Juntos para crecer (editando)

13. Más Cerca

‹‹Cuando pensabas que no era real, llega alguien y te demuestra que nunca fue una fantasía››

VICTORIA

Ayer en un impulso, en una mezcla de rabia y estrés termine diciéndole gruñón a Liam. Al darme cuenta quería que la tierra se abra y me trague. Sin embargo, muy diferente a lo que mi mente pensó él no se molestó en lo absoluto. Caso contrario, estaría despedida y de patitas en la calle en este momento. 

Al parecer, está de mejor humor y hasta sonríe, cosa que odio que haga porque…Dios es como si un ángel fuera el que me sonriera y a la vez me tentara. 

Pero, ilusiones y cuentos chinos en mi cabeza no me puedo hacer. Liam Bloomerang es un hombre frío, serio y lo único que va a hacer es jugar con mis sentimientos.

—Estás muy callada —musita, Liam. 

Dejo caer el esfero sobre mi libreta y alzo mi mirada para verlo. A veces me confundo, no sé si soy su empleada o su amiga y no quiero tomarme atribuciones que no me corresponden. 

—No es nada estaba en la luna supongo 

El muy condenado sonríe de lado y se ve tan guapo que me hace contener un suspiro. Soy mujer y tengo ojitos, imposible no verlo todos los días con su traje a la medida, su reloj Rolex que por cierto debe costar una fortuna, su barba hecha a la perfección y su cuerpo que solo hace que todo en él se vea mejor.

—¿Quieres descansar hemos trabajado mucho?

Enarco mis cejas porque es justo en este momento en el que me confundo 

‹‹ ¿Por qué demonios le importo? ››, me cuestiono. 

—No, no creo…—miro mi reloj, nada que ver con un Rolex— ya faltan pocas horas para salir —añado.

Es cierto estamos a nada menos de una hora de culminar nuestras funciones laborales y podré regresar a mi hogar. 

—¿Segura? —inquiere. 

Mi panza cruje, sin embargo, niego. 

—No es necesario. 

Asiente. Regreso a mi trabajo y me centro en combinar una paleta de colores para que genere una homeostasis perfecta con las imágenes. Al cabo de unos cinco minutos alguien golpea la puerta y seguido del permiso de Liam ingresa su secretaria con una bolsa de papel cartón. 

—Aquí tiene, señor —susurra poniéndola a su costado. Miro de reojo y continúo mi trabajo. 

—Gracias, Sofía

Ella le sonríe con amabilidad y respeto, y abandona la oficina. 

—Es para ti —sisea, Liam provocando que lo mire—. Un latte y galletas de coco —explica sacando lo antes mencionado de la bolsa.

—Liam…

Mi corazón sufre un espasmo de gusto y placer con el pequeño detalle que acaba de tener. Joder, ha ordenado comida para mí pese a mi negativa. 

—Es necesario —me interrumpe.

Asiento tomando las cosas, la comida me pone de buen humor. 

—Gracias —musito y le sonrío. Él me regresa el gesto. 

Me encantan las galletas y un poco de cafeína en mi sistema hace que me de energía, así que no me puedo negar ni hacer de rogar. Combino mi trabajo, con comer y mirar a Liam. Al trabajar él adopta su postura rígida, es demasiado perfeccionista, se concentra tanto que cuando lee documentos muchas veces frunce el ceño o gruñe inconscientemente.

Me acabo la comida casi al mismo tiempo que termino mi trabajo. Junto la basura, recojo mis cosas y espero a que Liam apague todo para ir juntos hasta la planta inferior. 

Mientras descendemos en el ascensor leo un mensaje de Lucía que me indica que me está esperando en la cafetería del frente. Ama las donuts de ese lugar.

Cruzamos la puerta principal del edificio y el aire hielo de Londres impacta en mi cara poniéndome a tiritar en segundos. Me abrazo a mí misma para entrar en calor hasta que siento una gabardina y el fuerte perfume de Liam inundando mis fosas nasales.

—Debes cubrirte —señala, serio. 

—Gracias —susurro.

De seguro mis labios deben estar morados y mis ojos lagrimeando, detesto el frio.

—No quiero que mi trabajadora estrella se enferme —limpia la lágrima que se me escapa. Su contacto se siente tan bien, pero a la vez lo único que logra es poner mis nervios de punta—. Falta tan poco para el estreno de la campaña, ¿cierto? —sonríe.

—No voy a enfermarme. Nunca lo hago —sonrío tiernamente ganándome un giño de su parte. 

Cruzamos la avenida hasta llegar al café de la esquina en la cual veo a una muy feliz Lucia jugando con sus donuts. Parece niña y una traviesa. 

Hago el ademán de quitarme la chaqueta de mis hombros, pero Liam detiene mis movimientos colocando sus manos en mis antebrazos.  

—Quédatela, debes tener frio.

—Te la devuelvo mañana, gracias…por todo. 

—De nada, cuídate, Victoria —se despide con un beso en la mejilla que me deja impregnado el calor de su piel y su delicioso aroma. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.