— Es tu casa, no tienes que pedirme mi opinión — le respondió Nataly a Mariana.
— Tú vives aquí también.
— No hay más que hablar, tendremos que aprender a cambiar pañales.
Luego de unos meses el bebé, un sano varón, alegró la vida del trío de mujeres.
— Sé que solo debería tener una madrina, pero logre que me autorizarán para que sean ustedes dos, no tendrá padrino, el padre Gian es muy comprensivo — les avisó alegre la rubia.
— Gracias — le dijeron las dos a coro.
— ¿Y cómo se llamara nuestro ahijado? — preguntó la mayor.
— Daniel como mi padre — respondió triste Yasna — aunque no nos quieran deseo que lleve su nombre.
Cuando el pequeño cumplió 6 meses, en esa casa se recibió una visita inesperada.
— Buenas tardes ¿Acá vive Mariana Cruces, la Asistente Social?
— Sí, pero no está ¿Para que la necesita?
— Soy....
— Mamá — grita Yasna asustada al ver a su madre allí, su bebé lloraba desde hacía un rato y no lograba calmarlo.
— ¿Puedo? — puso las manos para tomar al niñito.
— Sí — se lo pasó ansiosa por saber que vino a decirle.
— A ver mi niño, tranquilo — lo puso en su hombro y empezó a pasarla le mano por la espalda con movimientos circulares hacia arriba, al ver que eso no funciona, se sentó en el sillón y le acarició suavemente el estómago, unos minutos después el pequeño devolvió un poco de leche que manchó la ropa de su abuelita.
— Lo siento mamá, espera — la rubia se apresuró a limpiarla.
— Jajaja tranquila, tú eras peor, siempre tenías estos dolores, eras tan glotona cuando pequeña que te llenabas de aire — se puso seria — ¿Ahora entiendes por qué trate de separarte de esa mald... del padre de Daniel? Te dije que solo te quería para que lo mantuvieras, averigüe que no fuiste la primera, pero no me creíste.
— Ahora sé que quisiste salvarme de Javier... él me dijo que yo debía ganar dinero para los dos, porque como tú lo habías denunciado no le daban trabajo, fui una tonta — reconoció la joven llorando.
— Lamento haberte internado, pero no sabía que más hacer, no me escuchabas... tampoco debí pedirte que lo abortarás, o lo dieras en adopción, solo quise evitarte todos los dolores que has vivido, eres tan pequeña mi niña... ¿Quieres volver a casa? Yo cuidaré de este pequeño, así podrás continuar con tus estudios, ya lo conversamos con tu padre... tal vez debí tratar de hacerte entrar en razón de otra manera, pero tú estabas demasiado cegada... ¿Nos perdonarías a papá y a mí?
En eso llegó Mariana, quien se alegró al ver que madre e hija estaban conversando por fin.
— Es que... — miró a sus amigas, no quería dejarlas solas, sobre todo a Nataly, que estaba muy apegada a su hijo.
— Ve — le respondió la muchacha morena — que mejor que su abuelita esté a cargo de Danielito, así podrás retomar tus estudios — le sonrió a ambas.
— Gracias amiga.
Esa noche, luego que todas las cosas de Yasna y el bebé estaban en el auto de sus padres, las tres amigas se despidieron con un sincero abrazo.
— Siempre vendremos a verlas.
— Obvio, no dejaré que mi ahijado no me vea, también iremos seguido a verlas, chao señora — se despidió la más joven con lágrimas en los ojos.
— Gracias por todo, vengan cuando quieran, las puertas de nuestra casa siempre estará abierta para ustedes, que Dios las bendiga.
Pasaron 10 años, Nataly estaba con un mejor trabajo, era la encargada de un local de arriendo de propiedades, seguía visitando a Yasna, que término Ingeniería y estaba contratada en una excelente empresa, tenía un gran futuro laboral, el pequeño Daniel adoraba a sus madrinas, a su yaya, y a su Tata.
Lamentablemente el padre del niño salió de la cárcel, supo que la joven rubia tenía un excelente pasar, por eso la buscó para volver con ella, él estaba metido en líos por consumo, y venta de droga. Pensó que al tener ella casa propia y que la abuela cuidaba a su hijo, tendría una vida regalada, sin responsabilidades y con dinero, sin trabajar un día ya que todo se lo daría su amorcito, se acordó que Yasna siempre quiso tener una familia, ella siempre estuvo dispuesta a lo que fuera por estar con él, por eso estaba seguro que lo aceptaría de nuevo, apenas la tuvo al frente le dijo su plan de irse a vivir con ella, que todavía la amaba, así su hijito tendría por fin una familia propia.
Aunque la madre de su hijo todavía sentía muchas cosas por él lo rechazó, y le prohibió acercarse al pequeño, lo que enfureció al hombre.
— Yo soy su padre, no puedes impedir que lo vea — amenazó furioso.
— Me botaste a la calle cuando quede esperándolo y te buscaste a otra, no creas que olvide la paliza que me diste cuando ayude a escapar a Nataly, ¿Qué me dijiste cuando te dije que estaba embarazada? — hablaba furiosa — que quien te aseguraba que era tuyo, que podría ser de cualquier de los clientes que me trajiste, que no ibas a perder tu tiempo y tu dinero con un maldito guacho. Ya no soy la tonta que conociste, no te vuelvas a acercar a mí o a mi hijo.
— Pediré su custodia — amenazó fríamente el hombre.
—¡¡¡¡Qué!!!! — no podía creer lo que escuchaba.
— Eres una puta asquerosa ¿Cómo conseguiste este puesto? ¿Con cuántos jefes te acuestas? No dejaré que mi hijo viva contigo, me lo llevaré para cuidarlo de tus "clientes", seguro que los atiendes en tu casa... y como tú ganas más que yo deberás pagarme pensión A MÍ por cuidarlo.
La madre llegó muy agitada y con ataque de nervios donde su mejor amiga.
— ¿Qué te pasa? — preguntó Nataly al ver llegar a la rubia llorando desconsolada.
— Él quiere quitármelo... Javier se lo llevará — estalló en un llanto descontrolado.
— Espera ¿Ya salió de la cárcel? Fuiste a verlo.
— Me dijo que quería hablar sobre el niño, y fui...
— Te dije que nunca lo volvieras vieras, él es un infeliz que no merece a Daniel.