LIAM
‹‹Enamorarse nunca es un plan hasta que acontece››
La cena de hoy con Brown fue un éxito, éxito que tiene nombre y apellido; Victoria Miller.
Me recuesto en el sillón y cierro los ojos para profundizar en mis recuerdos, se veía realmente hermosa. El vestido vino se ajustaba a su figura tan diminuta y la hacía ver elegante. Sin duda es una mujer capaz de ganarse el amor de todos con solo una sonrisa, una palabra, un gesto.
Cada vez que veo sus ojos me transporto a un lugar en el que solo con ella me gustaría estar, aunque nunca pueda tenerla no quiere decir que ella no deje de estar en mi mente e incluso empiece a filtrarse en aquel lugar que pensé era inerte para volver a sentir, mi apagado, casi muerto corazón.
Y no solo es su físico, es su forma de ser. No tiene límites, su trabajo es impecable, sus ideas son maravillosas, tiene un entusiasmo que contagia a cualquiera. Y de la manera en la que la admiro busco rechazarla.
Mi rechazo parte de mis malditos temores. Uno de los más grandes de ellos es mi hermano Harry. Sus sentimientos de odio traspasan el límite de lo coherente, actitud ilógica que no logro comprender y no encuentro un motivo.
De pequeños nos llevábamos muy bien, éramos de esos hermanos que no mezquinan nada, que dan sin recibir nada a cambio, que apoyan y están ahí en los momentos más difíciles. Pero, un día todo cambió, repentinamente dio un giro brusco y desde ese momento Harry se encargó de ser mi peor enemigo, convirtió mi vida en imposible y todo empeoró cuando mi padre decidió entregar la presidencia de la empresa.
Siempre le sugerí que lo más apropiado sería que se la cediera a Harry justamente para evitar más discordia, pero mi padre se negó rotundamente entregándole otro cargo en otra empresa. En ese momento algo en mi familia se rompió para siempre por codicia y ambición. Rechace el puesto, pero mi padre no aceptó.
Después planeó un golpe certero y consiguió burlarse de mí, humillarme, vengarse. Sin un jodido motivo, no uno que yo conozco y pueda solucionar, uno que James lo resumió en una sola palabra ‹‹envidia››.
Me froto mi frente y trato de no pensar más en Harry. No vale la pena, es algo que está tan podrido que no se puede recuperar.
Y luego, está Cecilia una de las pocas mujeres en las que tengo puesta toda mi confianza. Es leal pese a cualquier circunstancia y eso implicó en su pasado oponerse a la amistad que tenía con Harry por mí y no en un sentido amoroso sino en un sentido de protección, de fraternidad. Ella es y será alguien muy importante en mi vida y más después de darme todo el apoyo que me dio cuando Sara me engañó. Porque el engaño es un ladrón que te roba la confianza y jugar a enamorarse es correr el mismo riesgo.
Y eso es lo que me asusta respecto a Victoria, porque es un imán difícil de evitar, difícil de no sentirse atraído. Desde su personalidad hasta su físico, sus cualidades. La tengo en mi cabeza y no la puedo sacar por más que intento y trato de negarme a sentir más que lo laboral.
¡Por Dios! Su impacto en mí es tan fuerte que ni lo pensé cuando la tomé en mis brazos. Actúe para protegerla y luego fui acribillado por mi mente.
Me paso las manos por la cara y borro un posible futuro. Camino hacia mi bar, me sirvo un trago y lo bebo de golpe.
No quiero y no puedo volver a ser esa persona débil que se dejó destruir y humillar de la manera más vil. No quiero lastimarla, yo no soy para ninguna mujer, y ella merece un hombre que pueda amarla. Y me enfurece no poder ser su hombre.
Un ataque de furia se instala en mi sistema, de frustración. Lanzo la botella contra la pared haciéndola volar en mil pedazos.
‹‹Creo que se ha vuelto mi pasatiempo favorito››
Luego tomo un par de copas más mientras ronda en mi mente Victoria y la dejo estar.
‹‹No puedo vencer lo invencible››
Poco a poco voy cayendo en un sueño profundo, pensando en la única mujer que quiero conmigo. En la que ha logrado que me replantee mi meta de no volver a enamorarme.
Al día siguiente, me levanta el sonido insistente de mi teléfono. Estoy tirado boca abajo en la cama, no tengo ni idea de cómo llegué anoche, pero el sonido es tan molesto que no dudo en ubicarlo, tomarlo y contestar.
—¡¿Quién diablos es más vale que sea importante?! —escupo furioso.
Me duele la cabeza, el cuerpo y jodida luz que entra por las cortinas está a punto de hacerme explotar, no he dormido bien y mi genio es un asco.
—Tenemos un problema —murmura y su tono me exaspera.
James es mi jefe de seguridad y es más misterioso de lo que debería ser. Me froto la cara con frustración y camino al baño para lavarme la cara.
‹‹¿Qué carajos pasó ahora?››
—Dime, ¿Qué sucede? —suavizo mi voz pero sigue siendo ronca y molesta.
—Estoy en tu departamento es mejor que lo veas por ti mismo
Resoplo, no tengo idea de que pude hacer para que me haga levantar a las siete de la mañana.
—Ahora voy —corto la llamada y bajo inmediatamente con la misma ropa del día anterior ni siquiera me tomé el lujo de cambiarme.