Juntos para crecer (editando)

6.Enfrentamiento

‹‹Los resentimientos solidifican venganzas››

LIAM

Estoy sentado en mi silla trabajando concentrado de lleno en el mundo de los negocios. Desde que mi padre decidió entregar la presidencia de su empresa hace 4 años, he tenido una vida bastante ajetreada.

Muy pocas veces tengo tiempo para divertirme o compartir con mi minúsculo círculo de amigos. James y Cecilia. 

A pesar de su incondicional apoyo, se que ellos son externos. No tengo a nadie que me espere con una sonrisa, una locura o quebraderos de cabeza al regresar a casa, como me gustaría.

Reviso el proyecto del señor Brown, muy amigo de mi padre y de toda nuestra familia. Los bosquejos hechos por Victoria Miller son excelentes, ni siquiera la antigua jefa de marketing desempeñaba tan bien el cargo. 

Ella es diferente a las demás, me atrae la forma que tiene de ver las cosas de su alrededor. Es tan tímida y a la vez tan abierta, es tan sencilla, tan única.

¿El problema? El problema soy yo y mí patética desconfianza por los demás.

Dejo los papeles de lado y pienso en ella. Ayer tuvo una descompensación y para mi estupidez le dije si estaba embarazada y comprometida, cosa que causó efecto en ella. Sus ojos se cristalizaron, su mirada baja, se puso nerviosa y huyó. Es tan perspicaz y tan inocente a la vez.

Metido en mis pensamientos, sorpresivamente la puerta se abre dejando ver a mi hermano hecho una furia, tiene los puños apretados y la mandíbula le va a estallar. Mi secretaria, Sofía, viene detrás con cara de circunstancias. 

Se espera una larga conversa y esta vez espero no terminemos en golpes como siempre.

—Lo siento señor... —alzo la mano haciendo un gesto de silencio mientras mantengo mi expresión neutra, sin emociones ni sentimientos.

Se que Sofía no tuvo la culpa, mí hermano es tan impulsivo e irrespetuoso que dudo haya respetado una advertencia de parte de mi secretaría.

—No se preocupe Sofía —miro mi reloj, ya es casi hora de salida y para mí la cena con Brown—. Es un asunto personal puede retirarse ya no necesito nada más —veo como asiente y sin decir nada más se retira. 

Ella ha sido testigo de los múltiples encuentros con mi hermano, pero es discreta y por eso nunca he sido blanco de chismes o habladurías en mi edificio.

Harry completamente alocado espera que la puerta se cierre y explota. Los dos en un cuarto somos un terremoto y estoy dispuesto a darle batalla.

—¡¿Cómo se te ocurre imbécil, esas acciones eran mías?! ¡¿Por qué carajos las compraste?! —grita a los cuatro vientos, mientras lo observo con indiferencia y desgano—. Aún no lo superas ¿verdad? Aun no superas que me folle al amor de tu vida —se mofa. 

Me hierve la sangre, me cabrea que saque a relucir un tema que no tiene nada que ver con lo que realmente vino a reclamar. Esa mierda es pasado y no importa. Aunque duela en el presente, es el puto pasado. 

—¡Cállate Harry! —grito, enrabiado—. Que no sepas hacer negocios no es mi culpa. Aprende a controlar tu vida, tu dinero, tus finanzas, tu empresa y no jodas en mía. Si eso es todo lo que ibas a decir, ¡lárgate! —ordeno parando para enfrentarlo.

Los dos somos de casi el mismo porte, darnos de golpes nunca resulta bien para ninguno, menos sabiendo que somos hermanos y compartimos la misma sangre.

—Sabes que me divierte —vacila mientras se acomoda los puños de la camisa, y conserva su estúpida sonrisa—. Ver como todos los días te ahogas dinero porque es lo único que tienes. La presidencia, dinero, acciones, reconocimiento. Construyes un imperio sin una reina, sin nada, mientras que yo todas las noches la tengo a mi lado, durmiendo en mi pecho y gritando mi nombre mientras la hago mía una y otra vez.

No me controlo más. No puedo. Lo tomo por el cuello y lo estampo contra la puerta.

—¡Lárgate! —bramo.

Estoy a punto de explotar, el hecho de que él esté con la que era mi prometida no me molesta, me molesta su razón. Lo hizo para lastimarme. Lastimó a su propio hermano sin el mayor remordimiento. 

¿Por qué? No tengo ni puta idea. Nunca sabes cuando recibes las puñaladas por la espalda y jamás estás listo para recibirlas de frente de quien creías que nunca lo haría.

—¿Qué? ¿Te duele que te diga la verdad? —escupe burlescamente.

Mi autocontrol se larga a la mierda. No tolero más y mi puño impacta en su cara haciéndolo caer, me subo encima de él y lo comienzo a golpear, mis emociones son más fuertes que mi razón. Harry me responde, mientras se burla de mí, siento la sangre caer por mi labio, mi corazón latir fuerte en mi pecho y el coraje cubriendome.

La oficina es un campo de batalla entre Harry y yo. Pero sobre todo entre mis sentimientos y yo. 

Cuando logramos separarnos él se para, los dos estamos manchados de nuestra propia sangre, despeinados y mal vestidos con las emociones acumuladas como un volcán, que en cualquier momento va a dar su explosion final. 

El odio y la envidia son sólo la lava que cuando se derrame quemará a cuantos estén a su alcance. 




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