Juntos para crecer (editando)

14. Cerca y Lejos

LIAM

‹‹La mirada de la persona que cambiará tu vida para siempre impacta desde el primer segundo y desde ese instante nada volverá a ser igual››

Me encuentro en Starbucks pensando en una sola persona que tiene nombre y apellido: Victoria. Últimamente no sale de mi mente. Puedo hacer un millón de cosas, pero ella sigue ahí, sigue anclada a cada idea o pensamiento. Puedo cerrar los ojos, bloquear mi mente, tratar de ignorarla y ella sigue ahí. 

Ocupa cada sueño que mi mente puede generar, consciente o no, la veo con su cabellera chocolate y sus ojos miel que lo iluminan todo.

A un paso del lanzamiento de la campaña mi humor debería ser catastrófico, para estas instancias estaría estresado e igual a un grinch como lo dicen las trillizas. Pero, no, no puedo. 

‹‹ ¿Por qué? porque Victoria es mi paz››, me respondo.

Todos los días a parte de amar mi trabajo me encanta trabajar con ella, discutir sus ideas y ver la forma con la que trabaja. Concentrada o estresada se ve muy hermosa.

—Aquí tiene, disfrute su orden —me dice la dependiente del lugar interrumpiendo mis pensamientos.

Le agradezco, lo tomo y salgo para subirme a mi auto, que aparentemente solo es un auto común y corriente. Sin embargo, es blindado a petición de James para velar mi seguridad. Personalmente, me parece exagerado. 

Unos minutos después de conducir en silencio entro a la empresa seguido de mis guardaespaldas y James que es una sombra, pero siempre está ahí, puesto que, de mi accidente nada fue igual. A partir de ese punto en mi vida, me dobla la seguridad.

Subo hasta el piso de Victoria. Al entrar la veo conversando con John. Ella ríe como una risueña niña y algo en mi se enciende como fósforo. Es casi automático e inconsciente para mí. 

‹‹ ¿Por qué lo mira a él con tanta fascinación? ››, gruño. 

Coloco una de mis manos en mi bolsillo y la otra aprieta los dos cafés. Mi ceño se frunce con indignación y molestia cuando veo que John la carga y la hace girar en los aires. Finalmente, le da un beso en la cabeza y se va.

—Victoria —mascullo. Mi voz sale más dura de lo que espere haciendo que ella de un brinquito y se gire. 

—¡Liam, que susto! —exclama llevándose la mano a su pecho y me sonríe.

Basta ese pequeño gesto para que todo mi mundo y mi enojo desaparezcan casi por completo.

—Te traje un café —musito y le entrego la bebida—. Espero te guste —le digo y ella me mira con confusión

—Bueno, se supone que yo debería hacerlo —susurra y alza su ceja viendo al café que yace en su mano—, pero, gracias.

La miro a los ojos y me reprimo tantas cosas que tengo que decirle, tanto que tengo que expresar. Lo suprimo, ignorando y silenciando, hasta el único sentimiento que tengo por ella.

—Esta delicioso —alaba después de probar su café—. ¡Gracias! —chilla y me abraza.

Sentirla entre mis brazos me deja estático en mi lugar no sé qué hacer, pero mi cuerpo reacciona antes que mi mente y la estruja en mis brazos mientras su aroma a jazmín inunda mis fosas nasales.

—De nada… —susurro cerca de su oído.

Ella se separa inmediatamente y me queda viendo unos segundos mientras muerte su labio, nerviosa o quizás pensativa. 

‹‹Oh no pequeña no hagas eso››, pido internamente.

—No debí… —hace alusión al abrazo—, pero no desayune y esto me hace muy feliz —esboza una tímida sonrisa que me llena completo. 

—No te preocupes —siseo—. ¿Qué tipo de relación mantienes con John? —cuestiono apretando mi mandíbula al punto que siento como me duelen los dientes. 

Ella me mira sorprendida y el sorbo que bebió hace segundos hace que comience a toser a causa de mi pregunta. 

—Somos muy buenos amigos —aclara y me mira fijamente— ¿Por qué la pregunta?

—Veo que te llevas bien con él, es todo —siseo, sin demostrar ningún tipo de emoción. Asiente, no muy convencida—. Te parece si vamos a trabajar tenemos mucho que hacer —cambio de tema para no sonar a… ¿celoso? ‹‹Joder…joder››

—Liam trabajador se activó —me molesta y lanza una risa traviesa que se me contagia al instante.

—Y, Victoria perezosa también

—¡Hey! no soy perezosa —me recrimina mientras caminamos al ascensor para subir a mi oficina en la cual estamos trabajando todos los días—. Me encanto el café, gracias —musita al cabo de unos segundos.

‹‹Y a mí me encantas tú… joder esos sentimientos tengo que borrarlos y ahora››, me ordeno o me presiono, mejor dicho. 

—Claro que sí, eres perezosa —farfullo.

Su mirada se clava en mí de forma altanera y sale del ascensor dejándome solo y como un completo bobo sonriendo. Le sigo el paso, viendo como ingresa en la oficina y avanza al escritorio. 

—¿Así? Si fuera perezosa, ¿quién hizo estos hermosos bocetos? —inquiere presumiendo su trabajo que están sobre mi escritorio. 




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