que lo de en adopción, luego la recibirá en casa.